A la distancia la figura de Damián se presenta con tanto resplandor como talento. Es un rostro nueva en las letras uruguayas. Sí, es joven y también provisto de una pluma que invita a ser leída. Los dos son tesoros anhelados: la juventud y la capacidad de generar atmósferas distintas con personajes entrañables. En su literatura no importan los cuerpos, ni la edad, ni el estatus; lo que importa es lo que los personajes hacen y dejan de hacer, y como ello repercute en los demás y en ellos mismos. Algunas veces son cercanos; otras veces son personajes que fueron descritos antaño y Damián los trae al presente. Esa es una virtud de todo buen escritor: el hacer que los personajes no mueran nunca, que sean inmortales, que se queden en el fondo del corazón y de nuestra memoria. Pero también destacan por ser extraños -lo que algunos denominan “raros”-. Más extraños que el común de los mortales, lo que es mucho decir. Los libros de Damián organizan el mundo de esa forma. En extrañas circunstancias y con seres que no encajan en la normalidad. Hay excepciones, claro está. Y una pluma que transita libre y regale calidad a nosotros, hambrientos de sana literatura y no esa chatarra, envasada y ajena que acapara rankings. Latinoamérica no se merece eso. En materia literaria sería una traición. Pero la literatura en este continente es justa y nos regala autores cada año y en cada país. En Uruguay está Damián. Y varios más.
Acá la entrevista al autor. Un imperdible