Eduardo Milán

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La poesía… Una carne y un postre

 Por Hugo Dimter. Fotos de Miguel Lecaros.

 
Para alguien práctico, tal vez para un guerrillero como para un ingeniero, pareciera que la poesía no pudiera servir de mucho y sin embargo, tal vez, un guerrillero o un ingeniero civil en informática lean poesía. ¿De qué sirve la poesía?- le pregunto al poeta uruguayo Eduardo Milán.
– En ese sentido la palabra “sirve”es una palabra que a mí no me gusta porque vivimos en una sociedad absolutamente servible. Donde todo tiene que tener una utilidad precisa. La poesía, en ese sentido, no tiene una utilidad precisa; o sea, es algo para quien quiere ir. Hay que querer ir a la poesía. Por ejemplo la televisión es ya obligatoria, es impuesta, ¿sí? La poesía tiene que manifestar de alguna manera un interés, que es otra palabra que no me gusta, un interés del lector. Porque, en ese sentido, la poesía no sirve para nada. O sea, qué vas a hacer con la poesía salvo leerla. No se puede. Podés llamar poesía a una escultura, podés llamar a un graffiti, o podés llamar poesía a un crepúsculo, o un amanecer. Pero el poema es inasible. Es algo que no se puede agarrar. Claro, si lo escribís arriba de una camiseta, agarrás la camiseta pero no agarrás el poema. O sea hay algo inaprensible y me parece fundamental,el hecho de elaborar cosas inaprensibles me parece una de las mejores cosas que le puede pasar al ser humano- responde Milán, el poeta uruguayo nacido el 52 y que habla para la llovizna.
En 1979 Milán se alejó de la dictadura charrúa y se fue a México. Un año antes había publicado su primer poemario, Esto es. Hoy tiene más de 30 libros, siendo Resistir (1994) el más reconocido.
Ese es brevemente Eduardo Milán. Un poeta y ensayista. El crítico admirador de Parra y Zurita.
Alquimia Ediciones, avizores ellos, ha publicado en Chile “Extensión de la corteza. Re/insistencias sobre poesía latinoamericana”. Pero volvamos a lo que nos convoca, la entrevista:
 
– Ahora, ¿un poeta tiene que darle esperanza al lector? Ahí hay un artilugio, tal vez, para ser más aceptado y notorio. ¿Hay poetas que les interesa vender más libros? Usted le hacía una crítica a Benedetti: que él tenía un público muy amplio porque le daba esperanza al lector.
– Hay poetas que trabajan al público cautivo. Con un publico cautivo quiero decir lo siguiente: tú escribes de determinada manera, de una manera que le llega, como se dice, al lector, y si entras por ahí lo más probable es que termines -si tú quieres escribir para el lector- dándole esperanza. Sabes por qué?Porque la gente necesita esperanza para vivir, y tú vas a terminar dándole al lector lo que el lector quiere. Y eso de alguna manera es lo contrario a lo que entiendo yo como poesía. Darle al lector lo que el lector quiere. Yo creo que, justamente, se trata de poner al lector en una situación infrecuente y no frecuente, porque nuestro mundo, nuestras vidas, están ya absolutamente programadas. Tenés que hacer esto, esto, esto, esto, y después morir. Y además morir. Entonces lo infrecuente de la poesía me parece su más alto valor. O sea, que te saque de ese orden y de esa normalidad.
 
– ¿Es el poeta un ser marginal? ¿Un excluido?
– No, yo pienso que en este momento no. Marginales son marginales, excluidos son excluidos. Vivimos en una sociedad donde hay muchísima gente excluida. Realmente, yo creo que si me invitan a la Feria del Libro en Santiago para que venga a hablar de poetas, o a leer poesía, como en mi caso, yo no puedo decir que soy un excluido. Yo creo que, de alguna manera, se está dando a eso un valor no categorizable fácilmente. Se le está dando un espacio y me parece todavía muy raro que en este mundo, que es el mundo del capital, se le dé un espacio. Me parece raro.
 
– ¿Pero esta Feria más que una Feria del Libro parece un mall?
– Es un mall. Pero, o sea, no seamos muy ingenuos: los libros se tienen que vender de alguna manera. Y además están expuestos como mercancía. Y por cierto, están caros acá los libros, muy caros, no sé por qué son tan caros.
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– Ahora, usted empezó a escribir poesía luego de la detención de su padre. Esa vocación poética nació antes, pero ese hecho aceleró el proceso tal vez.
– Aceleró el proceso y aceleró el proceso de publicación. Cuando mi padre fue a la cárcel yo tenía una necesidad muy grande de publicar, una cosa como de decir “aquí estoy, en esto estoy”.
 
– ¿Me puede contar un poco sobre ese hecho? Sobre el hecho de la detención de su padre, porque fue por ideales.
– Mi padre era integrante de un movimiento guerrillero llamado Tupamaros. Al igual que el Presidente Mujica. Y estuvo, también como Mujica, 12 años en la cárcel, en la misma cárcel, que se llamaba Libertad. Ya con esa ya daba. La cárcel no se llamaba Libertad como broma. Estaba en un paraje llamado Libertad y agarró el nombre del paraje.
Eduardo Milán FILSA 2014
 
– Referente a eso, ¿cuál es su opinión sobre la lucha armada? Porque todos esos movimientos por la derecha inmediatamente son catalogado de terroristas. Es lo primero que dicen.
– En estos momentos creo que el poder estaría contentísimo que hubieran respuestas violentas porque hoy te harían absolutamente pedazos con una velocidad absoluta, porque el nivel del armamento es infinitamente superior que el de hace 30 ó 40 años. Yo vivo en un país ahora, México, donde el narcotráfico es muy activo y hay una permanente situación de violencia. Si a eso le agregaras una violencia de carácter social claro. O sea si la gente se armara no habría pero ninguna posibilidad de hacer ni el menor gesto.
– ¿Por qué suceden cosas tan terribles en México? De hecho, por ejemplo la muerte de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa. ¿Y si esas cosas tan terribles influyen en su poesía?
– Mira lamentablemente el principal consumidor de droga del mundo es Estados Unidos. México tiene una frontera inmensa con Estados Unidos. Eso sí es un karma. La droga entra por ahí. Pero no sé. México tiene una tradición en el siglo XX… No te olvides que México tiene la primera revolución, que es una revolución como fracasada, abortada, que se efectuó en México antes de la soviética. Fue en 1910. O sea, claro, no era una revolución marxista. Era una cosa de alguna manera reivindicativa, se levantaron por la tierra. Una revolución campesina. Ahora, México había permanecido durante 70 años con un gobierno que de alguna manera había estabilizado un partido en el poder. El PRI. Hasta que llegó en el 2000 un gobierno alternativo. Y en 2006 el Presidente de ese partido alternativo que era el PAN declara la guerra al narcotráfico. Desde ahí no ha dejado de ser el ejercicio de violencia sistemático. Eso es horrible. Yo vengo de un país, que es Uruguay, donde el hecho de que haya existido una dictadura militar de 12 años marcó de forma absolutamente radical a la población. Yo no creo que nunca más en Uruguay haya ningún tipo de cosa así.
Eduardo Milán 2014-
– Usted se fue el 79. ¿No ha pensado volver a Uruguay?
– Yo voy a Uruguay. El problema sabes cuál es: tengo hijos en México. Mis hijos están grandes pero tengo uno todavía muy joven, tiene 18 años, y no estoy seguro que yo estaría bien si mis hijos están en un lugar donde existe tanta violencia y yo no estoy. Ese es un problema para mí. Y parece una paradoja o una cosa macabra, porque yo salí de Uruguay por la violencia y después de años caigo en un espacio que se vuelve totalmente violento.
– Pero hubieron momentos muy agradables.
– Claro, hubo momentos, sobre todo cuando llegué.
– ¿Como cuando ingresa a la Revista Vuelta?
– Yo fui a ver a mi padre que salió el año `85 de la cárcel y había pasado 6 años sin ir a Uruguay. Regresé porque ya había nacido mi hija que es la mayor, y cuando mi hija tenía 6 años yo me separo de la madre porque, bueno, así son las cosas. Me voy a Uruguay y cuando vuelvo ya no regreso a vivir con ella. Tenía que empezar de alguna manera todo de nuevo porque no tenía trabajo ya que pasé 6 meses en Uruguay. Fue mucho tiempo. Entonces cuando llegué la gente de la revista Vuelta me contactó para ofrecerme la secretaría de redacción de la revista porque el que era Secretario de redacción iba a pasar a Jefe de redacción. Y yo le dije “Mirá, yo no puedo agarrar esto. Yo no puedo ser secretario de redacción porque a mí lo que me interesa es escribir y no puedo estar metido en una revista dale y dale porque lo más probable es que el hecho de estar todo el tiempo con material literario me quite las ganas”.  Y Octavio Paz no lo podía creer.  Me llamó y me dijo: “Ven a mi casa, vamos a conversar. Cómo es posible? Le pareció mal el salario?”
“Pero si a mí ni siquiera me ofreció ningún salario”, le respondí a Octavio. A Aurelio Hassan,,el tipo que me ofreció el secretario de redacción en ese momento yo le dije: “Mirá, yo no puedo”. Entonces Octavio me dice: “Yo hubiera hecho lo mismo. Y por qué no lo colabora en la revista?” Yo hacía traducciones. Le dije: “Yo colaboro en la revista Octavio. Pero es mensual y bueno no voy a pasar haciendo traducción en una revista mensual. A veces hay cosas para traducción, otras veces no, otras veces yo no traduzco del ruso del chino”. Y Octavio Paz me dijo: “Escriba una columna”. Le dije: “Pero en Vuelta no hay columnas”. Paz me respondió: “Invente una columna”. Entonces inventé una columna. Y durante tres años hice una columna sobre poesía y di a conocer una cantidad de escritores latinoamericanos jóvenes que en México no se conocían, y chilenos por supuesto. Parra era un tipo conocido. Una de las primeras cosas que hice en México cuando escribí fue publicar un texto sobre Parra. Escribí bastante sobre Parra, es uno de los poetas que me han interesado más y me parece un poeta fuera de serie. No hay otro así no? Y es muy difícil hacer lo que hace Parra, y el que se mete a hacer una cosa así sucumbe porque aparentemente es muy fácil, pero es muy difícil, porque puede que estés al borde de hacer siempre una estupidez. En la vida no todo el mundo lidera.
– ¿Debería ganar el Nobel Parra?
– Mira, yo pienso que sí debería ganarlo. Pero yo no sé si se lo dan a dar.
– ¿Por qué no se lo tendrían que dar?
– Yo creo que se lo tendrían que dar, pero no sé si se lo van a dar. Porque  se lo dieron a Neruda, se lo dieron a Mistral. Hay dos; pero recordá que Chile es una tierra de grandes poetas y todos podrían ganar. Yo siento que no hay límite de Nobel para cada país no? Pero me da la impresión que antes que se lo den a Nicanor se lo darán a otro por ahí, sobre todo a un narrador.
– ¿ A quién?
– Yo se lo daría a Parra, pero yo no soy la Academia Sueca. No sé porque hay una cantidad de gente ahí. La Academia también se mueve en un nivel como de valores asegurados y políticos, y Parra no es un tipo que le guste a mucha gente.  En Chile le hacen un homenaje interminable. Yo en México di una conferencia sobre Parra, y yo no sé quién más dio una conferencia sobre Parra. Creo que nadie.

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Eduardo Milán junto al argentino Jorge Fondebrider.

 
– Él en un comienzo tenía una simpatía por la izquierda y después de la famosa cena en Nueva York con la esposa de Nixon la misma izquierda lo criticó.
– Lo que pasa es que Parra es un tipo que se permite ciertos actos de libertad ¿no? Que la izquierda ortodoxa no se permite.
– Le critican también de que en el tiempo de la dictadura fue muy blando.
– Es verdad, es verdad, pero bueno eso es Nicanor, eso es. Políticamente el tipo piensa así, no se puede obligar. Me parece que es un hombre mucho más honesto que la mayoría de una serie de escritores que dicen que son de izquierda y son lamentables, y lo que quieren es, de alguna manera, ganar, como dices tú, el premio Nobel. Por lo menos Parra escribe para ganar el premio Nobel, lo cual me parece; y no actúa para ganar el premio Nobel.  Uno tiene que ser uno, si después te dan un premio o no te dan ninguno.
– ¿Cómo cuales escritores cree usted?
– Yo qué sé. Un tipo como Pérez Reverte, o Paulo Coelho, escribe para ganar premios, no hay duda de eso ¿no? Hay mucho escritor así en el mundo que son, de alguna manera, profesionales de la escritura.
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– ¿Y usted para quién escribe? ¿Escribe para usted mismo?
– Mira, sí, de alguna manera yo escribo para cumplir conmigo mismo, como cumplimiento conmigo.
 

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