Sampaoli, un chileno de élite

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A ganar en Lima
Por Rafael Walker
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Imagínese, por un instante, que hablamos de una empresa distinta de la ANFP. La que usted más deteste, o a la que más adhiere, a la que le destina todas, o la mayoría de sus deudas. Imagine un gerente general que se pasa por buena parte las licencias médicas. Que obliga a los trabajadores a realizar su labor enfermos, convalescientes, o en pleno trabajo de recuperación.  Eso no lo hace por malvado. No, por favor. Lo hace porque se deben cumplir las metas que la empresa se ha planteado. Todo vale, el fin justifica los medios.
Usted estaría pidiendo cárcel, a lo menos, si es que no lo linchó ya a través de las redes sociales, o ha ejercitado su conciencia cíviva arengando a los trabajadores para que lo procesen judicialmente.
Supongámos ahora que se trata de una empresa manufacturera, empacadora, o una constructora. Medios de producción en los cuales los trabajadores utilizan sus extremidades, su cuerpo, su físico en general. Y que si los “invitan” a trabajar enfermos, con seguridad su futuro se verá limitado en el tiempo. Ahora, si “la vida laboral” de esos trabajadores es de 15 años, bueno, qué decir, casi un crimen. Tribunales laborales ahora, ¿o no?
Pero estamos en Chile, aquí eso se oculta, o no importa tanto pues no me pasó a mí.
Cuando quien lo hace es el entrenador de la selección chilena de fútbol profesional, don Jorge Luis Sampaoli, no sólo está bien, es lo que corresponde si queremos ser…(llene usted el blanco), y Sampaoli es un modelo a seguir, es un maestro.
Los trabajadores son una herramienta más, la fuerza de trabajo, reemplazables por esencia. Y cuando no se puede reemplazar, pues bien se fuerza esa pieza a resistir más allá de la capacidad para la que fue elaborada, si se rompe, bueno, después veremos qué pasa.
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Méritos éticos, morales, de respeto a las personas, don Sampa no tiene. Debe, y mucho. Futbolísticos sí, qué duda cabe. Tomó un grupo que viene trabajando juntos hace 9 años. Primero con Sulantay en 2007. De ese equipo del Mundial juvenil de Canadá irrumpieron Vidal, Medel, Isla y Alexis. Toselli y Carmona también.
Luego, aparece Marcelo Bielsa en el escenario chileno. Toma ese esqueleto creado en Canadá, le suma los cracks del exitoso Colo Colo de Borghi, más algunos otros retoques, e impone su estilo. Chile jugará al ataque, tal vez por primera vez en su historia. Exige una gran preparación física, psicológica y profesional. Bielsa prepara jugadas en fútbol reducido, las repite mil veces. Revisa videos, los edita, los estudia, los muestra a su plantel, los educa en fútbol, también, como nunca antes en la historia. Y Chile vuelve a los mundiales, Sudáfrica 2010, luego de 12 años de abstinencia mundialera. Hace un papel digno. Lo mismo que Acosta en 1998. Sólo que esta vez la selección gana partidos.
Pero, siempre hay un pero, Bielsa no llega a la Copa América de 2011. Cambios en la dirección de la ANFP con prácticas casi gangsteriles y escandalosas, y cambios de similar signo en el gobierno del país. Y el maestro Bielsa tiene principios, y para esos no trabaja, no no más. Como sea, Chile es bielsista, y quiere seguir jugando así.
¿Quién se atreve a comandar este buque? Muchos, por cierto. Pero de verdad, un par. El último exitoso en clubes fue Borghi, subcampeón de la Copa Sudamericana con Colo Colo. Relevo natural. Sólo que Borghi no es Bielsa, y no juega así.
No le va bien en la Copa América de Argentina. Empieza bien las clasificatorias para Brasil 2014: jugadas 5 fechas encabeza la tabla. Pero luego comienza a perder y el Mundial se aleja. Hay indisciplina, alcohol, mucho alcohol, llegadas tarde, o derechamente no presentación, y claro, Borghi es blando. Los jugadores abusan. Y no es blando, no es cierto. Toma medidas: Beausejour, Carmona, Valdivia y Vidal son separados del plantel. Pero ya da lo mismo, Borghi debe irse. Y el inefable Jadue, presidente de la ANFP, es sorprendido en una playa del litoral central en amena conversa con don Sampa. No sea usted mal pensado, sólo conversaban del clima. Niegan que se estén cagando a Borghi, como lo haría cualquier malandrín pillado con las manos en la masa.
Don Sampa ya ha logrado un título continental. La Copa Sudamericana con la U, y tres títulos locales al hilo. Y dice ser discípulo de Bielsa, caído del cielo. Volverá la disciplina, el trabajo obsesivo, el fútbol de ataque. Y claro, regresa. El tronco de Canadá 2007, el Colo Colo de Borghi, y su propia U 2011 – 2012, correctamente entremezclados, conforman el grupo que clasifica a Brasil 2014. Y le va bien, logra lo mismo que Acosta y Bielsa. Sólo que le gana al campeón vigente, España, y es eliminado por Brasil en definición a penales. Regreso triunfal, Alameda, La Moneda, carnaval.
Don Sampa tiene contrato vigente, pero quiere irse. Le llegan ofertas. No lo dejan, viene la Copa América y hay que ganarla, como sea.
Y se queda, y la gana. Usted sabe la historia, seguro, mejor que yo.
Quedan heridos, eso sí, por ahora sin víctimas fatales. Aránguiz no soportó. Recién llegado a su nuevo club alemán sucumbió. Éste ya había expresado su molestia anteriormente con los métodos del nuevo gurú, y le costó caro. Pero debió volver, con la frente marchita, y su herramienta de trabajo también. Ya le había pasado en la U, Don Sampa lo reventó.
Vidal jugó el Mundial 2014 a 20 días de haberse operado su rodilla derecha. Jugó con inflamación. Contra toda indicación médica. Sobre todo, la del médico de su club de entonces, Juventus. Peró jugó, a media máquina, con consecuencias aún desconocidas. Es que el jugador no quería perderse la oportunidad de estar en Brasil. Cierto, ha de ser verdad. Pero, el papel de un líder, por más chanta que sea, es otro. Proteger a sus trabajadores. Sampaoli no. Él exige, como se exige a si mismo. Y la hinchada lo venera.  Y el rey Arturo, en pago a sus sacrificios, quedó liberado de guardar compostura. Él puede pasarse por donde le parezca la conducta correspondiente a un deportista profesional, como su jefe a sus compañeros, y a él mismo.
Matías Fernández quedó fuera de varias nóminas porque se negó a jugar lesionado. Osvaldo González fuera de las canchas por meses. Canales y Paredes. Alexis y Pinilla. Medel. Haga memoria. Hay muchísimos más.
¿Y los médicos de la selección? Bueno, a los médicos de la selección don Sampa les exige al máximo, cómo se exige él mismo. Ellos están para recuperar jugadores para el partido siguiente. Nada más. El futuro no importa, tal cual. Si quedan cojos, mancos, con patologías crónicas, no importa. Ya habrán dado todo por Chile, la bandera, el escudo, la cordillera, y Sampaoli, claro.
Y…¿Por qué juegan entonces? Por varias razones. Primero, porque las federaciones nacionales tienen el sartén por el mango, y las negativas no son bien vistas, y tienen poder, vaya que lo tienen. Ellos nominan a todo muñeco que tenga pasaporte chileno sin letra L. Segundo, la selección es la máxima distinción para un futbolista. Su posibilidades laborales, y sus remuneraciones, se potencian en la liga que jueguen si son seleccionados. Si van a un Mundial, ni hablar, eso es total. Tercero, a un futbolista que rechaza una nominación porque el entrenador nacional es muy exigente, se le cierra toda posibilidad de crecer y escalar en su profesión. Nadie quiere a alguien que no soporta presión o una preparación rigurosa. David Pizarro pudo hacerlo, pero sus argumentos tenían que ver con la indisciplina de sus colegas. Y éstos se esmeraron, año tras año, en darle la razón.
Don Sampa es un santo, un ídolo, un modelo. Es ganador. Y trabaja, y harto. No tiene muchos escrúpulos, el fin justifica los medios. Manda a espiar, fotografiar, filmar a sus rivales. No le importa qué tengan que hacer sus empleados para lograrlo, sólo resultados. Como Piñera. Como Moreira, Rossi, Von Baer, Golborne, Jovino, Peñailillo. Funciona así porque puede, porque eso es impune, porque tiene poder.
Como la élite chilena. Actúa así porque puede. La élite elude impuestos, comete fraude, cobra intereses de manera unilateral, se colude en los precios, emite boletas y facturas fruadulentas, compra y vende políticos. No sé de don Sampa y sus impuestos. Sí sé que explota a sus trabajadores, abusa, los destroza, porque el fin justifica los medios. Como cualquier empresario o ejecutivo chupasangre.
Y el chileno que no es de élite, ¿también? Si puéh, también. No respeta las filas ni la luz roja, no roba sólo porque pueden pillarlo, no paga la micro ni el Metro, se cuela donde puede, no le importa convertir en drogadictos a su vecinos de toda la vida, ni a sus hijos, para ganar más lucas. No ve, el fin lo justifica todo.
Don Sampa es como los chilenos, como todos. Y le va bien, como a las grandes empresas. A Brasil le ganó bien. Y ojalá gane en Lima. Sí, yo también quiero eso. Me gusta el fútbol de ataque, que genera oportunidades de gol, que presiona, me gusta el espectáculo. Sólo que prefiero a un tipo como Bielsa. Que respete a sus jugadores. Que tenga ética y principios. Que tenga conciencia, a diferencia de la élite, que debe ser más probo que Contralor General. ¿Sabe por qué? Hay niños y niñas mirando.

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