“Estamos controlando el coronavirus porque no hemos seguido a la OMS”

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Fue uno de los primeros científicos en advertir el riesgo que corría Europa y ha tutelado el experimento más exitoso y uno de los más esclarecedores en la lucha contra el coronavirus

 

Sergio Romagnani ha visto muchas epidemias, pero dice que esta es la primera en la que él personalmente se considera un “objetivo”. “Soy consciente de la gravedad que tendría un contagio a mi edad. Nunca me he encontrado ante algo así. El VIH, por ejemplo, era muy grave, pero se solucionaba con medidas muy sencillas”, dice por teléfono desde su casa. Tiene 81 años, es profesor emérito de la Universidad de Florencia, una eminencia en el campo de la inmunología y la medicina interna, y uno de los 30 científicos italianos más citados. Estos días anda tan atareado que para entrevistarlo hemos tenido que localizar a su hija.

Romagnani empezó a alertar a la opinión pública toscana antes de que casi nadie se tomase el problema en serio en Europa y ha sido precisamente uno de sus discípulos, Andrea Crisanti, de la Universidad de Padova, quien está consiguiendo el que quizá sea el primer retroceso del Covid-19 en territorio europeo: la ‘batalla’ de Véneto. Allí, el virus brotó con violencia, pero se bate en retirada tras una serie de medidas que otros territorios no supieron adoptar a tiempo.

Si Lombardía (Milán/Bérgamo) es la cruz de la moneda, Véneto (Pádova/Venecia) es la cara. En el último recuento oficial, Véneto registraba 662 muertos y 11.000 casos confirmados. Mientras, Lombardía, superaba los 9.200 fallecidos y roza los 52.000 casos. ¿La clave? Con cifras tan dispares, las dos han realizado casi el mismo número de test.

En la localidad de Vò Euganeo (Véneto, norte de Italia) se produjo uno de los primeros brotes. Decidieron hacer test a toda la población, a los 3.500 habitantes, y aislar a todos los positivos, incluidos los asintomáticos. Y la epidemia se frenó en seco, al revés de lo que ocurrió en Lombardía… o en Madrid.

RESPUESTA. Vò es una localidad en la que había una situación muy parecida a la de Codogno (Lombardía). De hecho, había habido contactos entre los dos pueblos, que están muy cerca aunque pertenecen a regiones distintas. E igual que en Codogno, Vò se convirtió en ‘zona roja’ desde el principio y se cerró completamente a la población. La diferencia es que aquí entró en juego mi discípulo, Andrea Crisanti, con quien he hablado mucho estos días. Aconsejadas por él, las autoridades decidieron hacer test a todos los habitantes del pueblo.

P. ¿Y cuál fue el resultado?
R. El resultado se obtuvo sobre una muestra muy pequeña, pero aun así es muy revelador. Un total de 58 personas dieron positivo en los test realizados entre el 22 y el 25 de febrero y, de todos ellos, 33 eran totalmente asintomáticos. De los menores de 50, la mayoría lo eran. Establecimos la hipótesis de que entre el 50% y el 70% de los infectados no estarían desarrollando síntomas, que recogieron los periódicos italianos. Y lo más importante: 10 días después solo dieron positivo 19 de los asintomáticos y 10 de los que tenían síntomas.
Un estudio posterior, en China, incide en que alrededor del 80% de los contagios lo provocan infectados no detectados, entre ellos asintomáticos.
R. Claro, porque son muchos y son una fuente formidable de contagio. Por eso hay que aislarlos inmediatamente. La mayoría eran personas jóvenes y sanas. Pero lo más interesante de todo es que cuando los contagiados asintomáticos fueron aislados en Vò, el porcentaje de enfermos disminuyó de golpe del 3,2% al 0,3%. ¡Más de 10 veces! Llegamos a la conclusión de que la circulación del virus alrededor de una misma persona, aunque ya esté infectada, agrava su patología.
P. Antes de seguir con eso, me queda una duda, ¿los asintomáticos no presentaron síntomas después del primer test, no?
R. No, no. Ya le digo que a los 10 días les volvieron a hacer el test y ya más de la mitad dieron negativo. Creo que en todo el brote allí solo ha muerto una persona. ¡Compárelo con Codogno, donde ha habido tantísimas víctimas! La impresión de Crisanti, que comparto, es que quizá fue el aislamiento de los asintomáticos positivos lo que frenó la epidemia. Es una hipótesis, pero creemos que cuando el virus circula muchas veces por el mismo ambiente, potencia su acción.

“Es como si las insignificantes mutaciones que el virus va sufriendo lo hiciesen mucho más peligroso para aquellos que están expuestos continuamente”

P. Eso explicaría por qué el personal sanitario ha sufrido la enfermedad más que otros colectivos, no solo por riesgo de contagio sino por evolución de la patología.
R. Los pacientes de Vò que desarrollaron una enfermedad grave eran ancianos que vivían en comunidad, mientras que aquellos que aislamos tuvieron una evolución mucho menos grave. Creemos que la exposición repetida lo agrava todo. Es como si las insignificantes mutaciones que el virus va sufriendo lo hiciesen mucho más peligroso para aquellos que están expuestos continuamente a su presencia.
 
Imagino que está al tanto de la evolución del Covid-19 en España.
R. Lo sigo por las noticias. Yo creo que en Madrid está ocurriendo lo mismo que en Lombardía. En Lombardía no han hecho test a los asintomáticos, solo a los que tienen ya síntomas. Y no han querido llevar mascarillas. Dos enormes errores estratégicos, que son los que han desatado la tragedia. Lombardía está como Madrid, ya lo sabe: tenemos muchas personas en terapia intensiva.
En las residencias de ancianos españolas la situación está siendo infernal. ¿En Italia?
R. Es que son un incubador trágico del virus. Lo hemos visto también aquí: se ponen todos los ancianos enfermos. ¿Por qué? Porque no hicieron test al personal que trabaja allí, a quienes los cuidan, que son en muchos casos asintomáticos y son los que han llevado el virus a los ancianos. Es gente que hacía una vida normal, entraba allí, infectaba a los viejos y se desataba el fin del mundo. Aquí tenemos residencias donde se ha infectado hasta el 50 y el 80% de la gente.. La única manera de frenarlo es hacer test a todo el personal que trabaja allí y sacar inmediatamente a los que den positivo. Si no lo hacemos, seguirán muriendo.
P. Entiendo que otra cosa que se ha hecho muy bien en Véneto es evitar la hospitalización de todos los pacientes con síntomas. Mantenerlos alejados.
R. El virus es muy peligroso en ambientes cerrados donde hay muchas personas. Por eso hay que actuar enseguida en hospitales y ambulatorios médicos. El desastre de Bérgamo empezó precisamente en unas Urgencias, donde no se dieron cuenta de que había llegado un paciente con síntomas, que fue el que infectó a los médicos, a las enfermeras, a todos los pacientes… El que pasaba por allí salía con el virus. Así explotó la epidemia en Bérgamo. Esa es la verdad.

“Cuando llegaron los médicos enviados por China, se quedaron estupefactos. Nos decían que si estábamos locos”

P. Y en el Véneto se hizo distinto, ¿no?
R. En cuanto crearon la ‘zona roja’, aislaron a todos, también los asintomáticos… Paralizaron el brote. En el norte, en el área de Bergamo (Lombardía), hay grandes industrias que producen mucho. Se valoró distinto por motivos económicos quizá. Y ya ve el resultado… Al final hemos tenido que paralizar la nación entera por esos errores iniciales.
P. Usted dice que otro error fue aconsejar a la población no llevar mascarillas.
R. Eso ha sido un error enorme. ¡Enorme! Las mascarillas es obvio que no dan una protección al 100%, pero si las lleva todo el mundo baja muchísimo el riesgo de contagio. Cuando llegaron los médicos enviados por China, se quedaron estupefactos. Nos decían que si estábamos locos. Ellos es verdad que están acostumbrados a llevarlas por la contaminación, etcétera, pero no se podían creer que en Italia las autoridades recomendasen lo contrario.
¿La gestión de los países asiáticos ha sido tan buena como se percibe desde aquí?

R. Muy buena. Mire, un lugar muy peligroso son los ascensores. Los chinos tienen pañuelos desinfectantes dentro como protección. ¡Y en Corea del Sur lo han hecho todavía mejor! Allí han hecho como en Vò, pero además usando medios tecnológicos para rastrear los teléfonos. Tienen el control de todos los positivos, saben adónde van, con quién han tenido contactos… e inmediatamente los aíslan. El 27 de enero, ¡el 27 de enero!, se reunieron los responsables de su centro de control de epidemias y en siete semanas tenían test para todos, adquiridos a la empresa más fiable. Han hecho cientos de miles de test. Como en Vò, pero a lo grande.

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P. Al inicio de la epidemia, se cuestionaba el gasto económico de comprar y hacer tantísimos test.
R. ¿Cuánto cuesta un test? ¿Una decena de euros? ¿Algo más? Lo digo porque tener en terapia intensiva a un paciente durante 20 días en Italia cuesta entre 50.000 y 60.000 euros.

“Hay que empezar ya a hacer test masivos a las categorías que pueden ser vector de contagio por el trabajo que desarrollan”

P. Teniendo en cuenta cómo ha avanzado la epidemia, ¿deberíamos hacer test a toda la población?
R. Es imposible hacer test a todo un país, eso es imposible. Pero lo que se puede hacer es elegir a quién lo haces y no parar. Se tiene que empezar con las categorías que pueden ser vector de contagio por el trabajo que desarrollan. Médicos, enfermeros, personal sanitario, trabajadores de supermercados, agentes de policía, farmacéuticos, etcétera. A esos hay que hacerles test a todos.
P. Usted vio venir esto mucho antes que el resto. Está negro sobre blanco en los artículos publicados en la prensa toscana.
R. Soy profesor emérito, estoy prácticamente jubilado, pero he entendido la gravedad precozmente, muy precozmente. El gobernador de Toscana, que me conocía bien, me contactó y por eso empezaron a hacer test a los médicos aquí, a los enfermeros, etcétera. ¡En Lombardía no se los hacían ni a los médicos! ¡En los hospitales no se hacían a nadie! Lo peor es que seguían las recomendaciones de la OMS, que decía que había que hacer test solo a los que tenían síntomas.
Con las mascarillas también ha habido rectificación. ¿Ha fallado la OMS?

R. Ha sido desastroso, totalmente desastroso. Hasta hace 10 días, aquí seguían diciendo por televisión en mensajes oficiales que las mascarillas no servían para nada, que los test a los asintomáticos no servían para nada. Al final, Véneto está controlando el coronavirus por no seguir a la OMS. Ahora están cambiando el discurso y están diciendo lo que yo dejé escrito hace dos meses. Pero ahora llega tarde. Hacía falta hacerlo entonces para frenarlo.

P. ¿Cómo es posible que haya fallado tanto la OMS?
R. Nos hemos hecho esa pregunta nosotros también muchas veces estos días. Yo creo que fundamentalmente han fallado porque son burócratas que han hecho carrera dentro de oficinas, pero no han vivido la experiencia de campo, no han estado ni en los laboratorios manejando virus ni implicados en situaciones epidémicas en otros países. Los políticos se han dejado aconsejar por burócratas, en lugar de por expertos. Los políticos están siendo muy criticados, pero la verdad es que han tomado decisiones aconsejados por lo que les decían los técnicos.

“Los políticos están siendo muy criticados, pero la verdad es que han tomado decisiones aconsejados por lo que les decían los técnicos”

P. ¿Alguna experiencia que haya tenido usted le ha permitido entender mejor que sus colegas lo que podía estar pasando?
R. Yo creo que me he preparado durante toda mi vida para entender este momento. Mi discípulo lo entendió incluso antes. Era un chaval genial en la universidad, se ha convertido en un investigador famoso en el campo de la malaria. Estaba trabajando en Londres, en el Imperial College, pero hemos tenido la suerte de que la Universidad de Padova lo trajese de vuelta a Italia. Ha sido la bendición del Véneto. Gracias a él, que es un verdadero experto, un virólogo, el gobernador del Véneto está frenando la epidemia.
P. ¿Por qué se han fiado más de él que de la OMS o del Gobierno central?
R. El gobernador del Véneto es de la Liga Norte, donde no tienen particular simpatía por el Gobierno central italiano. Así que ha hecho las cosas como le ha dado la gana, a su manera… Con la suerte de que ha dado con Crisanti.
Asumiendo que hemos perdido la oportunidad de hacerlo como se hizo en Véneto. ¿Qué podemos hacer ahora?
R. Buscar los anticuerpos del virus en la sangre es muy fácil. Y nos permitiría saber cuántas personas han tenido la infección. A partir de ahí, podríamos avanzar mucho en la investigación epidemiológica para saber dónde estamos. Luego se podría utilizar a las personas con anticuerpos para trabajar en lugares como residencias de ancianos, fábricas o donde hagan más falta. Y tercero: podríamos utilizar el plasma de esas personas para curar a pacientes. Esta terapia ya se está utilizando y puede funcionar como una vacuna pasiva: anticuerpos metidos directamente a la sangre.
P. También permitiría saber cuánta gente ha pasado la enfermedad sin síntomas o con síntomas ligeros, claro.
R. Las cifras exactas no se van a conseguir. Los estudios de anticuerpos no detectan a todo el que lo ha pasado sin síntomas, solo a dos tercios. En cualquier caso… En el hospital de Florencia lo hemos hecho con todo el personal sanitario y hemos encontrado que en torno a un 5% de médicos y enfermeros había pasado ya la enfermedad sin síntomas. Eso a pesar de que es un hospital que no estaba en primera línea y donde no ha habido apenas pacientes con coronavirus.

“El virus tiene mucho margen todavía, muchos cuerpos que infectar, muchas vidas en riesgo”

P. Aquí mucha gente fantasea con la idea de que medio Madrid ha pasado ya el coronavirus.
R. En Italia pasa algo parecido. Pero ojo, porque yo creo que el porcentaje de población europea que lo ha pasado todavía no es muy grande. El virus tiene mucho margen todavía, muchos cuerpos que infectar, muchas vidas en riesgo.
P. Usted es de los que se metieron en cuarentena antes de que fuese obligatorio.
R. Llevo ya más de un mes. De todos modos, como profesor emérito, mi actividad no era tampoco muy intensa. Cuando empezó esta historia, ya llevaba tiempo evitando el contacto con gente. Ya había entendido lo que iba a pasar. Piense que tengo 40 años de experiencia, de investigación, y tengo amistad con los principales expertos. Anthony Fauci, el que está al frente en Estados Unidos, es buen amigo mío. Oiga, ¿le puedo hacer ahora yo a usted una pregunta?
Si, claro.
R. ¿Se ha hablado en España del partido Atalanta-Valencia?
P. Sí, se ha comentado que fue fuente de contagio importante, pero sobre todo para la gente de Bérgamo.
R. Es que fueron 40.000 de Bérgamo a Milán, todos juntos en el estadio. Y claro… Y eso que al aire libre es mucho menos peligroso, porque en ambientes cerrados el virus se queda en el aire durante un tiempo y puede inhalarse directamente.
P. ¿Si?
R. Aún no está del todo claro, pero parece que aunque no estés delante de la persona infectada, aunque no la veas, te puedes llegar a infectar en ambientes cerrados.

“La vida a partir de ahora será mucho más complicada y mucho menos bella”

P. ¿Cómo se imagina la vida dentro de unos meses?
R. Seguro, seguro que ya no va a ser como antes. Habrá que ir con mascarillas todo el día, habrá que evitar las grandes concentraciones, habra que cancelar todo tipo de espectáculos deportivos, congresos, quedadas, discotecas, bares… Quizá los restaurantes se podrán volver a abrir distanciando mucho las mesas. En definitiva, la vida a partir de ahora será mucho más complicada y mucho menos bella.
P. ¿Confía en que se encuentre una vacuna?

R. Para que sea eficaz, hace falta mínimo un año. A ver si se consigue. Lo normal es que sí, seamos optimistas, porque las características del virus no son como las del VIH, por ejemplo. No entra en las células, sino que se pega a ellas y el anticuerpo lo localiza. Quizá no será una vacuna para toda la vida, pero entonces bastaría con una protección de año en año, como con la gripe. Pero nunca se sabe. Y luego es que la producción tendrá que ser gigantesca: todos los habitantes del planeta van a querer su dosis.

P. ¿Es difícil desde el punto de vista de la materia prima fabricar vacunas para todos?
R. No, eso no. El material no es un problema con la tecnología actual. Una vez has aislado el virus y encontrado la proteína útil a inyectar, se puede producir en cantidades ilimitadas. Pero es que somos muchos millones… Habrá que empezar con categorías especiales: ancianos, enfermos, etcétera.
Algo que sigue preocupando es que también mueren personas jóvenes.
R. Creo que se distorsiona un poco ese mensaje. En realidad es muy, muy rara la muerte de personas jóvenes. Por debajo de los 20 años, creo que han muerto 10 en total, al menos en los países donde se sabe lo que está pasando. En África no tenemos ni idea de lo que puede estar sucediendo.
P. Como inmunólogo ¿qué teoría le convence más sobre lo selectiva que es en términos de edad la neumonía que provoca este virus?
R. Hay dos teorías. La primera dice que la respuesta tumultuosa y excesiva causada por el sistema inmunológico natural, una tormenta de citoquinas macrófagas que colapsan los pulmones… Una reacción excesiva en los pacientes más ancianos. Los niños de dos o tres años que tienen un sistema inmunológico muy poco eficaz, apenas formado, ni lo notan.
P. ¿Y la segunda teoría?
R. Se dice que una persona anciana ha tenido muchas infecciones de otros coronavirus a lo largo de su vida y ha acumulado una cantidad de anticuerpos tan grande que cuando se infecta con este virus nuevo, reacciona anegando los pulmones con esos anticuerpos… Ninguna de las dos teorías me convence, la verdad, yo los anticuerpos los he conocido siempre como armas protectoras.
P. ¿Entonces? ¿Sigue siendo un misterio?
R. Sí, creo que estas hipótesis son precipitadas. Estamos todavía en la fase del misterio. Esto es un enorme misterio y, como le decía, yo llevo toda la vida preparándome para ello.

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