La civilización y la barbarie

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sol1Por Hugo Dimter P.

– Usted no es periodista- dice el tipo y mira con ganas de cortarme el cuello.
Es un hombre de unos 25 años, moreno y pelo largo con una barba que cae de su mentón como una cascada. Se advierte a leguas el odio flameante que lleva dentro. Un odio intenso incubado en el día a día. No lo culpo; lo compadezco. Junto a él está sentada una mujer algo mayor. Dicen que son profesores. Y continuan mirándome con rabia.
Fue durante el inicio y el termino de mi primera incursión para reportear el juicio a Tamara Sol Farías, la mujer de 24 años que le disparó tres tiro a Ronaldo Vargas, guardia del BancoEstado de Las Rejas. Debut y despedida. Eso fue, pero sirvió para la génesis de este artículo.
Una delgada línea entre civilización y barbarie se están saltando olímpicamente parte de los voceros y paladines de la justicia chilena. Y no me refiero a los jueces que nada de mal lo hacen a la hora de ser arbitrarios, desubicados y escuchar más apellidos y linajes que argumentos y pruebas. No me refiero a los jueces y fiscales. Me refiero a aquellos que alzan la voz ante injusticias y atropellos, pero que lamentablemente se ponen un velo muchas veces defiendendo lo indefendible. Piden justicia pero a la hora de establecerla se nublan ante sus preferencias políticas, étnicas o fundamentalistas, sea el aspecto que sea. El germen de una especie de neo Estado Islamico chilensis que nos puede salir más caro de lo pensado. La intransigencia de la izquierda algunas veces no tiene nada que envidiarle a la de la derecha. A la hora de lamentarse ambas lloran desconsoladas hombro con hombro con unas anteojeras tan grandes que ni siquiera saben quién tienen al lado.
8,45 A.M.
Ningún taxi viene desocupado y es el aviso de un día complejo. Empiezo mal. Salgo apurado. El taxista pelea con otro conductor. Llego diez minutos tarde a mi destino en los tribunales del sector de Rondizoni. Apurado paso junto a los abuelos de Tamara Sol Farías, la mujer de 24 años que es acusada de dispararle tres tiros a un guardia del BancoEstado hace ya un año.
9,10. A.M.
Sólo cuando me piden mi acreditación de prensa me doy cuenta que no la he traído. Le explico a la señora encargada, y amable ella me dice que va a preguntarle a la persona que ve el tema prensa pues es un día especial debido al revuelo que ha causado el caso. Espero y cuando llega la señora con la respuesta el tipo de pelo largo y la mujer se abalanzan reclamando que porqué a mi sí y a ellos no. Ya no son profesores; ahora dicen ser periodistas. Dicen serlo y yo pienso que son unos simples chismosos delatores. Comienzan a elevar la voz y mentir manifestando que los han tratado mal, que los han discriminado. Están gritando y las señoras de la ventanilla se sorprenden. Parece ser un plan que estos desaforados tienen planeado. Serenas, pese a todo, las funcionarias les señalan a los “profesores – periodistas” que sí lo desean pueden colocar un reclamo por escrito. En silencio observo la situación de estos personajes esperando que me dejen pasar a la sala y olvidar el mal rato.
– No nos grite- alaraquea el tipo después de escuchar que ellos no podían pasar.
-¿Y él por qué sí?- replican.
– Yo no lo voy a dejar pasar- responde la empleada-. Hay un encargado que va a evaluar su caso.
Ya le he pasado mi carné a la señora así que le pido que busque el medio en internet. Sé que no conseguiré nada pero por lo menos no voy a quedar de mentiroso.
La supuesta profesora se acerca al mesón y comienza a escribir un reclamo. El supuesto profesor sigue discutiendo y mintiendo descaradamente.
– Usted no es periodista- me señala en un segundo.
– ¿Y ustedes de qué medio son?- le pregunto ya cansado de sus ataques.
– Eso no te lo vamos a decir- responde.
– No son de ningún medio- les señalo. Y saco una tarjeta de la revista y se las entrego.
El tipo sin mirarla la arroja lejos.
“Pobre de los alumnos de este profesor”, pienso.
9, 25. A.M.
Aparece el encargado de prensa de los tribunales, o quizás un delegado transitorio, y me dice que no me va a dejar pasar porque no conoce el medio y porque ya es muy tarde. Señala que debí haber llegado puntual a las 9,00.
– Llevo 15 minutos esperando- le contesto.
– Mala suerte- me lanza con tono militar y sin posibilidad de responderle enfila por las escalas al noveno piso.
Los supuestos profesores sonríen y yo me pregunto en qué momento se me ocurrió ir a meterme ahí. Tiempo perdido. Decido irme. No hay nada que hacer, mi suerte está echada.
Más tarde me entero de la trifulca y los incidentes fuera del juzgado. Támara Sol Farías es condenada a siete años por intento de homicidio y hurto calificado.
Tengo rabia. Decido escribir una columna de opinión. Busco algo de información posterior al dictamen en la red. Leo los artículos de prensa, incluidos los comentarios de los usuarios de Facebook. El debate en la red social es pobre. Todos los argumentos son extremistas y vergonzosos. Salvo uno que otro.
Una invitación a la violencia. Veo una entrevista a la abuela de Támara Sol. Una invitación a la violencia. Parece ser lo que propone su abuela. Lo es.
“Si pudiera matar a los asesinos de mi hijo lo haría”, dice sin contemplación rememorando lo ocurrido en 1985. Eso es ponerse al mismo nivel que los viles asesinos de sus hijos. Qué hubiese pasado si todos los familiares de asesinados políticos decidieran matar a los victimarios? Eso hubiese sido perder. Ganar era formar una familia y salir adelante, esforzarse por crear un mejor futuro para hijos y nietos. Como lo hicieron Carmen Gloria Quintana, los familiares del Caso Degollados, o cualquier persona que sufrió la tortura, el exilio y la muerte de un ser querido.
La teoría del empate. Es lo que muchos proponen como sí ello fuera la solución a un mal mayor. Si Matias
Larraín salió libre de polvo y paja luego de asesinar a un transeúnte tan borracho como él lo mismo debería pasar con Támara Sol Farías argumentan algunos. Una nueva forma de impartir justicia. Un empate que deje a todos conformes, tanto de derecha como de izquierda. Curioso por decir menos.
La división creada. Todos claman por justicia pero nadie la imparte. “Es un juicio político y no jurídico”, argumentan los familiares de Támara Sol. Una justicia ciega: una justicia para ricos y otra muy diferente para pobres. Es así? Sin embargo no hay que confundir peras con manzanas porque hasta un ciego al tocarlas se da cuenta que son diferentes. La miopía y la falta de tacto de algunos es evidente. Pena de muerte para Támara. Cadena perpetua para Martín Larraín. Derecha e izquierda parecen exculpar culpas en la figura de ambos. ¿Y dónde está el mea culpa de toda una sociedad que ha hecho mal las cosas por décadas? Los responsables brillan por su ausencia. Al contrario: lejos de mostrar una conducta ética ejemplar hacen negocios turbios sin inmutarse; pero ello no da vía libre para caer en otros ilícitos.
Durante el juicio la defensa de Támara, ante la contundencia de las pruebas de la fiscalía, argumentó una psicosis para justificar la conducta de su implicada. La sobrina de los hermanos Vergara disparó tres balazos en la cabeza contra un guardia sin lograr matarlo, y de paso aprovechó de robarle su arma, un revólver, por lo que también se la acusó de hurto. Luego Támara Sol fue a una comisaría a interponer una denuncia por el supuesto robo de su bicicleta para despistar. Los policías alertados del hecho y con la descripción de la autora le habrían pedido revisar la mochila que portaba la mujer ante su petición de ir al baño. Al reducirla y revisar el bolso encontraron el arma del guardia. El hecho se habría debido a la muerte de su novio, o amigo, unos meses antes en un asalto a esa misma sucursal de la Estrella con El Almendral. Venganza! habría gritado la mujer al huir.
Psicosis versus ideología del mal, son los dos argumentos que algunos confrontan con cierta dosis de simpleza. Para algunos un robo, un delito, fue la instancia donde habría muerto Sebastián Oversluij ; para otros una recuperación al estilo de los tiempos del MIR o el FPMR? Más de alguno se pregunta: ¿Pero recuperación de qué? ¿Para qué? Peras con manzanas, eso es lo que se confunde. Inclusive Támara Sol Farías está a años luz de sus tíos. Otros tiempos, otra ética, otras formas de emplear la rabia. ¿Hoy contra quién? ¿Cómo? ¿Contra un guardia de banco que recibe poco más del sueldo mínimo? ¿Puede un miope disparando a la bandada ser un héroe? Es absurdo. Realmente es una locura.
La violencia y el terror han sido las comadronas de muchas patrias. Incluyendo la nuestra. Y hemos salido mal parados. En este caso no existe legítima defensa. Cuando equivocas quién es el enemigo lo que existe es un delito. Si no nos damos cuenta estamos perdidos. Y caminamos directo al desfiladero. Este no es un ataque a una persona; es la crítica a una actitud simple e irracional. Ojalá los actores políticos, los ex combatientes de los 80, los verdaderos profesores y la ciudadanía alcen la voz y discutan este tema porque hasta el momento nadie lo ha hecho, salvo los extremistas de Facebook tanto de izquierda como de derecha.
Me pregunto: qué pasaría sí alguno de estos extremistas online fuera donante y muriera. ¿Podría su corazón latir en otro ser humano sin generar odio? Hace poco en Irán circuló la foto de una madre obofeteando al asesino de su hijo siendo que éste estaba parado sobre una silla con la soga al cuello en la horca. Es la vida: algunos la respetan; otros no.
… Ahora que han terminado de leer pueden atacarme.

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