Revolución o no revolución: he ahí el dilema

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La adolescencia ya  aconteció; y todos aquellos rostros que llegaron a
instalarse al sistema -con la promesa de  generar un cambio estructural- se
marchitaron,  mostrándose en la actualidad como si fueran fisonomías de
momias, o de  fantasmas, o cadáveres en fétida descomposición.
De ellos, y de ellas, nada  se puede esperar: Vallejo, funcionaria
dócil de un partido político con resabios de una disciplina estalinista,
que lo único que parece es querer preservar el orden establecido para
poder colarse en la repartija de  prebendas; Jackson,  una suerte de
llanero solitario con un partido con nombre de fantasía, que usó al NAU
como plataforma personal, y que le debe  mucho a la  Nueva  Mayoría, ya que
fue  blindado en su elección; Boric, una voz que  no  tiene mayor  impacto
aparte de  la grandilocuencia para llamar la atención de cuando en
cuando con declaraciones seudo revolucionarias.
De la maldita casta inamovible -hasta ahora-  se presiente que harán
lo imposible  por evitar a todo trance cualquier modificación al status
quo, recurriendo a la fuerza  si fuere  necesario para aplastar al pueblo
si sus intereses fueren amenazados.
Desafío, siguiendo la tesis de Salazar, a que alguien pueda señalar un
ejemplo de  mutación del sistema desde sus entrañas  y que haya  sido
victoriosa, sin costo en sangre del pueblo.
De semejante cáfila nada se puede esperar; nada en lo absoluto.
Sátrapas enquistados en el Senado como Moreira, Orpis, Rossi,  Zaldívar,
Pizarro, Letelier, Von  Baer – lo que se replica
en  la cámara de diputados-; jamás  permitirán que el pueblo pueda tener
injerencia en la gestación  de una nueva  carta magna, porque saben a
ciencia cierta que  si renuncian a la herencia del dictador, todo estará
perdido para ellos y ellas, ya que la soberanía regresaría al verdadero
soberano, valga la redundancia: el pueblo.
De los grupos y poderes económicos que  controlan y regulan y
manipulan a su amaño a  las  marionetas,  sólo cabe pensar  que es
imposible tocarles si quiera el suelo donde  pisan.
¿Acaso  alguien puede imaginar a los dueños del país como Luksic,
Angelini,  Paulmann o Saieh  respondiendo ante la justicia  como
cualquier  mortal común y corriente, si ellos  han puesto en sus
apetecidas  sillas curules a quienes  presuntamente tienen que velar  para
que se cumpla el principio básico de la democracia que es la igualdad ante
la ley?.
Quien llegue a pensar  por un momento en semejante dislate, merecería
una camisa de fuerza y ser internado en un manicomio, porque ello no
sucederá. Es imposible encerrar en una cárcel a quienes  te ha dado empleo
y sostienen tu lujoso tren de vida.
meo
¿Y qué fue de Meo, Marco Enríquez Ominami,  por cuyas venas  corre la
sangre de uno de los  mártires de la revolución universal, uno de los
héroes inmortales que tuvo el valor irreductible de quedarse, y enfrentar
el combate   clandestino y frontal cuando fue imperativo, siendo masacrado
por los sicarios y testaferros,  y que jamás pensó poner  pies en polvorosa
para  regresar después de décadas a administrar el modelo implantado  a  la
perfección por los hijos y nietos de la  dictadura pinochetista y de
su  eminencia gris, Jaime  Guzmán?
Con pesar y desolación, nos enteramos de que ha encontrado la fuente
del financiamiento eterno  en una de las empresas que fue arrebatada al
Estado de Chile y  regalada al ex  yerno de  Pinochet; a saber,
Soquimich   y Julio Ponce Leroú.
¿Y qué  ha sucedido con los casos Penta, Soquimich, Caval, Corpesca?.
Se han dilatado hasta la saciedad, pareciendo flotar en un  limbo donde
sólo   los iluminados  fiscales, los abyectos leguleyos   y los defensores
ganapanes tienen acceso para  llevar a  cabo un millón de diligencias, sin
que hasta  el instante  haya  una resultado concreto: que los peces
gordos  sean privados de  su cargo según corresponda, de sus fortunas de
acuerdo a  lo fallado en derecho o izquierdo o retorcido?.
Y lo más deseado por quienes  tenemos un mínimo de conciencia cívica:
Que  vayan a la cárcel, como cualquier  persona, no a sus casas, no a
clínicas, no  con  penas que son irrisorias. Al ritmo y tranco que  vamos,
llegará el siglo XXII, y todavía estaremos empantanados en saber…
Mientras tanto, nos aproximamos al inicio de un nuevo proceso de
eliminatorias para otro mundial de fútbol, que servirá para  distraer a la
“opinión pública”- a saber, gente que no lee,  o peor que  no entiende  lo
que lee- de los graves puntos neurálgicos de la  contingencia y de  una
mirada a largo plazo; una red de telaraña de acero irrompible, una  prisión
inexorable e inexpugnable introyectada, en cada uno, en cada una de quienes
conforman la masa amorfa  y acrítica, que todos los días es
conducida  a   la servidumbre, a  la explotación del hombre  por el hombre,
algo que se suponía había  terminado con  el colapso de los socialismos
reales,  el derrumbe del muro de Berlín,  el fin de la historia.
Necesitamos una revolución  limpia  y desnuda: Oponernos a rajatabla,
primero que todo y antes que todo a todo aquello que violente  nuestra
dignidad humana,  nuestra de condición de persona,  nuestro estatuto
ontológico. No hemos de permitir  ni tolerar que seamos tratados como
medios para  la consecución de un  fin. En definitiva, parafraseando a
Ernesto Sábato, atreverse a rescatar  lo que  quede  de humano en nosotros
y entre nosotros.
El modelo que nos legó Nelson Mandela  puede ser  un comienzo válido. Y
no me   refiero a  la abominación que dijo el grotesco alcalde Luis Plaza,
al compararse  con  este ejemplo vívido  e  indoblegable de humanidad.
Hablo de la capacidad de ser valiente, de saber decir  no,
de  saber  decir sí, de  aplicar estrategias diversas para avanzar en el
trayecto hacia una transmutación; de resistir desde las más sutiles
manipulaciones mediáticas hasta las brutales demostraciones del fascismo,
que  mutatis mutandis  no ha  muerto, así como tampoco murió la historia;
de ceder y reconciliarse cuando sea justo, necesario y prudente; de llegar
a las armas  si el sistema  nos acorrala y no nos deja  opción o
alternativa, como él mismo lo hizo en determinada coyuntura.
Lo anterior, reafirma que es preciso negarse a   formar   parte de la
comparsa y de la charada  que  los dueños y amos llaman  democracia, una
cáscara  vacía  dentro de la  cual nos mantienen tal como en la caverna de
Platón, al punto de que  el 99% de la  referida  masa  ha llegado al
convencimiento de que no hay otra realidad que la  vivimos a diario, cuyas
coordenadas están dadas por bancos, mall, supermercados, tiendas de
retail,  canales  de tevé paga o tevé  abierta, encuestas truchas y
espurias, escapismos de toda laya, alienación, reificación y
embrutecimiento..
Detrás de lo cual hay poderes fácticos que manejan mecanismos y
engranajes exactos – mejor que cualquier proeza del “niño maravilla” o del
“rey”- para moldear  la- repito- opinión pública, un secreción de los mass
media que se cuela por las rendijas de la mente hasta  llegar
a  distorsionar  tanto la conciencia que se llega al objetivo esperado:
inocular el no- pensamiento; dicho de una manera paradójica, no crítico, no
cuestiono, no pongo en tela de juicio, no desmantelo, no rechazo la
mentira  disfrazada  de verdad.
A contrario sensu, se tragan sin digerir, toda la monserga sobre la
democracia, la estabilidad política, la delincuencia, la  seguridad para
combatir a ésta; la  necesidad de proteger a los empresarios, de
darles  reglas estables; se acomodan los grilletes y las cadenas de la
conciencia, la voluntad, el espíritu y el cuerpo, al extremo de que
invitarles  a imaginar otro mundo posible es visto como agresión, que  no
están prestos a soportar.  Recordemos la notable  novela de Saramago
“Ensayo sobre la Lucidez”.
La única   reacción viable de resistencia ante  este sistema perverso e
inhumano, es luchar, no rendirse; y  trabajar  para el advenimiento de
una  genuina  revolución democrática y en libertad, pero que  no
tiene  razón alguna a priori para  renunciar a las armas.
Arturo Jaque Rojas.

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