Por Lorenzo Palma
El estudio realizado por el Centro IDEAL y el Instituto Milenio SECOS, muestra cómo la ciudadanía se vincula con los ecosistemas marinos y cómo perciben la salud del océano desde sus territorios. Los resultados revelan una estrecha relación entre la percepción de un océano sano y la felicidad de los encuestados, sumado a una alta valoración de los beneficios que el océano les proporciona. Además señalan a las industrias y personas como los que más perjudican la salud del mar.
Esta consulta contribuirá a construir el primer Índice de Salud del Océano en el país, instrumento internacional que permite dar seguimiento a la condición de los océanos y monitorear las acciones que las naciones realizan para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.
Chile es el cuarto país a nivel mundial con mayor extensión de zonas costeras, abarcando una longitud de 6.435 km. Gran parte de la actividad productiva nacional está relacionada con los recursos que genera el océano Pacífico, por lo que es parte fundamental de la vida de millones de personas. Sin embargo, poco se sabe acerca de la percepción que tienen los chilenos sobre el estado de salud del mar.
Con el fin de conocer esta visión, el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y el Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), crearon la primera consulta ciudadana sobre la Salud del Océano, iniciativa que reunió las opiniones de 1.246 personas entre 16 y 78 años, pertenecientes a todas las regiones del país. La consulta se llevó a cabo entre enero y abril de este año a lo largo del país, y tuvo como objetivo entender cómo la ciudadanía se relaciona con el espacio marino-costero, cómo percibe la salud del océano, qué amenazas reconoce a la salud del océano, y cómo vincula el estado de salud del mar a su propio bienestar.
“Los resultados de esta consulta ciudadana, permitirán la construcción del Índice de Salud de los Océanos en Chile, marco científico de evaluación internacional que mide la salud de los océanos a través de diez indicadores y que ha sido aplicada en diversos países”, explica Laura Nahuelhual, coordinadora de la iniciativa e investigadora del Centro IDEAL, UACh y el Instituto Milenio SECOS. Con esta metodología, se puede realizar una evaluación periódica del estado de salud de los océanos en Chile, incluyendo en esta las presiones a las que son sometidos los ecosistemas marinos, el estado actual y la resiliencia de nuestros océanos. Finalmente, este índice se utiliza para monitorear las acciones que mejoran o empeoran el estado de salud del mar en las áreas evaluadas, a lo largo del tiempo.
“En los últimos años, la investigación sobre percepciones públicas ha cobrado importancia en las ciencias del mar y en la toma de decisiones, dado que el cambio de comportamiento de la sociedad tiene el potencial de reducir las presiones sobre los ecosistemas marino-costeros. Diversos estudios revelan que el compromiso y la aceptación del público, así como la gobernanza participativa, tienen un rol clave en impulsar programas de conservación y restauración marina. Por lo mismo, entender cómo el público percibe y se relaciona con el océano es fundamental para el éxito del compromiso social, la integración de las dimensiones humanas en la conservación de los océanos y el logro de objetivos de desarrollo sostenibles“, agrega la investigadora.
¿Qué es el mar para los chilenos?
Quienes participaron en la instancia, pudieron dar a conocer su percepción sobre lo que significa el océano para ellos y ellas a través de tres conceptos. En términos generales, los chilenos y chilenas perciben que el mar representa vida (17%), tranquilidad (7%), paz (5%), belleza (3%), inmensidad (3%), libertad (3%), alimento (3%) y diversidad (3%).
La mayor parte de las personas que participaron de esta consulta (83,1%) considera que el mar le brinda beneficios. En ese sentido, según los resultados, de un listado de diez beneficios que brinda un océano sano, los más valorados fueron las oportunidades para el turismo y recreación (89,4%); la regulación del clima, que genera un ambiente apto para vivir (86,5%) y el sentido de arraigo e identidad local (86,1%). Finalmente, un 95% de los habitantes de Chile considera que un océano sano contribuye mucho a su felicidad.
“Estas respuestas sugieren el importante nivel de dependencia de las personas con respecto a la salud del océano. No se trata solamente de que el mar provea ciertos recursos, sino que simboliza la sobrevivencia propia y de otras especies, además de su contribución al bienestar subjetivo, representado por la paz y tranquilidad individual. En un mundo agitado como en el que actualmente vivimos, los resultados parecen indicar que la interacción con un océano sano es un componente importante de la calidad de vida de las personas en Chile“, explica Laura Nahuelhual.
Estado de salud del mar en Chile
De acuerdo a la consulta, el 51% de los encuestados se relaciona con el mar fuera de sus comunas de residencia. “Con estos resultados, podemos deducir que la mayoría de las personas no tiene una relación cotidiana con la zona costera y, sin embargo, la mayoría percibe que el estado de salud del mar es regular o malo”, dice Gonzalo Campos, asistente de investigación de Centro IDEAL a cargo del análisis de los datos provenientes de la consulta ciudadana. Específicamente, el 49% considera que la salud del mar se encuentra en eun estado regular, mientras que el 21% cree que se encuentra en mal estado y el 12% en muy mal estado.
“Lo que es más interesante, es que de aquellos que consideran que el océano se encuentra en muy mal, mal o regular estado, un 83% cree que esto le afecta medianamente o mucho a su modo de vida. En términos subjetivos, esto nos índica que las personas tienen un grado de conexión y de empatía por la situación desfavorable del mar, a pesar de su relación distante, agrega el investigador.
¿Qué zonas costeras estarían más sanas y cuáles dañadas?
Otro de los ítemes de la consulta tuvo relación con la asociación de ciudades costeras a conceptos como océano “sano” o “dañado”. La consulta arrojó que las playas y costas de las comunas de Antártica y Cabo de Hornos, Punta Arenas, La Higuera, Valdivia y Caldera son asociadas frecuentemente a un océano sano. Mientras que localidades de las comunas de Quintero, Puerto Montt, Valparaíso, Puchuncaví, Coronel y Talcahuano, se asociaron más frecuentemente a un océano dañado.
“Las zonas mencionadas como sanas, según las personas encuestadas, son principalmente zonas aisladas, o con poca población humana y menor actividad industrial, alejadas de estas experiencias, en el sur austral (Antártica, Cabo de Hornos y Punta Arenas), norte chico (La Higuera y Caldera), o que tienen un reconocimiento más bien por su valor turístico o de calidad de vida, como Valdivia. Estos resultados sugieren una relación negativa entre la presencia humana y la salud del océano“, profundiza Campos.
Respecto de la percepción de un océano dañado, los encuestados responsabilizan a las empresas o industrias (33,5%) y a las personas (31,5%) de los problemas que aquejan a las costas de nuestro país. La consulta reveló, además, que lo que más daña al mar, independientemente de la localidad, son la basura domiciliaria (25,3%), los patógenos o nutrientes (20,1%), los químicos (16,2%) y la basura industrial (16%).
“Alcanzar el objetivo de un océano sano es una responsabilidad compartida y, de acuerdo a las opiniones que recogimos, ciertas acciones para mantener la salud del mar recaen claramente en las conductas de las personas naturales y las empresas. Las acciones personales, empresariales o del Estado en torno a la salud del mar, deben ser planificadas en el corto, mediano y largo plazo y focalizarse según las necesidades que surgen en los distintos territorios y de acuerdo con las características de cada zona costera. Las razones por las cuales el océano se encuentra dañado, no son las mismas a lo largo del territorio nacional, por ende las acciones deberían ser diferenciadas“, concluye Nahuelhual, docente del Departamento de Economía de la UACh y también investigadora del Centro Transdisciplinario de Estudios Ambientales y Desarrollo Humano Sostenible (CEAM-UACh).