Gabriela Cabezón

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Gabriela hace la maleta y viaja a Chile. No va en busca de fama ni de un saco de dólares pues ella sabe que el dinero no sirve para nada. Va de allá para acá y la gente le pregunta qué está haciendo, a lo que ella responde que escribe, que podría ser lo más parecido a decir: ”Estoy viviendo”.
-Soy Hugo Dimter- me presento.
Y entonces ella sonríe y me saluda. Y ese simple acto me reafirma que no estoy ante una diva. Yo estoy frente a Gabriela Cabezón. La periodista y escritora. La mujer a la cual nunca se le ha extraviado la sonrisa.
Son dos los pecados capitales, cometidos por la sociedad argentina, que la escritora Gabriela Cabezón no puede perdonar: la lujuria, cuando necesita esclavas, y la avaricia, ambos amparados por el abuso diario. De ellos tratan dos de sus más renombradas novelas.
Una sonrisa perfecta. Frágil, delicada, ingenua, entusiasta. Sí uno deseara tener una amiga fiel y jugada esa sería Gabriela Cabezón, la argentina alabada por sus libros La virgen cabeza publicado en el 2009 y premiado como libro del año para Rolling Stone Argentina; Le viste cara a Dios, primer ebook en ser elegido libro del año para la revista Ñ; Beya y Romance de la negra rubia son los últimos. Pero a esas características y galardones de Gabriela hay que sumar la agudeza:
“Todas las Ferias del Libro son un mall. El que piense que es otra cosa se equivoca. En Buenos Aires y todo el mundo es igual. Las grandes ferias son negocios para las editoriales y, bueno, poseen una serie de contenidos que, también, las hacen lindas, te encontrás con los lectores y los otros escritores”, manifiesta Gabriela con la sinceridad que la caracteriza.
 
– ¿Cómo nace tu novela Beya? Sé que es a través del caso de Marita Verón, la muchacha que raptaron para prostituirla.
– Sí, para mí fue muy impactante el caso de Marita Verón (www.casoveron.org.ar), que era una chica de 23 años en Tucumán, una provincia pobre y muy conservadora, que tiene una organización social más parecida a los feudos que a una democracia moderna. Ella era una chica de clase media, tenía un pequeño almacén. Las víctimas más frecuentes en este tipo de cosas son chicas más pobres; este caso tomó más visibilidad porque Susana Trimarco, la mamá de Marita, es una guerrera y es una mujer con más recursos simbólicos para expresarse ante la prensa y el gobierno, e hizo una gesta. Ella sí que es heroica, una gesta así que mucha gente critica por diversas cosas, pero no se puede negar la trayectoria política infinita que hizo buscando a su hija y rescatando a muchas otras chicas. Yo pensaba que eso ya no pasaba: secuestrar mujeres para explotarlas sexualmente como si fueran vacas a las que sacaban leche, o esclavas, o lo que fuera.
– ¿La génesis de Beya se dio al ver las noticias? ¿Leíste y decidiste escribir? ¿Así se dio?
– No, fue más suave. Lo leí en las noticias, me había impactado mucho y no había hecho nada al respecto. En un momento una amiga mía escritora y una editora española, Cristina Fallarás, en el 2011 puso una editorial digital en Barcelona, se llamaba www.sigueleyendo.es y decidió lanzarla con una serie de cuentos infantiles, reversión adiós para adultos. Y a mí me tocó La Bella Durmiente. Luego, me puse a pensar “¿Qué hago con una Bella Durmiente que está todo el tiempo durmiendo, presa de una maldición en una cama?”. Cuando lo pensé la tercera vez dije, “Ah, una mujer secuestrada por una banda de tratantes”. Y a partir de ahí surgió el texto, de una manera más mediatizada que el leer la noticia. Fue gracias a mi amiga.
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– La crítica y editora Julieta Marchant señaló en la contratapa de Romance de la Negra Rubia, que acaba de editar Alquimia en Chile, que el estilo de tu prosa era desmesurada. Es una afirmación contundente. ¿A tu juicio el termino desmesurada es apropiado?
– Lo que yo hago, o intento hacer, es un barroco, un neo neo barroco. Pero sí.
En estos tres primeros libros que hice me salió así. Además eran historias que requerían ese barroco porque son historias desmesuradas. Me gusta mucho el juego con la materia, con la elasticidad de la palabra, como si la amasara, la estirara, le pusiera pliegues, la sacara, hiciera una diagonal, una recta, más pliegues, me gusta eso. Me gusta jugar con esta plasticidad. Y, además, parece que el barroco, con ese juego tan fantástico que tiene entre los opuestos, termina permitiéndome decir cosas que de otra manera, yo por lo menos, no sabría. Esas cosas son complejas, que no son blanco o negro; son blanco, negro y grises. Y son contradictorias. Entonces para eso me sirve y me gusta mucho. Así que creo que lo desmesurado es sumamente adecuado.
– Viendo las ilustraciones y las viñetas de Beya advertí que se hace una crítica a la iglesia, aparecían  unos curas llevando en andas una muchacha.
– Sí. La iglesia es muy machista. Es el único Estado de Occidente, el Vaticano, en que las mujeres son sólo siervas. En todo Occidente no hay otro estado así. Sí, en el Oriente, en el Islam. Eso es lo que se supone que en Occidente no nos guste y nos parece retrogrado, donde ninguna mujer es jefa, ninguna mujer ocupa un cargo de importancia en el Vaticano.
– Ahora en el caso específico de esta niña, ¿la iglesia fue una especie de cómplice pasivo de esta situación?
– Mira la Iglesia en Argentina es cómplice pasivo, por supuesto, de la existencia de los prostíbulos. Fue de hecho tolerado y hasta bien visto hasta determinado momento. Pero como la iglesia es muy grande tiene miembros no sólo como cómplices pasivos; sino también que denuncian y trabajan con las víctimas.  La Iglesia -toda la parte más poderosa- como la parte más poderosa de la sociedad, es horrible;  y después tiene algunos curas que son buenísimos, monjas que son una gloria.
– ¿Y cuál es tu posición frente a la prostitución? ¿Qué piensas?
-Mira para mí es muy complejo. Es un tema re difícil. Nadie puede elegir ser prostituta. Si vos le decís a tu hija o a tu vecinita de 15 “¿Qué quieres ser mi amor? ¿Una doctorada en Harvard, una actriz de Hollywood, una bibliotecaria, una maestra, o una puta?” Y es muy difícil que la chica vaya a elegir ser una puta. Tenés que ser muy pobre y tener muy pocas opciones, porque realmente es una desgracia. Nos parece que no es una opción y que en ese sentido la mejor posición sería la abolicionista pero a la vez millones de mujeres pobres se ven forzadas a ejercer la prostitución porque no tienen otra salida económica tampoco en si vas a prohibir la prostitución y las vas a meter presas. Re complicado; en todo caso si se prohibiera nunca deberían ser ellas las reprimidas, que son como las víctimas de la situación no?.  Sí a los proxenetas. Y a los clientes en alguna medida.
– Bueno, en Suecia decidieron castigar a los clientes. Bajó mucho la tasa de prostitución en las calles, y tomaron la determinación de ayudar a esas mujeres.
– Claro, con trabajos más gratos.
-Pero siempre va a existir la prostitución. O sea, hay un margen en que no las van a poder ayudar y los clientes van a seguir existiendo. Entonces hay algunos que dicen: “Bueno, veamos esto para hacerlo un poco más transparente, porque se podrían evitar la existencia de esas mafias”.
– Es como el narcotráfico. Si analizamos las drogas no es el narcotraficante. Es complejo. Probablemente en un país como México lo mejor que podría pasar es que se legalice el negocio de la droga. Matan más personas por día que en Siria y no están en guerra. Si se legalizara por lo menos sólo va a morir el que lo elige, el que va y la compra; y no toda la gente que anda caminando por una vereda cuando se agarran a tiros dos bandas o la policía, o el ejército, porque esto es un despelote. Es muy difícil saber quién se enfrenta con quién. Tal vez si se ofrecieran realmente todos los programas de ayuda social, pero de verdad, con financiación, con presupuesto, porque viste que muchas veces los gobiernos sacan leyes y después no les ponen presupuesto… y si lo financiaran de verdad, hubieran casas de refugios de verdad, escuelas de verdad, escuelas de oficio de verdad, o si quieres entrar a la universidad de verdad y te dan con qué ahí sí sería una elección.
– Ahora, en Beya hay una crítica directa al poder. También en Romance de la Negra  Rubia hay esa crítica. Se dice que la negra rubia es un personaje heroico, sin embargo advierto que Gaby, el personaje principal, se quema a lo bonzo pero no por una actitud heroica sino porque esta drogada y borracha.
– Yo supongo que lo dicen por lo que ella hace después cuando construye poder, y cómo lo construye y en pos de qué, que es también matizado. Y por cómo la gente que se ve beneficiada por sus sacrificios la reconoce, que el heroísmo no es otra cosa que un rato de locura con un desenlace medianamente afortunado. Fue un acto de valentía loco.
 
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Argentina no tiene madre

 
Gabriela y su estilo barroco -muy sui generis por lo demás- la emparentan a la distancia, y guardando las proporciones, con Luis de Góngora y Lope de Vega. Con Gabriela, al igual que con ellos, está la narrativa condimentada con la decepción y las miserias, la desigualdad y el abuso, que lógicamente no han cesado desde el 1500 a la fecha.
 

Yo me manejo en un ámbito que está lejos del poder y tiene un mercado muy restringido, como prácticamente toda la literatura en Argentina, que más que mercado tiene un circuito de circulación y de distribución muy pequeño. No es una cosa que diga esto es un mercado, y acá pasa lo mismo. En Brasil hay un mercado, en México hay un mercado, en Estados Unidos hay un mercado, en España hay un mercado; en nuestros países no. Hay otra cosa que está buena, que es linda, que es estimulante; pero no es un mercado. En ese sentido sería contracultural porque tampoco estamos atados a decir nada en especial. Total, digamos lo que digamos, vamos a vender mil, dos mil, cinco mil ejemplares como mucho. O sea, en ese sentido, podemos ser todos contraculturales todo lo que queramos. Yo puedo escribir en un libro que Cristina Kirchner desayuna niños envueltos y no pasa nada. Ahora, hago una película con lo mismo y va a ser un escándalo nacional”.

 
– Trabajaste para Clarín. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Mira, fue una experiencia muy larga. Estuve  18 años ahí, los primeros años trabajaba en diagramación, en diseño, y la pase muy bien. Tenía un jefe encantador y yo ponía cajitas en una hoja. No sabía nada mucho más al respecto que eso. Después trabajé en redacción y también fue  muy grato. Fueron más difíciles los últimos años donde empecé a ser editora; es un trabajo que a mí no me no me gusta nada. Yo no puedo pensar como otros. Bastante trabajo me ha tomado pensar como yo. 20 años de analista gasté en eso,  y viste que ser editor muchas veces es no ser vos, ser editor me mata,  pero viste que ser es editor es pensar como el dueño del medio en la mayor parte de los casos y a mí no me gusta hacer eso. No  me interesa hacerlo; quiero pensar como yo.
– ¿Tú eres creyente?
– No, pero me interesa mucho la cuestión de la fe. A mí me parece que no soy creyente en el sentido de que no pertenezco a la Iglesia Católica ni a ninguna otra, pero creo que todos somos creyentes de todos, estamos creyendo todo el tiempo, creyendo en cosas que sacralizamos, hacemos santos de cualquier personaje, desde Messi a Cortázar. Y perdón que lo diga en términos tan argentinos. Bueno, de Nicanor Parra a Alexis Sánchez ¿entendés? Hacemos santos de personas que no son santas, que son personas, con sus blancos, negros y sus muchísimos grises, pero sin embargo, vivimos así.
-¿Pero crees en un ente superior…  ¿o algo como  el bien y  el mal..?
-Es difícil,  bien y mal  hay ¿no?, siempre es perspectivo  pero hay cosas  a las que yo no le veo la perspectiva,  eh no sé… matar a un niño no tiene perspectiva, es malo para mí pero para el que lo mata probablemente tiene una perspectiva que yo no puedo ver. Veo que hay perspectiva sobre  relativismos, solo que en algunos casos yo elijo creer en algo como sagrado, y todo está mal, matar niños está mal, ponele, no me importa el motivo ni  me importa quién sea, no me importa nada,  está mal. Cuándo los bolcheviques mataron a los hijos del Zar en Rusia para ellos estaba bien. Cuando acá Pinochet mataba niños para él estaba bien, entendés. Y para mí está mal y creo que todos a la hoguera. Todos los que matan niños a la hoguera. Todo el tiempo creemos en cosas que si lo pensamos muy seriamente no hay nada que te garantice que está bien o que está mal. Hay una sensibilidad, tal vez una sensibilidad incluso de época. Cuando Herodes manda a matar a todos los niños está bien visto desde su punto de vista y desde su gobierno.
– ¿Y Argentina está bien o mal ahora?
– Y está más o menos.
– ¿Por qué?
– Porque hay un problema económico bastante serio, mucha inflación. Probablemente haya recesión, yo no llevo tan lejos mi análisis económico de la realidad porque no tengo con qué.  Sí noto que hay mucha inflación, hay este problema tremendo con el capital financiero internacional encarnado por los fondos buitres, pero la deuda la estaba pagando como carmelitas descalzos Argentina, así prolijamente. Viste que cuando un país está en muy crisis emite títulos de bonos que se supone que vos  emitís los bonos por un nominal de 100, el accionista que lo compra por 10 y lo cobra 10 años después por 60, nunca por 100. Todos los canjes de deuda son así, y estos tipos consiguieron que este juez Griesa les dijera que por 100 y Argentina no puede pagar ese 100 porque si todos los que tienen bonos exigen el valor nominal todo el país vale menos que eso, vendes la Argentina metro a metro y vale menos dinero que eso, entonces es un desastre, no se puede, más allá de la ideología política digo. No hay discusión ideológica acá, para mí podría haberla, porque más allá de la ideología es imposible. Cristina viene pagando intereses usureros de hace 6 años por el arreglo con el Club de París, no me acuerdo a quién más le pago, al FMI,  una cantidad de intereses alucinantes, solamente que esos eran intereses usureros posibles, y estos son usureros imposibles.
– Pero la gente la apoya o no la apoya a mí me parece que hay una parte como dividido
– Una gente la apoya; otra no.
 
– ¿Pero está dividido 50 y 50?
– No lo sé. Cristina tiene mucho apoyo, y la oposición es una cosa bastante atomizada, no logra articularse en torno a un líder ni nada. Entonces la gente que no la apoya tampoco tiene en torno a qué reunirse.
– Es que acá en un momento se habló de que estaban haciendo prácticamente un boicot tan grande como cuando, bueno guardando las proporciones, como se lo hicieron a Allende
– Tan grande no; si hubiera sido un boicot tan grande ya le hubieran hecho un golpe de estado y hubieran bombardeado la Casa Rosada.
 
– Pero circulaba esa idea: que la oposición la estaba boicoteando mucho.
– No, yo no creo que la oposición tenga con qué. No tiene una figura emblemática tampoco y se ve que entre ellos están peleados. A mí no me interesa tan específicamente la política partidaria. Me interesa más la política de clase, pero me parece que esta clase de dirigente argentino está peleada, está toda fracturada, nadie logra una hegemonía.
 
– Pero no tienen un sistema tan neoliberal como nosotros.
– No, menos. Pero como decirte, si ustedes tienen  10 nosotros tenemos 5, no es una diferencia muy grande; pero menos, seguro.
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– Tienen un montón de cosas que nosotros no tenemos. Educación gratis, por ejemplo.
-Eso es bueno, pero eso no depende ni de este gobierno, ni del anterior, ni del anterior, eso en Argentina tiene no sé cuántos años. Este país tan lindo que es Chile, con una cultura tan fuerte como la chilena, merece una educación, todos merecen una educación libre y gratuita. Yo peleé con una señora chilena una vez en un aeropuerto. Ella era  como directora de una escuela de niños cuicos, cuicos  quiere decir chetos, como diríamos en argentina. Los niños divinos. Ella en un momento nos mira a dos o tres más que estábamos allí en el aeropuerto -ellos venían para Santiago, nosotros para San Juan, pero estábamos todos en el mismo lugar- y nos dice: “Bueno, porque aquí en Chile nosotros tenemos buenas escuelas; no como ustedes que tienen en crisis esa educación pública de porquería”. Dijo algo así, y no sabes lo que me enojé, le dije: “A ver ¿tus universidades privadas cuantos Nobeles le dieron al país? A ver, contémoslos”.  Eramos 35 argentinos discutiendo contra la señora chilena neoliberal, así que tampoco tenía mucho sentido seguir la discusión, le ganábamos por número. Pero fue horrible. De hecho no es tan así tampoco, porque ahora para llegar a la universidad tenés que tener dinero para comprar algún que otro libro y tiempo para estudiar. Sigue siendo en algún punto clasista.  Va a dejar de serlo cuando existan becas que establezcan igualdad de oportunidades en todo sentido. Esa señora estaba muy errada: la mejor educación se da en los sectores más ricos porque de hecho tienen más dinero y más recursos; pero no son ni los más inteligentes, ni los más talentosos: todo el mundo tiene derecho a educación, todos, y becas desde los seis años.
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El hijo de Videla y la mujer de Martín Fierro

 
– ¿En qué proyecto estás ahora?
– En dos. Estamos sacando una novela gráfica como Beya con la escritora Selva Almada, quien acaba de ser editada acá en Chile por Ramdom House y con Iñaki Echeverría, el Ilustrador Argentino también de Beya, sobre la historia de Alejandro, el hijo de dictador Jorge Rafael Videla que estaba internado en un manicomio, en la Colonia Montes de Oca, un instituto neurosiquiátrico de puertas abiertas que había sido un gran palacete de fines del siglo XIX, un lugar enorme de unas 500 hectáreas con bosque, un edificio de estilo francés bellísimo. Ahora todos esos edificios están hechos mierda, y los pobres locos están haciendo fogatitas para tener calor en el parque, todo muy venido a menos. Es como un palacio hecho mierda.
El chico murió en el 70, pero vivió ahí. Era tan mal tipo este Videla que incluso a su hijo, que era oligofrénico y epiléptico, lo internó en este lugar que es como te estoy diciendo: un horror, y lo abandonó. Estamos escribiendo una historia que no es exactamente realista. Nosotros la situamos en plena dictadura; el chico ya había muerto para entonces. Bueno, es una historia que sucede allí con este nene.
Eso por un lado, y después yo estoy escribiendo una novela acerca de la mujer de Martín Fierro, que en el libro Martín Fierro apenas está mencionada como “La china”. No sabemos nada de ella, entonces podemos inventar cualquier cosa, y me estoy divirtiendo. Era mejor persona que Martín Fierro, viste que Martín Fierro es un asesino porque mata de borracho. El libro hace además un retrato de los indios muy tendencioso, muy ligado a la política de la época. Hay un montón de libros contemporáneos y anteriores a Martín Fierro que cuentan cómo eran los pueblos originarios de Argentina y eran gente maravillosa. Él dice que solo gritaban -por ejemplo en Martín Fierro,  ¿Hernández, no?- y es mentira. Lucio Victorio Mansilla que fue hacer la famosa expedición a los indios ranqueles cuenta que lejos de gritar, lejos de ser incapaces de palabra articulada, eran tan ceremoniosos como los japoneses, que te querías morir, ibas algún lugar donde habían 20 jefes de los serían mapuches. Ranqueles les decía él. 20 jefes ranqueles, cada jefe se tomaba 20 minutos para presentarse, para desearte buenas cosas, para preguntarte por tu familia, contarte como estaba la de él. O sea, como una ceremonia asiática y que él se quería morir. Lejos de que fueran incultos; si no de lo demasiado cultos y ceremoniosos que eran.
-Muy contingente al conflicto chileno mapuche.
-Acá es muy fuerte; allá en Argentina mucho menor. Lo que pasa allá es que los mapuches no están organizados con tanta fuerza como acá en Chile. Porque motivos para que haya conflicto hay millones. De hecho les sacaron toda la tierra y les dejaron un pedacito chiquitito, pero me parecen que se han hecho menos fuertes. Allá les pegan bastante. Los mapuches no son ni argentinos, ni chilenos, son mapuches, y tienen que pelear todos juntos: argentinos y chilenos. Como una nación asociada, como un Estado asociado. Quieren autonomía. No se los van a dar. Pero tienen razón, ojalá que puedan lograrlo- finaliza Gabriela Cabezón.
 

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Nona Fernández, Jeremías Gamboa, Gabriela Cabezón y Antonio Xerxenesky

 
Gabriela hace la maleta y se va de Chile. Quién sabe si encontró lo que buscaba en un país como el nuestro.
“Argentina es una novela, por lo tanto es falsa o por lo menos mentirosa. Buenos Aires es tierra de ladrones y compadritos, un lugar similar al infierno, donde lo único que valía la pena eran las mujeres y a veces, pero muy raras veces, los escritores. La pampa, en cambio, era lo eterno. Un camposanto sin límites es lo más parecido que uno puede hallar. ¿Se imaginan un camposanto sin límites, pibes?…”
¿Recuerdan quién escribió eso?
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En el caso de Gabriela es doblemente halagador: ella es mujer y escritora. Y para más remate no se hace problema con los licores: si no hay vino blanco toma cerveza. Aunque sea la peor cerveza de Chile. Como diría un tipo sencillo y bien intencionado: Que Diosito me la cuide, y le dé larga vida y muchas novelas… Así sea.https://youtu.be/93h3BCHci8s

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