Por Arturo Jaque
Un signo de la actual situación política chilena, y también en el plano mundial es la confusión. Si se observa con atención los entornos sociales y las operaciones que ocurren se concluirá que el signo es el señalado.
Hay causas y razones. El mundo actual está segmentado en clases sociales, la verdad es que esto no es de ahora, esa realidad cursa siglos. No hay que ser necesariamente marxista para comprender o, por lo menos, darse cuenta y, por último, intuir que es así. Quien siga aquella doctrina obviamente tendrá mayores fundamentos científicos para una más cabal comprensión. En una sociedad así configurada lo que reina es la injusticia. Asistimos más localmente, a la emergencia y a la proliferación de muy diversos ” referentes ” políticos que pregonan diagnósticos, soluciones y panaceas. Se podrá decir que tales apariciones constituyen un derecho, algo así como cada cual con su opinión… Existen muy distintas experiencias históricas locales y mundiales de una gran ” pedacería ” política, esto es, de juntarse para…, casi todas sin buenos resultados, o de efímera existencia.
Gobernar en una sociedad injusta no es fácil, inclusive para quienes defienden ese orden, y más difícil aún es trasformar esa sociedad y ese orden. La evidencia es que sin la energía de las ideas, de la inteligencia, de la cultura y la acumulación de fuerzas no es posible el progreso y el desarrollo de la Humanidad.
Como está dicho no se trata solo de explicar el mundo, y los fenómenos que suceden en la sociedad, de lo que se trata es de la transformación de este mundo y de esta sociedad para el bien de todos.Y esa transformación ha de ser un proceso permanente porque es dialéctico, porque así es la vida.
Las fuerzas progresistas, de izquierda, revolucionarias están obligadas por imperativo histórico a despejar la confusión, alzar la mirada, concretar la unidad y echar andar.