Antonio Fernando Moreira, el abogado brasileño del “Comandante Ramiro”, habla sobre su defendido y las posibilidades que éste tiene de volver a Chile.
Por Arnaldo Pérez Guerra
Mauricio Hernández Norambuena -el “Comandante Ramiro” del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)-, condenado en Brasil a 30 años por el secuestro del empresario Washington Olivetto, enfrenta un tortuoso camino judicial. Su abogado brasileño, Antonio Fernando Moreira , conversó con Punto Final, quien ha autorizado su difusión en Urbe Salvaje.
La última resolución de la Corte Suprema chilena, en agosto de este año, imposibilita su extradición. El juez Mario Carroza había fallado en primera instancia a su favor, rebajando a 15 años y un día sus dos cadenas perpetuas, pero el Estado chileno a través del Ministerio del Interior, el Consejo de Defensa del Estado (CDE), y la derechista UDI efectuaron gestiones para que el fallo fuera revertido, lo que finalmente sucedió.
En Chile, “Ramiro” se fugó de la Cárcel de Alta Seguridad en un helicóptero junto a otros tres militantes del FPMR, el 30 de diciembre de 1996. Antonio Fernando Moreira lleva la causa desde el año 2013. “Mauricio Hernández tiene al abogado Alberto Espinoza en Chile. Yo cuido sus intereses en Brasil”, dice.
“Fue acusado de ‘extorsión por secuestro para reunir dinero con fines políticos’. Y su condena, que en un principio fue de 16 años, fue aumentada a 30 años por el Tribunal de Sao Paulo, debido a que a se le añadió el cargo de ‘tortura’. Pero no hubo tortura -dice Moreira, que estudió derecho en la Universidad de Vila Vehla-, de lo contrario habría que rotular de ‘torturados’ a todos los presos de Brasil, especialmente a mi defendido… Ya el año 2011 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) definió al régimen disciplinario diferencial que sufre Mauricio Hernández Norambuena como ‘cruel, inhumano y degradante’. La ONU habla de quince días como máximo de incomunicación. Mauricio Hernández lo estuvo cinco años seguidos”.
Entre 2002 y enero de 2007, Hernández Norambuena fue confinado en un presidio de máxima seguridad en Sao Paulo, bajo el régimen disciplinario diferencial: aislamiento total, veinticuatro horas solo, sin hablar siquiera con los gendarmes. Luego, se le trasladó a una cárcel en Paraná, en la frontera con Paraguay, donde estuvo hasta el 2010. En agosto de ese año, fue enviado a la Cárcel Federal de Campo Grande, en Mato Grosso do Sul; y en marzo de 2015, a la Cárcel Federal de Porto Velho, en Rondonia, en la selva amazónica. Actualmente, tiene dos horas al día para salir de la celda al patio de su galería en la Penitenciaría Federal de Mossoró, y derecho a una visita semanal solo de familiares cercanos.
En febrero de 2012, Chile promulgó el tratado de extradición entre los estados parte del Mercosur. Una de sus cláusulas señala que están prohibidas las extradiciones sólo en casos de penas de muerte y prisión perpetua. En Chile, Mauricio Hernández Norambuena está condenado a dos perpetuas. Brasil accedió a extraditarlo a condición que se le conmuten las penas. “La última palabra la tiene la presidenta Michelle Bachelet. De acuerdo al tratado, Bachelet tendría que ceñirse a la legislación penal del país donde está encarcelado Mauricio Hernández, o sea, a las leyes brasileñas. En este caso, Chile tendría que acatar la jurisdicción de Brasil cuya máxima pena es de treinta años. En Brasil no existe cárcel de por vida. En consecuencia, el gobierno chileno debería conmutar el presidio perpetuo de Mauricio Hernández por el de 30 años. Únicamente de ese modo Brasil puede extraditar a mi defendido”, explica Moreira.
TRATAMIENTO CRUEL E INHUMANO
-¿Cuál es la situación procesal de Mauricio Hernández?
“Está condenado en Brasil a una pena de treinta años y debería tener cumplido un sexto de esa pena para poder solicitar beneficios carcelarios, un régimen semi abierto; lo que ocurrió en 2007, pues debía cumplir cinco años. Y desde entonces la petición en denegada por los más variados motivos, que incluyen la extradición requerida por Chile, la expulsión determinada por el gobierno brasileño y, por último, el hecho de estar preso en un presidio federal, que son los presidios destinados a los peores criminales”.
-¿Por qué ha sido varias veces trasladado de prisión?
“En Brasil existen cuatro presidios federales, y desde 2007 él está en alguno de ellos. Fueron inaugurados a mediados de 2006 y hay una política de transferencia cada tres años en esos penales para que los reos no tengan raíces locales. No para él, que es extranjero, sí para los brasileños, pues toda la familia va para el local de penales y acaban viviendo allá. El gobierno quiere evitar eso. El régimen carcelario que tiene Mauricio Hernández es ‘especial’. En esos penales federales hay un régimen similar al régimen disciplinar diferenciado. La única diferencia es que es posible el contacto con algunos presos durante dos horas… Dos horas de baño de sol. Y hay serias restricciones a revistas, libros… pueden entrar pero hay censura; las correspondencias son violadas; la conversación con los abogados es grabada por orden judicial… El está ahora en el penal más distante de Chile, la Penitenciaría Federal de Mossoró, en el extremo noreste de Brasil, más cerca de Africa que de Chile”.
-¿Ese régimen es para presos en castigo?
Sí, la ley dice que es solamente para los presos que son una amenaza al orden público, a la seguridad pública. Son términos vagos, que permiten que cualquiera quede bajo ese régimen. Y ha sido muy utilizado para extranjeros, quienes no tienen ningún vínculo con ni un estado en Brasil. Los estados no los quieren y dicen que es un problema federal, y los jueces acaban emitiendo las transferencias. Hay casos de suicidios de varios reos extranjeros, tres o cuatro consumados”.
-¿Él ha sido golpeado?
No, pero el régimen por sí solo es una tortura… La ONU entiende que desde veintidós horas de aislamiento caracteriza un tratamiento cruel e inhumano, y debería ser solo utilizado por quince días como máximo, según las reglas de Naciones Unidas para el tratamiento de prisioneros”.
-¿Cuál es su situación de salud?
“Tiene problemas en una rodilla… No tiene atenciones médicas, solo psicológicas, y él se rehúsa a tomar comprimidos, porque casi todos los presos viven a base de antidepresivos, de remedios para dormir… El se rehúsa a eso para mantener su sanidad. Hace ejercicios dentro de la celda, escribe, lee…”.
-¿Usted lo ha visto últimamente?
“Sí, las últimas, en febrero y octubre”.
-¿Es difícil para sus familiares visitarlo? ¿Eso le afecta?
“Sí. La verdad que hay visitas semanales, pero los familiares no tienen condiciones por diversos motivos, sobre todo económicos, laborales, etcétera… No es posible hacer un viaje de seis mil kilómetros, dos o tres vuelos, más tres horas de bus… es difícil, para los abogados también”.
-¿Lo pueden visitar organizaciones o personas?
“No, no cualquier persona, solo parientes, abogados, representantes diplomáticos. Ya fueron cónsules, el senador Alejandro Navarro… Yo pedí a la CIDH que haga una inspección in loco en el presidio y estoy aguardando la respuesta”.
EXPLORANDO CAMINOS
-¿Por qué vino a Chile?
“A hablar con sus familiares, con el abogado Alberto Espinoza Pino, y con la gente de la solidaridad, quienes le apoyan”.
-¿Es posible que lo trasladen pronto a Chile?
“No, la Suprema Corte brasileña estableció las condiciones: la conmutación de sus penas hasta treinta años… Y eso no se cumple en Chile… Hay un acuerdo de extradición de Mercosur, que Chile ratificó, que dice que no hay extradiciones para prisión perpetua. Chile debería cumplir ese tratado, que es un compromiso internacional que se asume ante la comunidad internacional… La Suprema Corte exigió eso, pero Chile nunca respondió oficialmente. Nunca dijo nada… Mientras, Mauricio Hernández sigue cumpliendo su condena en Brasil”.
-¿Podría ser expulsado de Brasil o enviado a Chile tras un canje de presos?
“La verdad hay un tratado bilateral de transferencia de presos entre Chile y Brasil. Incluso un reo condenado con Mauricio fue transferido a Chile con base en ese tratado: Alfredo Canales … Pero en su caso, no puede ser porque la ley brasileña dice que si la extradición es denegada no puede ser expulsado, tampoco deportado o transferido por cualquier nombre que se dé. Entonces, Brasil tiene que aceptarlo como un ‘extranjero residente’, esa es la opción más viable. Ahora hay en Brasil una nueva ley de migraciones, que dice que los presos pueden ser transferidos para cualquier país que compruebe vínculo familiar, o de cualquier manera, que simplemente lo acepte. Con esa ley, se abre la posibilidad que Hernández sea enviado a un tercer país. La ley entra en vigor en noviembre. Existiría esa posibilidad en un tercer país que lo pudiera recibir”.
-¿Se está gestionando?
“La familia está viendo eso… No sé más detalles. Tendría que ser recibido con un estatus de refugio o asilo, porque si no podría ser detenido y extraditado a Chile… El Ministro de Justicia admitió que podría ser transferido a un país que ratificó el acuerdo de residencia de Mercosur… Creo que la opción más viable es su permanencia en Brasil… La ley dice expresamente que el extranjero que cumple penas es residente, es un extranjero residente como cualquier otro. Su situación carcelaria podría mejorar… La decisión que determina la transferencia al penal federal tiene validez de 360 días. Entonces, este año es hasta el 7 de diciembre, y tiene que haber un requerimiento del gobierno de Sao Paulo que va para el juez de Sao Paulo para decidir si se renueva o no, y después, esa decisión es analizada también por el juez federal, que es el juez de la ciudad del presidio. Creo que el juez federal no va a aceptar, porque debería ser una situación excepcional esa transferencia, la ley dice eso. El juez, en la última decisión que mantuvo a Mauricio en la última prisión federal, dice que ‘su caso es la excepcionalidad de la excepcionalidad’. Creo que no lo va a admitir nuevamente. Incluso hay un movimiento en Brasil que está en contra de estas situaciones. La defensoría pública presentó un habeas corpus en Suprema Corte -que sería un recurso de amparo en Chile-, para todos los presos que están por más de dos años en estos cuatro penales -cada uno tiene cerca de cien presos, y de esos cuatrocientos, cerca de cien están hace más de dos años; y solo Mauricio y unos cinco más, lo están desde que prácticamente se inauguró-. Esa reclamación dio mucha polémica. Se está discutiendo mucho esa actuación. El gobierno no quiere a estos presos. Dijeron la frase: ‘preso bueno, es preso lejos’… Y Sao Paulo no quiere a Mauricio… Estamos viendo, otro lugar de Brasil para que pueda cumplir el régimen semi abierto o el abierto, que es la libertad. Ya cumplió quince años de presidio. A los cinco podría haber obtenido el régimen semi abierto, pudiendo trabajar fuera del presidio”.
-¿Si ha cumplido mucho más del doble, por qué no le dan el beneficio?
“El juez federal dijo en la última decisión, que ‘desde 2007 tiene derecho a estar en régimen semi abierto’. Entonces, se lo niegan por argumentos variados… Porque varían los juicios y ponderaciones, cada vez la ejecución penal está en un lugar diferente, pero los argumentos son parecidos. Antes de Mossoró, estaba en el penal de Rondonia, en la selva amazónica, y ese juez dijo que ‘debería aguardar la extradición porque en semi abierto podía huir para un estado que no tuviera tratado de extradición con Chile’, o ‘debería ser monitoreado electrónicamente, pero esos aparatos de monitoreo no son eficaces’, y dice que lo mejor era ‘aguardar un poco más a que Chile decidiese sobre la extradición’, y así. El principal argumento es por estar en un penal federal, porque el superior tribunal de justicia (STJ), tiene decidido que el simple hecho de estar en un penal federal es un obstáculo al cambio de régimen, porque ‘si está allá, es porque es peligroso’, ‘porque es una amenaza al orden público’. Hay hace diez años un habeas corpus en ese tribunal discutiendo la permanencia de Mauricio en los penales federales, y aguarda dos años para juzgar. Tengo esperanza que se juzgue en este año… Es una causa muy difícil, un desafío en mi carrera. Creo que vamos a conseguir éxito, sea cual fuere, en Chile, en Brasil, o en un tercer país”.