Por Arturo Jaque Rojas
Chile es un país donde no existe el matrimonio igualitario; sino un engendro denominado “Acuerdo de vida en pareja”; a contra corriente de una tendencia mundial del siglo XXI, en que incluso en USA la Corte Suprema legalizó el matrimonio homosexual en todos los estados.
Ello importa, que en este rincón dominado por una oligarquía con mentalidad del siglo XIX, timorata y pusilánime hasta de su sombra, ultra reaccionaria frente a cualquier cambio que amenace o altere el statu quo de su hegemonía, los sectores homosexuales no tienen los mismos derechos que los heterosexuales.
Los más optimistas puede aducir que: Se pueden “casar”; pero lo evidente es que su unión no tiene el mismo valor ni el mismo predicamento ante la ley, ya que es sólo para cuestiones previsionales, patrimoniales y de laya menor.
El acabose sería la posibilidad de adoptar hijos, lo que es visto como una inmoralidad inaceptable. ¿De qué serviría argumentarles que no existe ninguna evidencia científica que demuestre que la tendencia sexual de los padres determina o predetermina la de los hijos; o que los violadores de niños son, en su mayoría, heterosexuales cercanos a ellos?; -si son capaces de sacar al tapete una prueba irrefutable, y que no admita controversia, humillo la cerviz-.
Por desgracia, tienen un peso y una incidencia inversamente proporcional a su número, ya que controlan, definen, inciden y coaccionan para que las políticas valóricas ostenten su sello sobre la sociedad, como una siniestra sombra que lo cubre todo por completo; usando, para tal efecto, los recursos con que cuentan, de hecho y de derecho.
Me pregunto si estos políticos y religiosos, líderes de opinión de la derecha y extrema derecha que prevalecen en esta isla, se han enterado de que hace tiempo la OMS se pronunció sobre que la homosexualidad no era un enfermedad; y que los derechos humanos también aplican a las llamadas minorías sexuales.
¿Acaso es contumacia o ingenuidad advertir que si ellos y ellas no quieren aceptar semejante figura legal, pueden no aplicar tal modalidad?; pero que no han de imponer sus dogmas basándose en una campaña del terror; algo así como que: si se legaliza al matrimonio igualitario entre hombres y hombres y mujeres y mujeres, caerá la ira de Dios sobre “Sodoma y Gomorra”.
Son una minoría a rajatabla, que a diferencia de otras minorías, demuestran una prepotencia y una arrogancia increíbles para definir sobre y contra el fuero interno de los ciudadanos y ciudadanas de este país, contra las mayorías o arrastrar a las otras diversidades bajo su férreo control. Se sienten con autoridad moral y ética-la política y económica ya la detentan- para impartir su decálogo, su tabla de valores, sus mandamientos, mientras por dentro se pudren.
Arturo Jaque Rojas