Siete colegiales

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Por Hugo Dimter P.
Fotos de Juan Manuel Nuñez M.
 
En estos momentos no sé si pensar (sobre la crisis que se vive en Chile) con alegría o tristeza. Agradezco que nuestros muertos -sí, nuestras madres y nuestros abuelos- no vieran lo que sucede en el país. Muchas de ellos fallecieron  antes que la crisis estallara. Por un lado es tan malo: ¿Cómo explicarles que hoy se viola y tortura? ¿Cómo explicarles qué hay 20 muertos, 23 desaparecidos, y cientos de heridos?, qué hay mujeres sufriendo abusos sexuales, que les disparan balines en la cara y que cualquier atisbo de reclamo es reprimido con una violencia salvaje, inconcebible. ¿Cómo explicar el miedo de que tu hijo sea secuestrado, asesinado con un tiro y dejado en un lugar que luego es incendiado? No hay respuesta a eso.
Las autoridades saben lo que ocurre pero no les importa. Nunca les ha importado. Para ellos un televisor vale más que una vida. Un supermercado vale más que cien vidas. Hablan de saqueos cuando son ellos los grandes saqueadores de un pueblo que se cansó de morir en el pasillo de un hospital esperando una ayuda que nunca ha llegado. Ni en dictadura ni en post dictadura. Ahora hablan de unión cuando matrimonios de ancianos se suicidan tomados de la mano. Hablan de progreso cuando tenemos la tasa más alta de suicidios juveniles y las más altas tasas de stress, de drogadicción y desigualdad en el mundo . Este gobierno y los otros junto a la clase política reniega de la violencia cuando ellos han permitido la vía libre al robo, a la colusión y las estafas de cuello y corbata. Sin embargo la violencia está en la periferia, en las poblaciones, en el block de departamentos donde siete personas viven hacinadas en 55 metros cuadrados viendo en la television todo a lo que podrían tener acceso si tuvieran dinero. Pero no pueden llegar a fin de mes pese a levantarse a las seis de la mañana y volver a las diez. No se han esforzado lo suficiente, dicen. Son flojos, quieren todo gratis. Todo gratis cuando en este país nada es gratis, como lo ha dicho Piñera. Entonces la plata pasa a ser el Dios que válida o no una vida. Salud, pensiones, educación y vivienda son cosas en las cuales se debe tener dinero mientras por otro lado Impunidad es sinónimo de dinero. Con plata puedes hacer lo que quieras. Maltratar al que no lo tiene, decirles que son rotos, que no pueden estar cerca de quienes sí lo tienen. “El lujo nos humilla, y el garrote nos golpea”, decía Galeano. Clasismo, arribismo y privilegios van de la mano de ese monstruo que asesina impunemente y devasta nuestros recursos. Sí, señores: nuestro país. Porque este es nuestro país. No es solamente de ustedes. Eso lo tienen claro, cierto?
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“Nadie me respeta”, dijo Piñera tras la revuelta del Metro. “Falta castigo ”, aconseja Chadwick. Y entonces saca los militares a la calle cuando las manifestaciones ciudadanas iban aumentando cuál bola de nieve. El terror se vende más fácil que los Súper 8. Es fácil vender el terror, sobretodo si hablas antes con los dueños de los supermercados y les explicas que los van a saquear, pero que aún así todo será mejor luego, porque eso dará pie a establecer el estado de excepción y el toque de queda. Ya hay caos. Más tarde te reúnes con los directores de los canales de televisión y les dices que implementen un estado de terror en los noticiarios y matinales. Es un plan lógico. Salvo por el hecho que el 90 por ciento que no ha saqueado nada salga a la calle y diga “basta, no queremos más maltratos del sistema”. Chile despertó tras silentes largas décadas y esto recién comienza. Nadie va a aceptar migajas cosméticas que cambiarán un poco el panorama para luego seguir igual. La gente no quiere más mentiras e injusticias. Ahora van por una asamblea constituyente y una nueva Constitución. Cómo van a detenerlo? Dirán que tenemos armas de destrucción masiva?
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No es usual tener un limón en el bolsillo. No es usual tener agua con bicarbonato en una botella. La policia dispara gases lacrimógenos a la muchedumbre. Galeano decía que el mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar… Chile tiene claro quienes son los indignos. Usan la mentira y la brutalidad. Dicen que defienden la paz y el orden a punta de balines disparados a los ojos., y represión hasta con parvularias. Son ellas el enemigo? Parece no haber límite. Quieren que no veamos lo que sucede. Pero aunque nos dejen ciegos habrá alguien que lo haga. Escucharemos los disparos y sabremos a ciencia cierta quienes son los indignos. Caminaremos sonriendo y cantando. Tal vez un día, dos, un mes, un año, pero caminaremos. Caeremos en la marcha, nos dolerá y sentiremos cansancio pero aún así avanzaremos.
Curioso el caso de la ONU. ¿Cuál es su real papel? ¿Mirar para el lado o denunciar y sancionar? Ha llegado y la policía adopta un papel tan o más vergonzoso: ataca a mujeres con carteles. Le dispara a un integrante del INDH siete perdigones. Esa es su forma de generar más odio y más violencia.
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Hay personas -jóvenes sobre todo- desaparecidos. Secuestros en las propios domicilios de líderes estudiantiles. Sin embargo nada de ello se informa en los noticiarios. Solo saqueos e incendios. Las periodistas dicen en la TV qué hay un gran incendio en Alonso Ovalle con la Alameda. Ni siquiera conocen la ciudad. Deberían rodar varias cabezas en los canales, en las FF.AA. y en el gobierno. No solo las de Chadwick, Pedro de Valdivia y Cornelio Saavedra.
La ciudad arde y el humo lo envuelve todo en un escenario caótico y liberador. El caos genera un orden nuevo al terminar. El escenario ha cambiado y la correlación de fuerzas también. Lo social pasa entonces a tomar la delantera por sobre lo político. El grito de la muchachada se escucha desde lejos. Qué habría sido de este país si esos siete estudiantes con la camisa afuera no hubieran evadido el Metro? Todo marcharía igual y los políticos dormirían en los laureles por un década más. En ese instante los colegiales eran la punta de iceberg. Luego se sumaría el resto de la población. Incluyendo los saqueadores de verde y de color que en nada favorecen y son antirrevolucionarios. Ya se han visto diversos videos donde los propios estudiantes les quitan los televisores plasmas. Luchar no es robar y la rabia no tiene nada que ver con llenar una camioneta con cosas para luego ir a vendérsela a un reducidor. El lumpen es la clase social más baja y no tendría conciencia social. ¿Será tan así? Pues a todas luces lo pareciera. Eso está salpicado de un babeo que emiten aquellos que nunca han estado a veinte metros de un zorrillo o un guanaco. Y por otro lado es una bestia que fue creado en ese laboratorio llamado Neoliberalismo, así que no deberían asombrarse.
 
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Lo bueno es que la gente despertó. Y ha dicho alto y fuerte: “Nos oponemos a la mentira, a la muerte, a la desigualdad y a la cultura del horror y lo banal por sobre el ser humano. Nos oponemos a esta clase política que legisla con sobornos y que vende hasta su madre por una tajada de la torta. Ya no los queremos ver ni saber de ellos. No queremos empresarios abusadores. Queremos una nueva Constitución y vivir dignamente. Nada más y nada menos”.
Esta Constitución ha sido objeto de constante debate y cuestionamiento desde el momento en que fuera aprobada en 1980. Es la Constitución de Pinochet. Ideada por Jaime Guzmán. Una carta fundamental escrita con sangre. Iindependientemente, ésta ya no proporciona un marco normativo adecuado para los desafíos sociales, económicos y políticos que Chile necesita. Este es el momento. Todos dicen que es necesaria. Así que vamos por ella.
Me ronda una pregunta y un sentimiento. Sigo pensando en los cuatros muertos en Kayser, la fábrica de Renca. Qué pasó realmente? Lo sabremos algún día? Qué ocurrió en las oscuras mazmorras de las comisarías? Qué conversaciones secretas se llevaron a cabo en el palacio de La Moneda?
La gente mira sus celulares con inusitada atención. Busca respuestas y actos heroicos en una épica olvidada. Se asombra que los jóvenes toquen en violín o la romperá en medio de un callejón oscuro de militares. Su música no acabará nunca.
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Chao APEC y COP25. Eran una farsa y no estamos para farsas. Solucionemos los problemas urgentes y luego adoptemos posturas internacionales en varios campos que sean de debate ciudadano. Para eso se ha luchado estos días. Acá no hay héroes ni líderes. Esta es una avalancha que desea otro Chile, más justo y más solidario. Distinto al actual. Es hora de hacer otro Chile, y vamos por ello. Pensar que todo esto comenzó con siete colegiales disconformes, con siete colegiales hijos y nietos de un país desigual y cruel. Es entonces que se desencadena la crisis y uno llega a la conclusión que muchas veces no merecemos los gobernantes que elegimos. Es cierto. Pero en esta supuesta democracia, lamentablemente, todo puede suceder. Inclusive el hecho de que muy pocos voten y decidan por aquellos que no hacen derecho de su deber cívico. Si estos son los tiempos mejores que más esperar de los peores.
No sigo escribiendo. La noche cae en todo Chile y mañana el día será esplendoroso. Y todo gracias a esos colegiales que despertaron a todo un país.
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