No existen las segundas oportunidades
Por Hugo Dimter
Pregunta de actualidad. ¿Sabe usted quién es Mario Ossandón Cañas? Posiblemente no lo sepa. Es el reemplazante del Subsecretario de Interior Mahmud Aleuy.
Escribo esta columna al escuchar que personas -y medios de comunicación- solo señalan con ligereza que Mario Ossandón es el hermano de un terrorista fundador del Mapu-Lautaro. Algunas veces estas cosas me superan. El débil y vergonzoso estado del periodismo chileno se debe a ese obsecuente e ignorante transitar entre el blanco y el negro, sin advertir los múltiples matices de la realidad. Algunos saben cosas pero no las logran dilucidar en cuanto matices. Curioso que en este bastión de la democracia no haya la más mínima interpretación de la compleja realidad por parte del quinto poder. Cada vez se piensa menos y se engaña más. Posverdad se denominan las burdas mentiras. Hay intereses creados y mala intención (uno no es ingenuo), pero es ahí donde la libertad de expresión se ve debilitada.
Sí, el actual Subsecretario del Interior (interino), Mario Ossandon, es hermano de Guillermo, fundador del Mapu Lautaro, organización armada para unos; para otros férreo bastión contra un gobierno que le habría mentido al país. No me voy a desplazar en ese ámbito ya que da para redactar tomos (que deberían escribirse, mínimo, en la tesis de algún futuro periodista o historiador).
Es cierto. El hermano de Mario Ossandón fundó el Movimiento Juvenil Lautaro en 1982. Para algunos era una persona que albergó las armas: un terrorista (el uso de esta palabra está tan errada, como tan de moda). Pero no era una persona común y corriente, menos un encapuchado de negro tirando piedras, y es aquí que aparecen los matices. Guillermo estudio en el Colegio San Ignacio -promoción de Jorge Marshall, Víctor Barrueto y Víctor Carvajal-, y luego Sociología en la Universidad Católica. Más tarde, inicios de los 70, fundó el MAPU original, Movimiento de Acción Popular Unitaria, hasta que se separó con su facción propia en 1982. En el MAPU había militado con Oscar Guillermo Garretón, Enrique Correa, Carlos Montes, José Miguel Insulza, Jaime Estévez y Tomás Moulián, entre otros. Como se advierte no era un muchachito que de un día para otro decidió asaltar bancos, emulando a Al Pacino en Una tarde de perros.
Ossandon era un joven brillante con una entrega admirable para con los demás. En esos años de la génesis del Mapu se requería alguien en la zona sur de Santiago. Ossandón fue para allá y con el paso del tiempo se adentró de tal forma en la comunidad que continuó en ese sector. Poco a poco fue comprendiendo los problemas de la gente. Su mirada ya no era teórica sino práctica. Ossandón era uno más de ellos. Con sus miserias, desigualdades pero también anhelos. Pero nadie puede asegurar que la vida es color de rosas: Llegó el Golpe con su poesía del horror. Muchos se fueron. Ossandón no. Corriendo riesgos, y registrando el horror, Ossandón se endureció sin quererlo.
A comienzos del 80 el Mapu debatía qué hacer: seguir la vía democrática o tomar las armas ante la brutal represión ejercida por Pinochet. Ossandón eligió lo más riesgoso. En ese instante ya era un líder y fue así como Guillermo Ossandón se transformó en “Diego Carvajal”. Ya era otra persona. Pese a casarse en 1975 y tener cuatro hijos nada lo hizo alterar el curso de la lucha que había que dar.
No entender el mundo popular, no luchar por la vía armada y acercarse a una salida política era considerado por Ossandon como una gran falta, casi una traición.
“Hoy el gran desafío en Chile”, señalaba Ossandón, “es efectivamente levantar una alternativa popular. Es un hecho demostrado que hay dos países, por donde tú lo mires: nosotros hablamos del país popular y el país de los negocios. Otros hablan país de los ricos y el país de los pobres. El problema es que el país alternativo no tiene expresión política propia, no ha logrado cuajar una fuerza real, en capacidad de propuestas, de seducción y de atracción al desate de las ganas de una enorme cantidad de gente que quieren vivir de una manera distinta”, finalizaba.
Tras el plebiscito, en 1989, llegó una democracia que todos esperaban. Pero Ossandón no se quedó quieto. El gobierno de Aylwin negoció con los militares-derecha y Ossandón, de nuevo, se puso el fusil al hombro… Años más tarde fue detenido en 1994 y pasó diez años en la cárcel de Alta Seguridad.
– ¿Por qué no le dio una oportunidad a la democracia y se mantuvo en la clandestinidad?
– Porque cambió la forma, no el fondo; todo continúa igual. El fondo es el modelo, la concepción del país que viene del tiempo de la dictadura. Eso se expresa en la distribución del ingreso, en el nivel de pobreza. Gobernar Chile es convivir con los yanquis, apostar a un eventual chorreo que nunca llega. La Concertación tiene responsabilidad en la pasta base, en la prostitución infantil, en las casas Copeva- respondió Ossandón.
Se inició una campaña en su favor y a comienzos de este nuevo siglo (2006) fue liberado para morir en el 2009 de un cáncer terminal.
Esa es a grosso modo la vida de Guillermo Ossandón Cañas. En una entrevista señaló: “El problema está en que aún no se han dado las condiciones o la experiencia, o la sabiduría, o la fuerza para poder gestar esa voluntad, un modo de vida distinto. No es un problema de vías, tampoco es un problema de manejos de los medios de comunicación, es un problema profundo que nosotros todavía no hemos podido resolver como pueblo y que sigue siendo el gran desafío”.
Un desafío. Exacto. Ossandon no tuvo una segunda oportunidad. Delegó que ese gran desafío lo resolviéramos nosotros.
Otra cosa: Aunque lo tilden de un simple terrorista, como una especie de bruto encapuchado, Ossandón era mucho más que esa caricatura. Un hombre que en 1982 tomó una difícil decisión sabiendo que no existían segundas oportunidades. Contexto histórico se denomina; otros lo catalogan como no quedarse indiferente frente al horror.