Por Ética Profesional
Por Joel Muñoz
Como chileno, comunicador, profesión que he desempeñado como Director Creativo de marcas comerciales y sociales durante varias décadas, y como consultor de gobiernos en Latinoamérica, también como profesor de comunicación y creatividad en diversas universidades e institutos, autor de algunos aportes académicos y algunas innovaciones en el área de creación y desarrollo de proyectos, me permito expresar una sana reflexión acerca de la Teletón.
Primero, creo que es necesario diferenciar la institución Teletón del evento anual televisivo Teletón.
Sobre la institución Teletón, entidad privada que se dedica a la rehabilitación de niños y niñas con capacidades diferentes, no puedo sino reconocer y agradecer a quienes la han creado y la mantienen en desarrollo en todo el país, haciendo una importante contribución en un área de la salud que no tiene una respuesta que se le parezca por parte del estado.
Sobre la comunicación y el evento Teletón que acabamos de vivir, sí tengo una opinión profesional y ética que me parece – con todo derecho – importante difundir porque nos atañe a todos en cuanto invade nuestra vida privada.
Anunciando amor sin amor
Durante más de un mes los ciudadanos somos invadidos por una campaña publicitaria, auspiciada por diversas marcas, destinada a avisarnos que viene la Teletón (27 horas de amor), con un rating y una cobertura francamente insoportable, que supera todos los umbrales normales de tolerancia de las personas a la exposición de un mensaje en los medios. Una invasión poco ecológica, que falta el respeto a las personas y totalmente desintegrada e inconsistente con de su promesa: Amor
Un amor interesado
La comunicación publicitaria exige en esta etapa previa a los ciudadanos comprar esas marcas que se anuncian con el fin de colaborar con la Teletón. Vale decir, los ciudadanos financian las donaciones de las empresas. No son dineros provenientes de las ganancias de las empresas, sino de las ventas de los productos.
Si no me das plata no me quieres
La presión publicitaria y los argumentos del programa-evento de la televisión están destinados a conseguir más apoyo de las personas-consumidores a través de producir culpa. Es así como ya no se pide alcanzar una meta sino duplicar, tripliclar, cuadruplicar tu donación, a la medida de tu culpa.
Si no logras la meta en plata nos vamos al carajo
En el programa-evento de televisión se abusa emocionalmente de las personas que reciben la rehabilitación como de las personas que ven televisión. Sin duda es una extorsión emocional plantear que si no se logra la meta, todos somos responsables. Si no se logra la meta se pone en peligro la situación de quienes se atienden. Si no se logra la meta, somos poco chilenos, Si no agradeces y no lloras frente a la cámara, no sirves.. etc.
Es necesario un estudio de los argumentos y mecanismos usados por los rostros y líderes de la Teletón, como en las cápsulas que cuentan casos, para ver la magnitud del daño emocional instalado.
Usando todos los medios, metiéndose en todas tus redes, en colegios, empresas, instituciones, sindicatos, etc.
Lo anterior se crea en un ambiente, en un tono y estilo, enajenante y propio de sistemas dictatoriales….mucho ruido, marchas, canciones, griterío, slogans, euforia y depresión manipulada desde las cifras que se van alcanzando y usando todos los medios, DETENIENDO LA VIDA NACIONAL por dos días, con la complacencia de los dueños de los medios y de las autoridades de gobierno. Todos nos vemos obligados a ver su programa.
¿ Y después de 27 horas de amor?
Un Mensaje de unidad nacional que se esfuma luego de logradas las cifras económicas… todo ha sido una mezcla idiotizante de baile tropical, cantos, rostros que luchan por aparecer, manipulación de la tensión, el estrés, la ansiedad, la culpa y la presencia permanente del fracaso si no se alcanza a cumplir la meta.
Después de treinta y tantos años, maestros de la manipulación:
La presencia en todo el país, jugando con buenas y malas noticias, subiendo y bajando el estado de ánimo y finalmente dejándonos a todos la sensación de vivir en el paraíso de la solidaridad, pero siempre al filo de un abismo, hasta la próxima Teletón. Hoy se calmaron las pasiones y los miedos, se juntó la plata y podemos seguir con nuestra programación habitual de sociedad enferma, egoísta, poco solidaria, injusta, abusiva, poco democrática y deshumanizada.
Ética y estética
La Teletón televisiva es la reunión de lo peor de nuestra televisión, todo alineado en un discurso oportunista, sin gran desarrollo de contenido. Este año, escuchamos mil veces la palabra Inclusión, como respuesta a las críticas que se venían observando principalmente en las redes sociales. No fue más allá que una palabra repetida muchas veces, porque no se percibe un proyecto de inclusión que dé sustento a esa promesa. Lo importante era la plata y bajar el perfil de quienes critican.
No hay una ética sustentable, ni una estética que la represente como parte de nuestra identidad.
Reina lo feo, lo chabacano, la mezcla sin ton ni son de contenidos, estilos y formas diversos venidos de las más diversas raíces comerciales, de la depredación de la cultura que generan los malls y las promociones de Miami.
La Teletón bien podría ser un patrimonio nacional, un aporte a la belleza y a la construcción participativa de otro mundo mejor. Tal vez nunca lo será porque en esencia responde a un modelo filantrópico-caritativo, que como en sus orígenes, busca ocultar la injusticia prevalente del entorno, lavar la imágenes de señoras y caballeros con mucho dinero, engañar con el concepto de participación “de todos” por el hecho de montar magistralmente una operación de Banco Abierto por 27 horas para ir a depositar tu cuota de amor.
Pero la Teletón no es culpable de todo esto. Hay que aceptar que la Institución hace muy bien lo que es su misión. Por último es su espacio y su opción. El problema de la inclusión y la rehabilitación está en otra parte.