Un sociólogo en el FPMR

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Por José Miguel Carrera
Un gran desafío comentar este libro que nos regala el doctor en sociología Tito Tricot, un testimonio de parte de su vida militante (siempre queda algo más seguramente): “Un sociólogo en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez”. No dudo que hacerlo a esta altura de su vida, constituye para él todo un rito, quizás un verdadero desagarro del alma con forma de letras, palabras, recuerdos, motivaciones y meditaciones como nos tiene acostumbrado en sus cotidianos escritos.
El autor escribe desde el puerto de Valparaíso, “su país”, como él siempre dice. Aclara también que esta obra es un testimonio que no representa a nadie, que no habla por nadie. “Es mi parecer, pensamiento, evocación, intuición. Ni más ni menos.” Y anuncia que “algunos celebrarán estas palabras, otros las rechazarán indignados, otros tantos permanecerán indiferentes.” Es un libro que va dedicado a “los y las combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que bajaron desde las esquinas de los cerros y de todas las imposibles arrugas de Chile”.
Y dedicado a la causa mapuche: “Al pueblo mapuche porque de él aprendimos las palabras resistencia y dignidad, que estuvieron siempre escritas en las profundidades de la tierra, para algún día enfrentar al más grandes de los golpes: el golpe militar”.
Urbe Salvaje, entrevistó al autor, cuando ya había anunciado el libro y tuvo acceso a la obra de 191 páginas, de Ceibo Ediciones, Colección Crónica y Memoria, que incluye también imágenes propias y del fotógrafo Rodrigo Casanova.
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Tito es un reconocido intelectual de la izquierda chilena, ha escrito muchos libros, La lucha del pueblo mapuche (2006), Autonomía (2013), Valparaíso Golpeado, crónicas porteñas del Golpe de Estado (2013), Palabras de la tierra, crónicas de la resistencia mapuche (2014). Tiene centenares de artículos publicados, tanto académicos como periodísticos a nivel nacional e internacional. Expone sus opiniones en variados encuentros, versados o no, ante universitarios, pobladores, en colectivos políticos o en algunos lugares de Latinoamérica, en ellos lo hemos visto actuar como tranquilo académico y/o de activista de fuste.
La razón fundamental que justifica su testimonio, es hablar de sus vivencias políticas, eso queda claro desde sus primeras páginas “Digamos las cosas por su nombre de una vez por todas: a la dictadura no se la subyugó con un lápiz y un papel, eso solo fue un acto, un segundo en 17 años de dictadura, como lo fue la elección presidencial de 1989. (15) “La historia y discurso oficiales han soterrado la importancia del componente militar en la derrota de la dictadura.” (16)
-¿Por qué decidiste escribir acerca de tus vivencias?
– Hace muchos años tenía la idea. No había querido hacerlo porque consideraba demasiado ególatra escribir de uno mismo. Me parecía que había otra gente que tenía mayor libertad o mayor consecuencia para escribir que yo. Ya se había escrito un libro muy bueno, de Luis Rojas, que es un historiador que también fue del Frente: “De la Rebelión Popular a la Sublevación Imaginada”, que es el mejor libro que se ha escrito de la lucha armada, de la Rebelión Popular y la Sublevación Nacional, que era la estrategia del Partido Comunista y del Frente. Fue un trabajo histórico importante, con mucha investigación de fuentes bibliográficas y de fuentes primarias. Mucha investigación cualitativa y de entrevistas a gente, protagonistas de la lucha militar y paramilitar de esa época. Entonces, cuando ya se hizo eso, me parecía que quedaba la posibilidad de hacer algo distinto y ese algo era en formato testimonio, que cumplía dos propósitos, uno, el poder -de una vez por todas, de manera más clara- derribar un mito que se ha instalado en el imaginario colectivo, eso es que a la dictadura se le derrocó con un lápiz y un papel, que aquí se derrotó a la dictadura con el plebiscito del 88 y después en la elección del 89. Que si bien constituyeron momentos importantes no fue lo único que derrotó a la dictadura. Aquí hubo una lucha claramente en muchos esferas, en muchos aspectos de la vida social, política, ideológica de este país, y una de esas esferas fue la lucha armada, una lucha que ha sido invisibilizada, por la clase política dominante y por la Concertación. A mí me parece importante visibilizar ese aspecto en la lucha anti dictatorial. Y por otro lado me parece importante también rescatar la memoria y la construcción que hicieron millares de chilenos y chilenas comunes y corriente, que prácticamente de la nada y sin nada de conocimiento -artesanalmente primero y con algo de conocimiento después- se avocaron a reorganizar las instancias sociales y políticas, se insertaron en la lucha armada contra la dictadura con mucho coraje, valentía, dignidad, consecuencia. En pequeñas y grandes batallas pusieron en riesgo su integridad física, y en muchos casos la perdieron para aportar en esta lucha desigual contra la dictadura. Y todo ese sacrificio ha sido invisibilizado por este mito que se construyó, que a la dictadura se le derrotó en las urnas. Lo cual es mentira. Es una falacia construida desde la élite, desde los que negociaron con la dictadura, desde los civiles y los militares que negociaron entre ellos. Entonces me parecía importante hacer y hacerlo en un formato testimonio para rescatar precisamente lo cotidiano. En este libro no solo está mi testimonio personal que al final es lo de menos, sino que está el testimonio de otros compañeros que lucharon contra la dictadura. Como decía: gente común y corriente. Aquí no están ni las grandes batallas, ni las grandes hazañas, esta lo cotidiano, lo que se hacía diariamente con lo bueno, con lo malo, con los aciertos, con la grandes victorias, las derrotas, las alegría y las penas.
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-Tito, dices que a lo mejor habrá personas, incluso dentro del Frente, que te podrían criticar por este testimonio. ¿Por qué?
– Cuando uno escribe en clave de testimonio, claramente lo hace a título personal. Ésta es mi opinión, son mis palabras o un conjunto de palabras y lo digo claramente: el texto no representa a nadie, a ninguna organización, no hablo por ningún partido. No es la historia oficial del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que por lo demás dejó de existir hace muchos años, cumplió un rol importantísimo en la lucha anti dictatorial, significativo, de gran valor, de dignidad y consecuencia, de gran sacrificio, donde se perdieron valiosas vidas humanas y muchos de esos compañeros y compañeras siguen consecuentemente aportando en la lucha contra el modelo injusto y por una verdadera democracia. Pero ésta no es la historia oficial del Frente, simplemente es un testimonio.
– ¿Y qué hicieron mal los rodrigüistas?
– No vamos a contar el libro. Yo tengo la impresión de que si se hubiese continuado implementando la lucha armada y se hubiera desplegado mucho más en la lucha anti dictatorial, la salida hubiera sido distinta. En algún momento el Partido Comunista decidió desmantelar al Frente y eso creo que nos costó muy caro, de no haber sucedido creo que la historia se hubiese podido escribir de manera distinta. Ahora todo esto no podemos saberlo porque ya ocurrió. En ese sentido también es autocrítico por lo que sucedió después, cuando el Frente optó por una estrategia que se llamó de Guerra Patriótica Nacional. Me parece que también fue a destiempo, cuando ya no estaban dadas las condiciones para que una estrategia de esa naturaleza prosperara en Chile. Era demasiado tarde, eso se podría a ver adoptado antes. Entonces esa es mi autocrítica y mi crítica.
– ¿Qué hubiera pasado si el año 86 se concreta el atentado a Pinochet y la internación de armas a Carrizal?  ¿Hubiese cambiado totalmente el panorama?
– Probablemente, pero las negociaciones con la dictadura por parte de un segmento de la oposición comenzaron antes. No nos olvidemos del Acuerdo Nacional que comenzó ya el 85. Conversaciones en la llamada Oposición Democrática, que ya excluía al Partido Comunista y a otras fuerzas de izquierda, habían comenzado antes, el 83. Por lo tanto el aducir que el desembarco de armas de Carrizal, o la emboscada a Pinochet son los detonantes de esta salida negociada, porque se temía que el PC o el Frente podían declarar o desencadenar una lucha armada total en Chile o una guerra, me parece también una falacia y un invento. Estas negociaciones venían de antes. Entonces no es un argumento válido. Creo que el Frente nunca fue pensado para una guerra, para un confrontación directa con el Ejercito. Siempre se habló de una rebelión popular, de una sublevación nacional, y el elemento armado era uno de tantos otros elementos que iban como elemento auxiliar a la lucha de masas. Esa era la estrategia; no otra cosa.
-¿Cuándo entras al Frente?
– A fines del año 84, estando fuera del país. En el Frente había gente que trabajaba adentro y afuera. Uno cumplía diferentes misiones. Las razones son porque yo estaba absolutamente convencido de que el factor militar y de la lucha armada era necesaria para derrotar a la dictadura. A mí me parecía que a los militares no se les podía derrotar con palabras, con ideas, o simplemente con discursos, cuando te están matando en la calle, cuando están haciendo desaparecer gentes, con ataques a las poblaciones. El pueblo tiene el derecho a defenderse, de todo punto de vista. Pero insisto: no era solo el tema de la lucha armada, del elemento militar. El pueblo chileno se organizaba de todas formas y todo fue valioso: las manifestación callejera, las barricadas, las peñas, los centros culturales, de derechos humanos. Fue todo sumamente valioso y la lucha armada fue un elemento más. Y fue absolutamente invisibilizado y denostado por aquellos que ocuparon los puestos de poder después que se negoció esta transición eterna que ha habido. Tú puedes ver como ha desaparecido todo vestigio de lucha armada, incluso en lo simbólico. No aparece nadie de los que lucharon, no aparece nadie en la memoria colectiva, excepto en lo reivindicado por sus propios compañeros. Pero en la historia oficial prácticamente no aparecen. En la museología, en los documentos oficiales. Solamente, en los escritos de los propios compañeros se encuentra la huella, en el resto no aparece nada.
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– ¿Qué papel juegan en esto los historiadores? ¿Qué rol juega la cultura para hacerlos aparecer a ellos?
– Es como siempre ha sido. Siempre ha habido una historia oficial y otra historia desde abajo, que la escriben otros. Por eso este libro y muchos otros libros cumplen ese rol de una historia alternativa. Con otra historia que busca, a través del testimonio, de la investigación periodística, revindicar esa parte de la historia de Chile o un fragmento de la historia que fue tan importante. Como los libros que han salido recientemente acerca de la violación de los derechos humanos, de denuncia de los crímenes atroces que se cometieron durante la dictadura. Han pasado cuarenta años y recién se están conociendo estos crímenes. Y los criminales militares y civiles andan libres por las calles.
En 1975 Tito Tricot fue expulsado de Chile, cumplía su primera prisión política. Recuerda en el libro con mucho cariño a sus compañeros de prisión, “Pepe Valle, Armin Luhr y Mauricio Redolés. Pepe, el viejo loco, jefe de dos guerrilleros rurales más extraños que él… Jamás se bañaba. Estudió hasta segundo básico… Armin estudiaba Derecho… estaba a punto de recibirse de abogado cuando sobrevino el golpe. Mauricio… cantaba tan mal que yo le pedía que por favor se callara… Sea como sea, Redolés se transformó en uno de los mejores cantautores chileno… (19, 20)
Después de leer el testimonio, no he dejado de pensar en este pausado escritor, en especial cuando relata un pasaje doloroso vivido durante su exilio, la pérdida de su primer hijo. Estando en el hospital La Rotonda de Dublín, capital de Irlanda, donde vivía como refugiado señala: “Tan solo recuerdo que en algún momento emerge una enfermera de una sala oscura… y me dice que la guagua había fallecido y si la quería ver antes de que se la llevaran… Era demasiado bello para haberse muerto sin tener la posibilidad de vivir.” (21)
Tricot, reingresa al país, es destinado al trabajo político en el Frente Patriótico y se ve inserto en la vorágine política y combativa del año 85, cuando las diferencias entre el Partido Comunista y el Frente Patriótico eran más que evidentes: “un sector minoritario de la Dirección del Frente cercano al Partido que me destinaba a la Jefatura de Santiago a cumplir una tarea política… lo definitivo es que yo iba con la misión de desarrollar una misión político-militar muy precisa… que se alejaba cada vez más de la del Partido Comunista.” (33)
Hace verdaderamente humano su relato, cuando Tricot añora los momentos iniciales de su amor con su compañera Rocío (le sale por los poros, o entre letras): “El amor es capaz de promover huracanes de choroyes y estallidos de luciérnagas porque viene y va sin aviso previo. Por eso fue amor a primera vista, aunque ella no tenía idea, al fin y al cabo vivía en otro siglo.” (39)
Sus relatos relacionados con la Matanza de Corpus Cristi de junio de 1987, lo marcaron poderosamente, en especial su relación con Ignacio Valenzuela, uno de los principales jefes del FPMR, y su jefe directo en esos días: “Todavía las tengo”, refiriéndose a las llaves de la oficina donde se reunía con él. “El rostro sonriente de Ignacio solo me golpeó brutalmente al día siguiente, creo, cuando lo vi, precintado para siempre en un diario cualquiera”. (81)
O cuando habla de Mauricio Arenas: “A Mauricio le gustaba la canción Puerto Pollensa interpretada por Sandra Mihanovich y la entonaba cada vez que la tocaban en la radio o a capella, daba lo mismo. Siempre estaba de buen humor a pesar del dolor, de la gravedad de sus heridas y del incierto futuro.” (138)
No escapan del autor-combatiente, observaciones a la política del FPMR, del que era parte, él lo recalca siempre en el libro: “El ojo del Frente no logró percibir que la situación política era radicalmente distinta y que ya era irreversible. Sin duda que la ética y la práctica moral estaban de parte del Frente, pero un segmento de la clase política chilena que poco sabe de ética y moral, ya había negociado con la dictadura y con el imperialismo…” (164)
-¿Cómo rememoras esos tiempos en el Frente?
-En ese momento uno estaba sumido en hechos, eventos, acontecimientos, trabajos, actividades, que no permitían detenerte mucho a reflexionar en lo que estabas haciendo. Y al escribir este libro se logra pensar en esos tiempos. No está solo mi testimonio, o los recuerdos que uno podría haber hilvanado; sino también los de otros compañeros para poder plasmar sus propias evocaciones. Al juntarnos también había un sentimiento de alegría por parte de ellos, por lo que se había hecho. Y de pena: al final no habíamos triunfado, había sido una derrota. No se había logrado lo que habíamos pensado, que era un victoria, que el pueblo ganara. Que no era la democracia que tenemos, que no es democrática, que no era seguir teniendo el mismo modelo económico que tenemos. Que no era el tipo de sociedad, era otra: con justicia social. No una sociedad de la impunidad, donde no hay justicia. No tener los torturadores en la calle, no tener un Punta Peuco donde los asesinos viven con privilegios y lujos. También pena por los compañeros que murieron. Entonces todo eso, conversando con los compañeros era de mucha rabia, mucha pena. Pero también decir: “… al menos algo se hizo, algo se trató de hacer”, de contribuir a la derrota de la dictadura y claro, uno dice que podíamos haber hecho mucho más o mucho menos, pero el conformismo tampoco ayuda mucho. En definitiva han pasado cuarenta años del golpe, varios desde el fin de la dictadura y seguimos teniendo un país desigual, un país donde hay ricos, donde hay corrupción, un país privatizado.
Hay que seguir, continuar luchando, no irse para la casa. No se puede decir hasta aquí no más llegamos. Por el contrario: precisamente porque murieron tantos compañeros, amigos y muchas de las gentes con las cuales uno compartió -sus testimonios están en el libro- lo mínimo que uno puede hacer es seguir luchando por una sociedad distinta. Porque ellos así lo hicieron y perdieron la vida, fueron asesinados o lucharon combatiendo para que tuviéramos un país distinto y no éste. Entonces si uno puede seguir haciendo algo o escribiendo un libro, o participando en manifestaciones, organizando alguna actividad, manifestarse en la calle o en otra organización, bueno hay que seguir haciéndolo. Esto no es algo que termine. Esto no termina nunca.

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Raúl Pellegrin

-¿Qué piensas del profético diagnóstico de Raúl Pellegrin? Ya en esos tiempo él decía que la salida “democrática” era un bluff, que ya estaban todos los pactos hechos…
-Claro, ya estaba todo acordado. Y yo lo planteo en esos términos en la autocrítica. A mí me parece que es un error la estrategia, pero el Frente tenía absolutamente claro de que estos iban a ser gobiernos continuistas, y en eso la Dirección Nacional no se equivocó. Porque estos gobiernos continuaron con el modelo económico y el sistema político. En eso fue absolutamente correcto el diagnóstico del Frente. Ahora, claro, en política el tema es diagnóstico y cómo se enfrenta en términos de escenarios, de táctica, en términos del repertorio de acciones, de qué es lo que se hace para enfrentar esa situación. Y esas son dos cosas que están relacionadas, pero son distintas.
Tito Tricot, siempre espera volver a Irlanda, insinúa que eso sucederá cuando recupere su paz interna, cosa muy difícil en una sociedad chilena tan injusta, contraria a la que soñó con sus compañeros cuando se hizo político y combatiente, igual deseamos que viaje. Hace 38 años enterró a su primer hijo en esa lejana tierra, -para nosotros- y no para él. En esa ocasión dolorosa no tenía siquiera dinero para comprar un ataúd para el “hijo que vivió un segundo”. Ojalá, como es su deseo, lleve el clavel rojo para el lugar de su tumba, y también las llaves de la oficina de la Jefatura de Santiago, del Frente, donde se reunía con el Comandante “Benito”, Ignacio Valenzuela.
Recomendamos el libro “Un sociólogo en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez”. Sobre todo para la juventud de, éste, nuestro país. Se agradecen los libros testimoniales. Queda la sensación de que todo se pudo hacer mejor, orgullo de haber hecho lo que se hizo, y de haber tomado ese camino autónomo en esos difíciles momentos que Tito vivió. En medio de todas esas responsabilidades inimaginables haber amado con tanta fuerza y a concho, y de no renegar nunca de nada, solo de los errores. Son aportes y puntos de vista a la gran historia que vivió mucha gente hermosa y valiosa en la época negra de la dictadura.

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