Por Hugo Dimter P.
Fotos de Sebastián Silva
Santiago de Chile.
Ricardo Pérez, guía de La Bicicleta Verde –entidad sustentable que organiza tours, entre ellos el de los Derechos Humanos, en un marco alternativo- explica a los turistas parte de los sucesos que comenzaron el 11 de septiembre de 1973 cuando la Armada se toma el puerto de Valparaíso y en Santiago el Presidente Salvador Allende es cercado en La Moneda. Los extranjeros quieren saber acerca de la vida política de Chile durante 17 años de dictadura en una de las etapas más trágicas de un país donde nada volvería a ser igual.
¿En qué consiste este tour? ¿Qué se dice? ¿Cómo se explica algo tan delicado?
Se lo contamos en las siguientes líneas.
La Bicicleta Verde
En Santa María 227, a un costado del museo de Bellas Artes –cruzando el río Mapocho- se ubica La Bicicleta Verde, el organismo que realiza diversos tours por la ciudad (la mayoría en bicicleta) recorriendo lugares interesantes donde los extranjeros adquieren una visión de Chile y los chilenos. “La cultura local es increíble. Chile es un lugar increíble para visitar”, afirman los de la Bicicleta Verde en su página de Facebook.
Comida típica, cultura y negocios pintorescos son los paraderos. Pero existe un tour diferente: el de los Derechos Humanos. Peter Murphy, de Osawatomie, Kansas (USA), es el director de los ciclistas verdosos. Y el cerebro de una empresa no convencional.
“La idea nace de una demanda creciente por parte de los turistas – especialmente europeos – que están interesados en la realidad política de los países donde van. Si los chilenos quieren que sea, o no, la historia de Allende-Pinochet es una de las cosas por las cuales Chile es más conocido. Obviamente el país tiene mucho que ofrecer, desde los vinos, la cordillera de los Andes, y la Patagonia, entre otras cosas. Pero su reciente historia política es llamativa. Yo vine para estudiar mi magíster en la Universidad de Chile en Estudios Internacionales el 2004 con una beca de Rotary International. Desde 2006 soy profesor en la Universidad de Chile. Me enamoré de Chile, de su gente, su idiosincrasia, humor, los asados, su progreso, su historia. No puedo imaginar vivir en otra parte que no sea Chile”, señala feliz Murphy.
Los turistas cruzan calle y el panorama nos transporta al Trastevere romano pero estamos en Chile. El tour comienza. Ricardo Pérez nos da unas botellas de agua mineral y comienza a hablar. A explicar lo que vamos a hacer y lo que nos sucedió políticamente desde hace 30 años. “La visión que doy no es una institucional, si no personal. Trato de ser imparcial, de reflejar fidedignamente los hechos a través de mis estudios. Lo que busca La Bicicleta Verde con el tour es crear conciencia en la población y establecer un dialogo abierto, objetivo, y que la gente se haga su propia impresión. Crear una instancia para hablar de lo que nos pasó”, señala Pérez mientras acomoda su sombrero y sus ideas.
Anette y Emily Green, hermanas provenientes de Georgia USA, y ligadas al mundo de la investigación en marketing, escuchan con atención y preguntan con avidez, famélicas de información. Se advierte que las mujeres manejan el tema de los atropellos a los DD.HH. “Por supuesto que el tema nos interesa, además que el tour de los vinos era un poco caro”, señala Annette sonrojada. Son las tres de la tarde y el sol es cálido. Una bella tarde de junio en Santiago de Chile.
-¿Cómo sienten los chilenos hoy el proceso de los derechos humanos?- pregunta Emily.
Y Ricardo Pérez comienza a explicarles:
-Estamos bien divididos por ese tópico, pues todavía es una herida abierta para quienes sufrieron siendo víctimas; y por otro lado hay quienes niegan los abusos. A veces cuando hago este tour en español hay gente en la calle que me detiene y me pregunta por qué estoy hablando de esto, por qué les estoy mintiendo a los extranjeros. Esa es la parte triste de mi trabajo: Saber que hay gente que no conoce su propia historia queriendo defender a muerte a un asesino y un criminal”.
Le preguntamos a Pérez cuales van a ser los temas a seguir en el tour y nos dice: “Lo primero es un recorrido por la administración socialista: Cómo Allende llegó al poder. Cómo se intentó evitar que Allende asumiera con el asesinato del general René Schneider con fondos de la CIA. Cuál era la idea del camino chileno al socialismo. Y finalizamos esta primera parte con el boicot y la fiera oposición de los partidos políticos. Las diferentes acusaciones constitucionales que le hicieron a Allende y sus ministros. Y el posterior Golpe de Estado.
Verde esperanza
En el pantano del Santiago de los años 70 el cardenal Raúl Silva Henríquez supo moverse con destreza. Él había impulsado la Reforma Agraria desde el 62 en busca de elevar la producción y por ende las condiciones de vida del campesinado modificando la propiedad de los terrenos. Once años después nadie se oponía a Pinochet como él. Los derechos de las personas no debían sufrir atentado alguno. Pocos días después del 11 de septiembre de 1973 el cardenal Silva Henríquez visita a los detenidos del Estadio Nacional. Los militares comían papas fritas y torturaban. Fusilaban gente y tiraban los cuerpos al Mapocho. En los centros de tortura cometían aberrantes prácticas sexuales contra las detenidas incluso con perros. La impunidad era total.
En 1974 el Cardenal Raúl Silva Henríquez crea el Comité Pro Paz.
Después de un tiempo Pinochet le envía una carta al Cardenal. Ahí el militar le señala: “Por ello hemos considerado que el mencionado organismo es un medio del cual se valen los marxistas-leninistas para crear problemas que alteran la tranquilidad ciudadana y la necesaria quietud, cuya mantención es mi deber principal de gobernante.
Será, pues, un positivo paso para evitar males mayores, el disolver el mencionando Comité”, señalaba Pinochet en su misiva. El religioso acepta la recomendación del uniformado. Pero al día siguiente del cierre del Comité Pro Paz la Iglesia funda la Vicaría de la Solidaridad. Corría el 1 de enero de 1976. La Vicaría se erige como una tenaz oposición, albergando a las víctimas, conociendo sus casos y brindándoles apoyo legal, todo ello en un marco de creciente temor, pero a la vez con gran valentía. Pinochet denominó “curas rojos” a quienes levantaban la voz.
“Ningún totalitarismo puede ser un modelo de vida cristiano. Dicen que son cristianos, pero no creemos que lo sean”, le responde el Cardenal al periodista italiano Ricardo Benozzo. Pinochet se revolcaba de rabia en su sillón presidencial. El salesiano era un díscolo para los militares.
Eso es lo que ahora -35 años después- les está explicando el guía Pérez a los turistas en plena Plaza de Armas, al píe de la estatua del clérigo, y a metros del edificio que albergó a la Vicaría de la Solidaridad.
Le pregunto a Pérez si la gente que toma el tour sabe del tema.
-Eso depende mucho. Si toman el tour es porque esa persona algo sabe. En el caso de estas hermanas nacidas el 40 me señalan que en el 73 no se hablaba mucho de eso en USA. Ahora es más libre y amplía la información con internet y wikiLeaks. Antes era más manipulada.
Revolución con chicha y empanadas
La gente pasa escuchándolos hablar en inglés, como diciendo: “¿Y estos qué onda?”. Recorremos el Centro de Santiago de Chile con su gente apurada, con los taxis dando vueltas como moscos, con los vendedores ambulantes huyendo de la policía. Ahora el tour de los derechos humanos nos lleva al neoclásico palacio de La Moneda, sede del Presidente de Chile. El arquitecto italiano Joaquín Toesca, que la construyó en 1784, nunca pudo imaginar que la cal de la hacienda Polpaico, las arenas del río Maipo, las piedras del Cerro San Cristóbal; los robles y cipreses de los bosques valdivianos, más la cerrajería y forja española de Vizcaya; y 20 variedades de ladrillos para la construcción de dinteles, esquinas, pisos, molduras y muros iban a ser destruidos por aviones chilenos Hawker Hunter en 1973.
-¿Cuánto tiempo alcanzó a estar en el poder Allende?- pregunta una de las turistas.
– Mil días- contesta el guía.
¿Qué grado de culpabilidad tiene USA en el golpe de estado y el derrocamiento de Allende? es la pregunta que nadie quiere hacer. Las hermanas Green saben del papel de Estados Unidos en el derrocamiento del socialismo con chicha y empanadas el 73. “Muchos de los turistas norteamericanos sienten un grado de culpabilidad con la política de Nixon y Kissinger por parte de su país”, nos confidencia el guía Pérez. ”Algunos estadounidenses tratan de entender y reconciliarse con eso que hizo su gobierno. De saber qué hizo tu gobierno antes de que tú tomes partido. Algunos por supuesto que se sienten avergonzados”, finaliza Pérez.
-¿Qué hubiese pasado si Allende hubiese resistido y sus seguidores hubiesen luchado en La Moneda y en la ciudad?- pregunta uno de los turistas.
– Hubo una pequeña respuesta, pero la gente acá en Chile no estaba preparada para una revolución, por eso era tan emblemático que Allende fuera elegido democráticamente y no por una revolución. En Chile la gente no es así: violenta. Somos más callados, más pasivos. No como en otros países aguerridos. Hemos tenido ejemplos, pero de hombres específicos, no de un pueblo que en su totalidad lucha- responde el guía.
Londres 38, campanas y adoquines
Ahora, una tarde de junio del 2011, el guía está en la adoquinada calle Londres en Santiago Centro –corazón de la urbe- frente a la casa que lleva inscrito el número 38. En ese lugar, ex sede del Partido Socialista, se torturó a dos mil personas, de las cuales 96 desaparecieron, desde septiembre del 73 por espacio de un largo y angustiante año.
Los turistas del tour caminan con una vitalidad casi paranoica; como las tropas caminan en el desierto o los predicadores en la calle. Se advierte que tienen oficio.
El 16 de septiembre de 1973 el matrimonio argentino, compuesto por el comerciante farmacéutico Carlos Adler Zulueta y la mendocina -y licenciada en Filosofía y Letras- Beatriz Elena Díaz Agüero, ambos de 26 años, fue detenido en la torre 12 de la remodelación San Borja.
El caso de este matrimonio es el típico de delación. Ellos vivían en una de las torres de calle Portugal y una vecina señaló que ella pertenecía al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), que eran extremistas extranjeros. La pareja, que esperaba un bebé, fue el elemento puesto en el lugar y en la fecha equivocada. El hecho que fueran argentinos aumentó más la ira de los militares que los recibieron en Londres 38. La mujer pese a se incipiente estado de gravidez fue torturada y sufrió todo el rigor de este centro de represión, ubicado en pleno centro de Santiago, a pasos de la iglesia San Francisco Alameda. De hecho muchos prisioneros reconocieron a posterior el lugar por las campanadas que fueron retenidas para siempre en su memoria. Beatriz Díaz escribía poemas, uno de ellos fue profético: “con alas tendidas de manos quebrantadas…no me quejo”, decía.
Por Londres 38 pasaron figuras insignes de la represión: Osvaldo Romo, Miguel Krassnoff Marchenko, Vasclay Zapata, Alvaro Corbalán, y Manuel Contreras “El Mamo”, el jefe de la DINA, que luego se denominó CNI (Central Nacional de Inteligencia). La “elite” de los torturadores. La maldad hecha carne en una representación del mal durante el Chile de los 70. Cuando se comenzaron a investigar los atropellos a los derechos humanos se le cambió la numeración a Londres 38 pasando a ser número 40. De esa forma se dilataban las investigaciones de los jueces. Pero el 38 no es 40. Los militares trataron de cambiar el orden de las cosas pero eso es imposible. La verdad de las cosas es inalterable. Sólo Dios lo puede hacer; pero no lo hizo. Y la verdad salió a flote.
El frío silencio de los muertos
Nos vamos en Metro De Londres 38 al Cementerio General. Las hermanas Green están un poco acaloradas, van más de dos horas de caminata y el sol le da calidez a la urbe.
El cementerio General de Santiago está ubicado en el 951 de la vía Profesor Alberto Zañartu en la comuna de Recoleta. Un típico barrio obrero, uno de los más antiguos de la capital. Algunos niños andan en bicicleta en las afueras del camposanto riendo. Más allá de los muros el frío de los muertos ventila las lápidas. La tumba de Violeta Parra yace al inicio. A pocos metros el Memorial de los detenidos desaparecidos se erige como negación del olvido. Los nombres de 2.279 personas abofetean al visitante, y la gente se pregunta ¿Cómo pudimos llegar a una situación tan desgraciada?
“Todo mi amor está aquí, y se ha quedado pegado a las rocas, al mar, a las montañas”. Eso dice el poema de Raúl Zurita en la parte superior el Memorial. Más allá, a pocos metros de la tumba del cantante Víctor Jara, se ubica el Patio 29. Es el nombre del lugar donde los militares enterraron en forma clandestina los cuerpos de cerca de doscientos chilenos. A pesar de las modestas cruces el área se ve colorido. Pobre pero feliz. El viento hace girar unas veletas de colores vivos que cuelgan de los fierros y las lonas. No se ven muchos visitantes un miércoles y ello le da una paz al sitio que parece dormir siesta. Sabemos del proyecto para remodelar este sitio tan importante; pero hasta el momento es sólo un proyecto, nada más. De hecho las cruces sin tumbas son un insulto, y la constatación de que eran gente pobre.
Bajo la lluvia y el viento
temblorosas manos de obreros chilenos
escarban en busca de verdad
la sagrada tierra, en el patio veintinueve
del viejo cementerio
El poema es de Hernán Dufey, poeta chileno de origen suizo.
…Una operación binaria
¿Faltan lugares en el tour? Por supuesto. El museo de la Memoria es el más entrañable. Pero lamentablemente los lugares de detención fueron muchos y se necesitarían muchas horas para visitarlos.
-Hemos hecho este tour porque nos interesa el tema de los derechos humanos en el mundo. Sabíamos del golpe militar y de la dictadura, pero queríamos hablar con alguien del propio Chile para saber de esa experiencia. Cuando viajamos a otro país tratamos de impregnarnos de la cultura y saber la propia visión de sus habitantes- señala Anette, una de las turistas mientras disfruta un mote con huesillos en un break en las afueras del campo santo.
-Es diferente leer la historia a estar ahí y saber lo que pasó. Estar en La Moneda y ver la puerta de Morandé 30 por donde sacaron el cuerpo de Allende envuelto en una alfombra, ver el sombrío interior de Londres 38. Eso lo hace más real. Más emocional- manifiesta Emily, una de las turistas.
-¿Luego de hacer el tour difiere la visión de Chile que tenían?
– Antes de venir a Chile no teníamos una visión tan clara, que acá complementamos con una impresión más completa. Ahora tenemos una opinión. Admiraba a Michelle Bachelet desde que asumió la presidencia y estoy feliz ahora que trabaja para las Naciones Unidas. Ella es un ejemplo para las mujeres y la admiraba desde hace mucho. Tenemos la mejor opinión de Chile: la gente es amable, la ciudad funciona, el sistema de transporte funciona, hay naturaleza que a nosotros nos encanta. Queremos volver a Chile lo antes posible. Llevamos sólo dos días acá, pero tenemos la mejor de las opiniones- señala una de las turistas provenientes del sur de USA donde se practicó la esclavitud y nació el Ku Klux Klan en una sociedad muy conservadora, como ella misma nos confidencia.
Epilogo
La mayoría de nuevas generaciones conoce poco de los sucesos acaecidos durante la dictadura. Algunos han escuchado muy superficialmente lo que pasó. Pero la cicatriz está ahí, aún a carne viva, a pesar de que todos dicen haber “dado vuelta la página”, y de pensar en el futuro. ¿Pero cómo hacerlo sin analizar el pasado? En la sociedad chilena existe consenso en que los militares cometieron excesos brutales, pero también que, económicamente, potenciaron al país, a un alto costo y con una herencia económica que aún nos esclaviza. La clase alta se vio beneficiada en su unión con el régimen de Pinochet, quien con el paso del tiempo dejó la imagen de los anteojos oscuros para transformarse, hasta su detención en Londres el año 1998, en un abuelito enfermo en silla de ruedas. Los criminales militares fueron a cumplir sus condenas a una cárcel de lujo con piscina, cancha de tenis e internet y Chile caminó hacia el liderazgo en Sudamérica. Un sendero lleno de espinas y dolor.
¿Nos hemos reconciliado?
“Siento que la reconciliación, por el pasado político en Chile, está en etapas diferenciadas, por diferentes experiencias generacionales. Esto va desde el deseo de olvidar, una rabia acumulada, hasta el uso de la policía y políticos de la derecha como blanco por injusticias que pasaron hace 30 años. Chile vive un proceso de reconciliación sociológicamente retardada en comparación con el régimen democrático conciliado que lideró el proceso del NO” sentencia Peter Murphy, el líder de los bicicleteros verdes.
Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo pasará para reconciliarnos. Tal vez las nuevas generaciones, finalmente, den por zanjado el tema. Tal vez las diferencias continúen, pero los errores deben corregirse. Hemos llegado al final del tour.
Estamos en el mausoleo de Salvador Allende. Nuestro amigo Pérez, el guía, lee parte del último discurso de Allende en radio Magallanes. Los turistas guardan silencio. El mausoleo en su parte superior forma una U rígida y alargada. El guía llama a los turistas para que avancen unos metros. Y desde ahí, unos veinte metros al norte, Pérez señala que es la mejor vista del mausoleo. Por entre la U fría y cuadrada se ve una cruz. Se ve el símbolo más importante de toda la humanidad… Una cruz. Como si Dios estuviera vigilando. Advirtiendo las cosas buenas y malas que hacemos. El Bien y el Mal. Una alternativa binaria. Como que 38 no es 40.