Corrupción en la embajada

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Por Gonzalo León

     A fines de octubre del 2024 Ciper dio a conocer una noticia que informaba de “una serie de pagos irregulares a proveedores por miles de dólares durante años” en la embajada de Chile en Buenos Aires. Antes de dejar la legación diplomática, la entonces embajadora Bárbara Figueroa pidió a la Cancillería la apertura de un sumario y alertó a su sucesor José Antonio Viera-Gallo.

Básicamente las irregularidades se detectaron cuando “se giraron recursos fiscales contra facturas materialmente falsas en el marco de las actividades por la conmemoración los 50 años del golpe cívico-militar de 1973”. Pero como esas facturas falsas no eran las únicas, se inició una investigación interna. Las sospechas se enfocaron en el Centro Cultural Roberto Matta, dependiente de la embajada, y dentro de este se consignaba a un hombre clave: Rodrigo Contreras, quien como encargado de eventos contrataba diversos servicios y “uno de los proveedores más importantes contratados por Contreras es Mauro Luis Nanni, representante de MNL Organización Integral de Eventos, empresa que ha prestado diversos servicios de producción a la embajada chilena en Buenos Aires”.

Si uno analiza la página web de la empresa de Mauro Nanni, observará que carece de dirección física, y que todo se resume a contactos virtuales y redes sociales. Pese a ello señala “tener más de veinte años de experiencia en el mercado, gran infraestructura, una lista de proveedores reconocidos…”. Su cuenta Instagram tiene 10.900 seguidores, pero más allá de eso, sorprende lo de lista de proveedores, cuando ellos son proveedores, lo que supone que subcontratan y ahí se explicaría la falta de oficina.

A fines de mayo pasado, otra nota de Ciper dio detalles de la investigación interna que había alertado a la ex embajadora Bárbara Figueroa. Contreras hoy es uno de los dueños del restaurante Croque Madame de Recoleta. Hasta ahí iba gente de la embajada. Recuerdo que a la salida de una obra de Patricia Rivadeneira en el Palacio Libertad (ex CCK) me dijeron que llegara después al Croque Madame de Recoleta. Obviamente no fui, pero no por saber algo de esto, sino porque no tenía plata. Dios siempre protege a los pobres, me dijo una tía abuela cuando estaba a punto de morir.

Conocí a Rodrigo Contreras en 2013 o 2014, en un almuerzo de Fundación Proa, donde fue con la encargada de comunicaciones de la embajada. Al principio entendí que Contreras también trabajaba en la órbita de comunicaciones, pero él me aclaró que venía de la industria de la música y que había llegado hacía poco a trabajar. Se veía contento. A primera vista me pareció un buen tipo, de sonrisa fácil, astuto, simpático, “entrador”; no hablaba de más y, si lo hacía, era para decir vaguedades.

A Contreras lo seguí viendo porque conocí a María José Fontecilla, en ese entonces agregada cultural de la embajada, quien estaba formando un equipo bastante interesante en el Centro Cultural Matta, que por esos años arrancaba con sus actividades más intensamente. Nunca he visto una agregada con tanta vocación por hacer cosas. Yo hice una actividad allí con escritores argentinos como Selva Almada y Julián López. Recuerdo que ellos habían quedado en ir gratis a cambio de que les pagaran el taxi, pero ese día Contreras dijo que estaba solo y que no tenía dinero. De hecho no tenía dinero ni para pasarles para la micro. Sin duda que de ese Rodrigo miserable a este Rodrigo empresario gastronómico hay un mundo de distancia.

Luego lo seguí viendo. Pero lejos de verlo involucrado en alguna trama de corrupción, lo encontraba incompetente para el cargo que tenía, porque estaba más preocupado de figurar que de otra cosa. Con los años me enteré que Fontecilla lo había echado de su trabajo, pero que durante la gestión de Sebastián Piñera había sido recontratado. Hay gente que tiene mucha suerte, no es mi caso.

Luego vinieron los shows, el más recordado porque tuvo impacto en Chile, fue la venida a Buenos Aires de Luchito Jara. Yo hice un posteo en esa oportunidad en mi Facebook, porque me parecíalamentable la iniciativa. Porque no solo se trataba de un show al voleo, se trataba de una alianza con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para presentar a diversos cantantes de países con representación diplomática en Argentina. Cada mes le tocaba a un país y Chile, el de Piñera, había elegido a Luchito Jara. Nada raro si consideramos que la agregada cultural era Carmen “La Regalona” Ibáñez.

A medida que uno va siguiendo por mucho tiempo a un funcionario, puede leerlo políticamente, porque hay cosas que no controla y deja entrever. Fue así como en otro posteo contaba que estaba trabajando para la Municipalidad de Providencia con la alcaldesa Evelyn Matthei. La ecuación Luchito Jara, Regalona y Matthei repentinamente calzaba bastante bien. Pero no es mi intención enjuiciar a alguien por su credo político, eso es personal, y quizá mi apreciación como la de la vez que lo conocí esté errada. La verdad es que por muchos años, para irritar a un compatriota, le mandaba capturas y links de lo que hacía Rodrigo, y mi amigo terminaba enviándome audios puteando de lo lindo. Eso me causaba gracia.

Si bien en la segunda nota de Ciper se consignaba la opinión del exsubdirector jurídico de Impuestos Internos de que podría configurarse el delito de malversación de caudales públicos o de fraude al Fisco, esto no quiere decir que el responsable de eso sea Rodrigo Contreras, eso esté aún en investigación, pero sí la nota puso sus ojos en él, sin ahondar tanto tampoco. Hay un dato, sin embargo, que me llamó la atención: “El Croque Madame es el local que ProChile contrató a fines de 2024 para promover el pisco atacameño en Argentina, pese a que en el informe de 2023 se advertía que no se debían hacer contratos con empresas o personas vinculadas a funcionarios de la embajada”. Es decir que la trama podría ser aun más compleja.

Por último, hay una cuestión de bastante actualidad en todo esto y es que suele decirse en Chile y aún más en Argentina que el Estado es ineficiente, irregularidades como estas socavan la opinión pública y da la razón a esa creencia. No soy un moralista, tampoco soy alguien que exigiría el detalle de todas las facturas, me interesante como chileno migrante sentirme parte del Estado de Chile y no un excluido. Porque buena parte de las actividades de cultura de Chile califican como desechables.

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