Por Arturo Jaque Rojas
Cuando estallan las bombas de racimo, la devastación es atroz, tanto como “sub-municiones que causan diferentes daños, perforando vehículos blindados con su carga explosiva” o “alcanzar y herir a la mayor cantidad de gente posible con sus fragmentos de metralla, o comenzar incendios”.
Es lo que le ha sucedido a la clase política y al estamento empresarial. Aunque parece que todavía no ha enterado, ni dimensionado la magnitud de los daños directos y colaterales; tampoco, evaluado las secuelas y sus coletazos. Por el contrario -contumaces como son- pretenden seguir aplicando la política de borrón y cuenta nueva. Perdonazo general; “aquí no ha pasado nada”, total “los chilenos tienen mala memoria”; o el ya archiconocido gatopardismo; es decir, cambiarlo todo, para que no cambie nada. Algunos hechos, sin embargo, son demasiados porfiados.
Observamos como el caso Penta explotó en otras direcciones, para ramificarse en el caso Soquimich y otros tantos como Aguas Andinas, Corpbanca, Corpesca hasta ahora; en los cuales, toda clase de personajes de diversa “orientación ideológica”, se encuentran involucrados, desde senadores, diputados y diputadas- las mismas personas que deben elaborar las leyes y fiscalizar a los otros poderes del Estado-, siniestros e inescrupulosos operadores políticos, hasta saber hace poco que hubo una pre-campaña, lo que podría alcanzar a la señora instalada en La Moneda, cuya credibilidad ya va al nivel de las alcantarillas. Últimamente, hasta los alcaldes- al menos dos- están con la basura hasta el cuello.
Es cierto que las investigaciones avanzan, no con la celeridad debida o esperada; pero también es una cruda certeza que la maquinaria se ha activado para efectos de que, a la postre, ojalá todo quede en nada. Podrían rodar las cabezas de algunos mandos medios y de tropa, pero los altos mandamases no deberían ser tocados por la justicia, tal como en su momento acaeció con el felón Ricardo Lagos.
Por demás, debemos recordar que los delincuentes del caso Penta, principal asociación ilícita para el financiamiento de la UDI, se encuentran en sus hogares disfrutando de un estándar de vida que no tienen los reclusos comunes y corrientes.Seguro que hasta verán de “La Copa América en High Definition”.
Así y todo, los mass media, controlados por la derecha y los grupos económicos, nos machacan y saturan con montañas de noticias para dar la sensación de que “las instituciones funcionan”, y de que el Cuarto Poder está haciendo su trabajo. Sin embargo, huelga decir que el vecino anónimo se queda con la impresión ratificada, introyectada en su fuero interno, de que “todos los políticos son iguales y que la política es sucia”.
Tal como se dan las cosas, es imposible que un ciudadano o ciudadana de a pie, se percate de que funciona inexorable el cuasi perfecto modelo neoliberal, naturalizado como si fuera absoluto e irrefutable en su esencia.
Por lo que si en verdad queremos salir de esta encrucijada, debemos atravesar “El Rubicón”, tomando el único camino que es posible acometer a fuerza de una revolución ciudadana que ponga en jaque y con ulterioridad dé al traste con el engendro concebido entre la dictadura pinochetista y la banda de ladrones y fementidos de la Concertación.
Sí, como han leído en el párrafo anterior, una revolución con mayúscula, que no tiene que ser, como lo he formulado en otros escritos, a la usanza de las del siglo XX, ni tampoco a la luz de modelos o ejemplos- algunos de ellos ricos y fructuosos de la alborada del siglo XXI- que, no obstante, no calzan ni están en consonancia con nuestra historia e
identidad. Como no soy un iluminado, ni integro una vanguardia jacobina, menos funcionario de partido, me arriesgo con la fuerza de mis convicciones a sostener que un punto de inflexión debe suceder o sobrevenir.
Ya que no es suficiente ni basta observar como una cáfila de allegados a las mafias que dominan este país, económicas y políticas, ganapanes tales como Fulano, Zutano, Perengano, Merengano, Perico de los Palotes y Perogrullo, han desfilado por los tribunales- como suelen escribir o decir los sesudos periodistas que trabajan en los medios del duopolio y de los canales de televisión que pertenecen al status quo, en un arranque de genio y talento- y se han entrevistados con los fiscales que llevan los diversos casos y sus respectivas aristas. Ninguno ha acabado en chirona; o si lo han hecho, ha sido una burla descarnada.
Se alberga el temor fundado sobre si estas diligencias se extenderán mucho más, tanto que se perderán de vista, se difuminarán y se olvidarán al final, para dar paso a otras noticias tan relevantes como que las eternas teleseries turcas pasaron de moda; o que Chile, por arte de birlibirloque, gane la copa que disputará, y que la gente en una acto de catarsis eche al saco roto la absoluta pérdida de soberanía real y efectiva en las garras de este monstruo que es el neoliberalismo, y sus derivados tales como la opresión, la explotación, las miserias que sufren sólo- ¿adivinen quiénes?- los nadie (parafraseando a Galeano), amén del sobre endeudamiento, la educación del siglo XX de calidad paupérrima, la salud que hace rato está con un pie en la tumba, como una retahíla y salmodia que no terminan.
Con asesores como Enrique Correa-este tunante de siete suelas haría ruborizar a Joseph Fouché- cuya empresa Imaginaccion Consultores, asesora y apuntala la defensa de moros y cristianos, su apuesta debe ser mucho más compleja y elaborada que esperar sólo que el reduccionismo anestésico de los partidos de fútbol desplace la corrupción del centro de la atención pública, aunque en algo contribuyen.
Tal como visualizo el panorama, cabe concluir con un corolario clave. Ellos y ellas, ya perdieron toda legitimidad; lo que en el fondo les interesa un comino; al contrario, pretenden retener y restaurar la institucionalidad y gobernabilidad; y es hacia esos dos objetivos, donde debemos apuntar, con las armas de la razón, la inteligencia, el rescate
de la memoria, la pugna por los derechos reconquistados, la dignidad renacida, la conciencia social, y el aliento internacionalista.