Aniñir y el paraíso perdido

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David Aniñir, poeta mapurbe 2.0

Por Zucchero

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– Hola David. ¿Cómo estás?
– Estoy trabajando en un lugar bastante incómodo a gran altura, piso 14. Me podrías llamar después del trabajo, como a las 19:30.
– Claro. Te llamo más tarde. Chao.
David trabaja en las alturas. En Mapulandia street. Lejos del mundanal ruido. Cerca de las grúas, vecino a las grandes autopistas y a un río nauseabundo y navegable sólo para ratas que se alimentan del ñiachi de nuestros cuerpos. A esas ratas David las agarra a piedrazos desde las alturas, cerca de los dioses y de los muertos. Tratando de derretir las nubes para buscar un paraíso perdido. Enfierrando algo que ni la naturaleza pueda derribar. Poesía antisísmica, arte poetiko.
Con quién dijeron que me iba a encontrar: con un rebelde, alguien impulsivo y tincado. A veces hosco.
Con quién me encontré: con un mapuche urbano. Con alguien que llegó anticipado a la entrevista. Con un hombre reflexivo, alegre y muy educado que no se enojó ni esquivó preguntas personales que perfectamente podía haber eludido.
David Aniñir Guilitraro, nacido el domingo 29 de agosto de 1971, siempre va de frente y con la cabeza en alto. Tal vez por eso es respetado y querido. Por esos poemas divergentes de la verdad oficial fraudulenta. Poemas como éste:
I.N.E. (Indio No Estandarizado)
Según el Censo de población y vivienda realizado en Chile
Usted se considera:
Flojo
Hediondo
Borracho
Piojento
Malas pulgas
Aborigen
Cabeza de palo
Incivilizado
Canuto
Delincuente
Precolombino
Post punx Rocker
Autóctono
Folklórico
Indígena (ndigente)
Terrorista
Quema bosques
Exótico
Ilícito Asociado
Camorrero
Muerto de Hambre
Originario
Desterrado
Natural
Salvaje (Sur bersivo)
Arcaico
Mono Sapiens
Mal vividor
Mal Moridor
Analfabeto
Bárbaro
Inculto
Primitivo
Nativo
No nato (siempre kisistes eso)
Polígamo
Guerrero
Indómito
Raza inferior, guerrera pero inferior
Indio kuliao
O
Araucano?
Acepciones nunca consultadas a boca mapuche,
Qué otro descalificativo más te queda por nombrar
Racista Fuck Triñuke…
Que te quede claro,
Demórate un poco más y dí Mapuche,
La boca te quedará ahí mismo.
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Guilitraro
Como un “zombi mapuche con bototos punk” lo ha calificado su amigo Jaime Huenún. Alguien que “ha tomado huesos, susurros y aullidos de muertos para construir su poesía y sus voladas a la orilla del río Mapocho”, explica Huenún. La muerte siempre al acecho. Ávida de llevarse a alguno de los nuestros.
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Le pregunto a David sobre su padre, Pedro Aniñir Millahual, quién se ahorcó a mediado de los ´70, cuando David era niño. El poeta -quien no esperaba que lo inquirieran sobre ese episodio que marcó su vida- abre un poco más los ojos y responde:   El Guitranalwe es un ser que existe en la creencia mapuche,  es el espíritu de un ser humano fallecido, poseedor de ciertos poderes mágicos;  Guilitraro es el apellido de María, mi madre y mi segundo apellido. Con GUILITRANALWE quiero reconciliarme con los muertos, a través de esta invención, de este neologismo.  Guili es garra, uña y Traro es pájaro. Guitranalwe  es ese ser o un espíritu, la energía de  un muerto que queda dando vueltas, un alma en pena. Guilitranalwe sería como las garras de la visita de ese muerto. Las Garras de la Bestia. Quiero reconciliarme. Y uno de los principales representados es mi padre ¿cachai? Creo que es una manera de consolidar ese arreglo, ese desajuste emocional que tuve constantemente desde niño.
Mi padre se ahorcó en la casa y yo era el mayor. Tenía cinco años. Mi otro hermanos tenía tres y el otro estaba en brazos. O sea el único que tuvo recuerdos fui yo. En esa época  ya habíamos dejado la casa. Un día le fueron a contar a mi madre que mi papi se había ahorcado en la pieza de 3 por 3. Tengo un cuento, ahí que lo voy a sacar después. Y claro, tengo retenido eso. Siempre. De toda la  situación. Desde que llegó el mensajero de la muerte, el werken de la muerte. Mi mami peinándose con el pelo largo ocultando sus lágrimas, alisándose, preparándose para hacer todo el trámite en la morgue. Afectó gran parte de mi vida. A estas alturas puedo decir que lo siento en gran parte superado. A mí me chocó harto no por el afecto, abandono, que tuviera por mi padre; sino por la relación con la muerte. Y me fue gustando un poco estar en esa sensación de  muerte que hay ahí. Son crisis que se superan. Soy el único que tengo recuerdos de él y no es un tema agradable en la familia,  los hermanos, porque existe rechazo. No son buenos recuerdos. Es fuego y violencia. Entonces creo que gran parte de mi personalidad de joven, de niño y adolescente, se debieron a esa carga que me dejó el hecho de tener conciencia de la muerte. En mis hermanos pasó, hay pena sí, pero pasó, se fue, no lo extrañan. Pero pasa que yo lo palpé a él pues. Yo estuve con él, jugaba con él. Recuerdo ver su rostro, todo, su afecto y violencia.
Una vez leí algo de Bukowski, de porqué se desataba un personaje, su alter ego. Chinaski, quién fue muy violentado por su papá, y de ahí  su obra Hijo de Satanás. Hay varios relatos ahí donde me cagué de la risa. Es muy cruel para escribir pero también con algo de gracia, algo de morbo y no sé, ironía y sarcasmo. Algo de eso hubo, cachai. Claro, y toda esa bronca fue acumulándose. Algo así me pasó también después como hijo de la dictadura. Hay de todo un poco. Todo lo que está impreso ahí. Creo que calza y sintoniza con las perspectiva y las subjetividades que están ahí latentes, y que debían haber sido escritas a través de esos  20  poemas que le han dado más o menos la configuración la poetika  Mapurbe; venganza a raíz, mi primera publicación
– ¿A ti no te gusta que te digan poeta mapuche?
– Me gusta que me digan poeta porque ya soy mapuche.
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Sin alas y en picada
Nos reunimos en la Plaza de Armas, a la salida del Metro, justo en el Monumento a los Pueblos Originarios, pero también frente a la Catedral de Santiago. La familia huilliche de David, al igual que su madre, el sincretismo implantado los formó en el cristianismo,  pero eso ya fue.
David me espera leyendo. Ha tenido que ir al doctor y en sus manos lleva una serie de exámenes clínicos.
– Cómo te fue en el médico?- le pregunto.
– Bien. Todavía no me muero- responde sonriendo con una hilera de dientes tan blancos que llega a dar envidia.
– Tengo hambre. ¿Comamos algo?
– Vamos.
Y enfilamos por el Paseo Ahumada en busca de una fuente de soda. Un Paseo Ahumada que se abre paso como las aguas del Nilo, y junto con las hojas cae la noche y no podemos hacer ninguna jodida cosa para impedirlo.
David es enfierrador, esa es su especialidad en la construcción. Es un obrero de la construcción, pero además es poeta mapurbe, y de los mejores.
David toma vuelo y se arroja poéticamente de la azotea del edificio donde trabaja. Sin alas y en picada. Sí cae mal lo puede pasar como accidente laboral.
“Yo creo que cuando menciono cual es mi acercamiento a la palabra escrita -no sé si con la poesía, sino con la palabra, con la escritura- fue con las cartas que transcribía de mi mami -originaria de Fresia, Llanquihue, huilliche ella – a su hermana, a través de esa larga comunicación epistolar con mi prima. No fue un acercamiento a la poesía; fue un acercamiento a la palabra escrita, y a la fuga que tenía  comprimida y que te incitaba a salir. Tiempos de los 80 siendo niño, donde describía la realidad que teníamos con la represión de Pinochet”, señala Aniñir.
Más tarde David comenzó a escribir sus primeros textos que lo han hecho celebre en el panorama poético de este reyno donde deambulan flaytes, indiferentes, conscientes, arribistas y siúticos.
Mauricio Torres Paredes, de editorial Quimantú, constata que la población está en el canto de David, que resulta en una poesía que es golpe de vida. Incluso en la “mierdópolis donde arde el asfalto”, que debería ser cualquier gran urbe. Pero también en Barrancas, rebautizado como Pudahuel en 1975 y posteriormente en 1981 trozado en tres (Pudahuel, Lo Prado y Cerro Navia), como lo cuenta el amigo de Aniñir y Licenciado en Historia del Arte, José Ancan Jara. “A partir de 1950 se comenzaron a producir grandes ocupaciones de terrenos. La migración mapuche, asentada ya en Santiago, se sumó a este proceso. También lo hicieron los padres y vecinos del Pasaje de los indios de la Intendente Saavedra, la población callampa Colo Colo, donde aún vive David Aniñir Guilitraro”, finaliza José Ancan explicando algo tan complejo como es el hábitat y génesis de un poeta mapurbe.
Eso de “pastelero a tus pasteles” algunas veces no da fruto, o escasos réditos. En Chile y el mundo muy pocos pueden vivir de su arte. David en sus comienzos se auto editó. Él mismo armaba sus libros, motivado por esa actitud Rokhiana. Más tarde reeditó el poemario Mapurbe con la editorial Pehuen y hace poco lanzó Guilitranalwe con Quimantú.
“La posibilidad de que yo mismo pueda realizar mis producciones está latente.  Creo que es la estrategia de cada autor, porque tienes la posibilidad de vender tú mismo el trabajo, manufacturarlo, distribuirlo, regalarlo, hacer trueque, qué sé yo, costo asumidos, en la  auto edición, en realidad, soy yo mismo, se imprime el alma, señala.
– ¿Sabe qué? Perdone, quiero un café porque deseo despertar, no andar así, por favor- le señala un cansado David al garzón cambiando su pedido de un té con leche a un café bien cargado.
“La autoedición es la posibilidad que tenemos todos los que trabajamos con la palabra escrita y su distribución que es producir nuestro propias ediciones. Algo muy loable, digno, algo romanzoide hay ahí. Un gesto notable de resistencia frente a la gran producción y a la maquinaria que hay de las grandes editoriales, y no digo solo de las chicas porque todas tienen una forma de poder enfocar su producción. Sea una editorial independiente, alternativa, con una visión política bien ajustada a ciertos autores. Lo digo por las otras grandes editoriales que son cadenas internacionales y que esto se va dando en distintos lugares. En Argentina ya genera una pequeña industria;  manufacturación de ediciones independientes autónomas, y autoediciones”, manifiesta.
“En Chile las autoediciones generan el contacto y la relación directa  entre el autor con los lectores y ese proceso de diagramación  y distribución dando cuenta de esa experiencia. Esos mecanismos de distribución son las ferias alternativas o las librerías independientes, y por ahí por allá en las lecturas va cayendo algo. Lo que tienen las grandes librerías o las medianas editoriales es la distribución a nivel país y el extranjero, sumado a librerías de las ciudades más importantes de Chile”,  narra el poeta que nos explica como un texto puede ser tan costoso en comparación a otros países y el margen de ganancia del autor.
“Un libro se vende a 5000 en una librería. La editorial lo entregó en 3500. A ellos les salió de costo 2800. Y ese es tu trato con la editorial. Sobre ese precio la editorial gana. A ti te dan diez libros, al autor, y un 10% los derechos de autor cuando ese milagro acontezca. Te quedan 500 u 800 pesos por libro. Asombroso. Pero yo no puedo decir nada de Pehuén, ni de Quimantú por el estilo que ellos representan. Ellos se han portado bien, la raja.
– ¿Cuándo te auto editabas cuántos ejemplares imprimías?
– De acuerdo a las presentaciones que venían: 20, 30, 40. Pero en dos años he imprimí (de “Mapurbe; venganza a raíz” 1° edición) como 800, 900 libros. Mejorando a medida que pasaba el tiempo porque era fotocopiado. Lo único que había pasado por imprenta era la portada. Yo armaba todo el libro en casa con amigotes , mi hija y lluvia.
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De nerd a líder
– ¿En el colegio tenías un cierto liderazgo?
– No. En el colegio tenía dos cosas: una timidez muy de tranca. Estaba encapsulado, me la pasaba como un nerd tonto (ríe). Medio ido. El que peleaba poco, el que perdía. Pasaba como muy distraído. El que llegaba último en las carreras y eso. Terminé siendo presidente de curso y después empecé a tener cierta connotación quizás por la soberbia. Siempre éramos suspicaces con mi hermano. Él era de un curso anterior y llegamos a ser líderes. Pero cuando niño en básica, tercero, quinto año, siempre fui acomplejado. Era para dentro. En esa época los profesores golpeaban para disciplinarte. Y el Director decía:  “Apuesto que fue este indio culiao”. Cualquier huevada que había pasado me cargaba a mí. Así era el director de mierda. Porque me da pena no lo funo, no lo ataco, no me vengo, está vieja porque me cagó la vida y a varios cabros de la pobla. Héctor Adaos Ramírez, ex paco. Fue en tiempos de Pinochet donde las poblaciones más conflictivas fueron intervenidas con funcionarios proclives al régimen militar mediantes de la Corporación Educativa. Eran sapos. Este había sido paco, algo de pedagogía tenía, y cayó como Director. En los lugares conflictivos de Cerro Navia colocaron quienes tenían alguna relación con el poder de control social. Los profesores más cercanos nos decían eso y nos advertían.
– ¿Por qué dices que te cagó la vida?
– Porque el huevón me acomplejó más, por el miedo que infringía , era violento el viejo culiao.
– ¿Pero eso fue en básica nomás, o en media también?
– No, la media no la hice del todo…
– ¿Por qué?
-No seguí estudiando. Retomé la enseñanza media en la nocturna el ´92 en la modalidad nocturna, en la modalidad 2 años en uno, entero mula. No continúe la media. Me echaron por mala conducta. Después de esa experiencia en los últimos años de básica, en plena dictadura el 86, con las protestas en pleno, dejé de estudiar. Yo salí con una violentación enorme de parte de todo el contexto en el que crecí. La televisión, lo social, la escuela, la institucionalidad. En todos lados encontrabas violencia. O sea, por último si había un poblador pobre hijo de una madre viuda y mapuche, entonces claro, que esperabai?  Quizás ahora suena “Él, el discriminado”. Era una huevada normal. Me decían indio para allá, indio con apellido, indio pa acá. Y los cabros chicos teníamos que quedarnos piola porque socialmente era aceptado tratarte como el pico ¿cachaí? Humillarte. El indio culiao hizo el gol. Indio para allá, para acá. El “Culiao” era  apellido para “Indio”, y para nosotros era normal. Donde vivíamos estaba lleno de mapuches, ahí “indio” era con cariño. Hacían prácticas mapuches. Fue tormentoso  después encontrarme, y creo para varios de mi generación, con el otro mundo, gente que representaba la antesala de ese mundo de choques y diferencias sociales. No los pobladores, porque con los pobladores no siendo mapuches, vivíamos una realidad casi igual. Era reencontrarme con viejos culiaos como Héctor Adaos  Ramírez, el Director, o la policía, y gente cuica. O no sé, la institucionalidad, la representatividad social y su autoridad. Eso para mí fue chocante.
– ¿En el 92 con la celebración de los 500 años cambia un poco eso, hay como un nuevo aire, una nueva rebeldía, algo diferente?
– Varios de mis pares, peñis y lamgenes, que también somos hijos de esa generación, nos alejamos  de esa huevada de estigma que tuvimos, que nos traspasaron nuestros padres también, con ciertos visos de auto negación por el choque cultural. La época del 92 fue una especie de nuevo respiro. Como una nueva venganza, hermosa. Una venganza de estar vivo, una venganza de reafirmarnos, de decir: “soy indio ¿y qué? Soy mapuche ¿y qué pasa?” Porque fue transversal, cruzó todas las generaciones, toda la sociedad y toda Latinoamérica. Yo jovencito, de 18 años, ese fue mi tiempo donde después de habernos inmiscuido desde la periferia en los tiempos contra la Dictadura, éramos parte del agitamiento social. Yo directamente no estuve trabajando en ninguna orgánica en esa época. Éramos los asistentes que nos gustaba agilar y agitar. Cargados de una violencia que queríamos botar por algún lado. En el 92 fue darle una orientación a ese desencanto. Además no nos compramos eso de que se haya ido Pinochet, tampoco significaba tanto, y además era -como se dieron las condiciones- la salida de un pueblo, de apartarse de las reivindicaciones sociales que ya estaban cumplidas, donde la meta era sacar a Pinochet. Sino que había una propuesta de las organizaciones Mapuches que después de un largo lapsus, desde el tiempo de Allende, no se habían dado en este movimiento Mapuche, sino que abarcó ribetes a nivel  latinoamericano. En Ecuador, en México, Bolivia, luego Argentina  y había un refrescar del sentimiento de identidad y de pertenencia hacía tus raíces originales.
– ¿Y en qué parada estás ahora? 20 años después como Mapuche urbano.
– Estoy consolidando mi ser puelche. Justamente en los ´90 se estaban dando todas estas circunstancias, de organizaciones sociales culturales y políticas reivindicativas de los pueblos indígenas en latinoamerica. En Puelmapu (hoy parte de la Argentina) también se dieron algunas situaciones  similares. Esta concepción “mapurbe”, que fue inventada al alero de esa época -más o menos el 98 – lo publico el 2005 l- también sacudió y llegó a ese lado  de la cordillera en el 2002. Yo empezaba tímidamente en el 96, 98 a leer textos en las actividades culturales mapuche. En esa época me conecto con gente de Puelmapu y ellos estaban en una  experiencia similar a la de nosotros: jóvenes de barrio, punkis, locos cesantes que habían dejado de estudiar, artistas, músicos que estaban reencontrándose con su ser mapuche en situaciones adversas. Despertando a sus viejos, levantando orgánicas en las comunidades, y así todo se va dando, y nosotros también,  en un espacio urbano. Resulta que a esas orgánicas, esas acciones, las denominaron mapurbe. El Centro de Comunicación Mapurbe hacía teatro y radio popular, música, cine, audiovisual, una movida similar a la nuestra en la pobla. ¿Y tú me dices en qué estoy ahora?  Estoy cobrando mis derechos (ríe). Estoy viviendo hace como 3 años con una chica mapurbe de Puelmapu en Bariloche. Estoy, no sé cómo se puede decir, como cuando estás más juato y uno se consolida.
Pero estoy feliz, contento en esta,  mi parte recreativa.
– ¿Más hogareño?
– Sí, yo creo que más hogareño; igual bueno pal hueveo. Esa parte va a morir así. El que nace chicharra muere escribiendo (ríe).
Tengo una hija de 13 años que es uno de los más bellos poemas que he escrito. Y estoy en eso a 25 años de mi adolescencia.  De haberme sacudido un poco la caspa del colonialismo y saber que podemos quizás tener algo de eso, pero también de emerger nuestro ser mapuche en espacios urbanos. Creo que pasado 20 años estoy más sólido. Me creo el cuento, quiero escribir más, quiero dormir más, soñar. Soy obrero de la construcción. Puedo decirlo, quizás con algo de capricho, que algo de mapuchismo intrínseco hay. Que lo está diciendo en los sueños, que lo está diciendo esos momentos de contemplación, de mucha  reflexión no sé en qué dimensión, el mapuchismo, la cosmovision, los newenes, nuestros antepasados, la naturaleza, el cosmos. No sé dónde está nuestro orden, que es aleatorio, y no exclusivo de los Mapuches. Ojo: creo que somos muchos los que pertenecemos como a ese otro orden refrescando con nuestra creación un poco más esto,  nuestra humanidad.
– ¿Y cómo imaginas en 10 años más la vida de tu hija por el hecho de ser mapuche? Crees que va a haber más tolerancia, más respeto. No sé si habrá autonomía mapuche. ¿Crees que se avanza un poco?
– En el aspecto simbólico mi hija si se reafirma mapuche. A medida de su edad. Creo que eso es una gran ventaja, y son grandes avances que se han dado para la realidad que vivimos . Para que te digan ahora Mapuche o Indio sin apellido, y si te dicen el apellido el indio y la fucking mother ¿y qué te pasa? Indio de allá para acá………….indio cabeza de palo y toda esa huevada como nos han tratado. Nunca nos dijeron mapuches. Entonces creo que mi hija tiene esa solidez junto con otros chicos de su edad, mis sobrinos, los hijos de mis pares. Creo que ha habido avances en términos simbólicos y culturales. En términos políticos se reafirma mucho más este modelo, en represión y la criminalización de la demanda mapuche. Además es más evidente. O sea, nosotros por harto tiempo creíamos que estábamos tirando dardos porque somos porfiados nomás. Todo Chile en este momento está conmovido porque hay un consenso general que todos estos huevones reprodujeron un modelo amparado por las mismas políticas de la dictadura. Es un consenso general.
– ¿Le ves mucha vida a este modelo neoliberal así competitivo? ¿Cómo ves la situación política en los jóvenes? La corrupción imperante y el deterioro moral del empresariado.
– Yo creo que este modelo está cayendo  por su propio peso. Lo que pasa es que este país está pensado para ese modelo. Porque no es lo mismo en Bolivia, no es lo mismo en Argentina, no es lo mismo en Venezuela. Con harta tele,  y mucho fútbol. Claro poh huevón,  si aquí no estás en la televisión soy un huevón miserable. No eres pobre; eres un miserable ¿cachai? Y esa es la carga ideológica que hay del modelo. El Gran Hermano que te está sapeando,  qué tienes que hacer pues y si no lo haces te sentís un huevón de mierda. Es lo que mantengo en la conversación con mi hija. Quizás no en estos términos, pero todo pasa por ese valor. Hay otros y esos son nuestros desafíos como ser humano. Como creador, como poeta, como gente inquieta que está colocando otro tipo de carta sobre la mesa con las cuales jugar y de esperar que vayamos a ganador siempre. El modelo va a caer por su propio peso, pero va a haber siempre quienes van a lograr sostenerlo  y no son muchos los que logran sostener esos pilares. Son unas cuantas familias nomás, pero resulta que quienes lo reproducen somos todos sus cuidadores.
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La poesía es música en Fa, en Si, y en Mí
– ¿Qué papel cumple la música en tu poesía? Eres un músico frustrado en cierta forma?
– Yo creo que como músico soy un buen poeta (ríe)
-¿Y cómo baterista?
– Soy buen obrero de la construcción (ríe).
Creo que sí, pues. Sí, está toda la música y el rock and ron. Hay un textito que a mí me pareció bacán, que es un ejercicio que hice con los  Hayku , los poemas japonés, pero intervine su métrica y les llamé Haykuche:
La poesía
es irracional
en
si…
y
en
no
La poesía
es música
en Si
en Fa
en Re
También en Sol
en La
en Ti
y en Mí.
“Definitivamente tengo algo de música en mi poesía. Tengo mi música para estrenar mis textos. Los quiero destrozar y volver a esos pentagramas en el que leo y releo mis textos, conozco su música ¿cachai? Sé su ritmo. Hay unos  muy punx, otros enteros boleros y otros medios hiphoperos.  Ese ejercicio ya está impregnado dentro de mí porque no sé si rima,  no  sé si es la rima fácil, a veces no hay rima sino, un ritmo mío. Esa agresividad que hay  tiene que ver con el rock”.
PORTADA HAYKUCHE
Haykuche
“Haykuche no tiene editorial. Esta es la segunda edición. Es un libro con hoja gruesa y con un texto así de piñufla. Chiquitito. Muy lindo el libro. Salieron 500 ejemplares en una Feria Indígena que se hizo.
Ese es un ejercicio que realicé y después se me ocurrió traducirlo. Yo no soy hablante, quienes realizaron la traducción de ese trabajo fueron Víctor Cifuentes y otros, funciona. Hasta tiene ciertos logros pedagógicos con esto de la palabra corta. Que es la invasión de la publicidad, de la frase corta. El lenguaje, como dice Zurita: la acción cognitiva del sujeto, se va reduciendo cada vez más. Es probable que existan otros mecanismos de lenguaje, pero si la palabra se va reduciendo cada vez y esa palabra además es un articular del pensamiento. Entonces hay poca palabra y todo es chabacano, todo vulgar, bueno en base a eso  trato de seguir el juego y el resultado es  Haykuche, para mí sea logra. Contiene algunos aspectos de la  cosmovisión mapuche y otras muy de la vida simple y ordinaria del día a día, la despabilá piola.
Yo logro no armar la métrica en rigor a la estructura del texto japonés como es el Hayku,  pero si quiero hablar con esas palabras cortas que para mí son potentes.  Ocuparlas en mapudungun  y que esté al servicio de pedagógico también, de utilizar el mapudungun, de algunas acepciones que vamos retomando, refrescando y la síntesis del lenguaje que nos bombardean los medios del mercado.
– ¿Cuándo escribes eres de lanzarte al vacío? ¿Vas lento o le das con todo?
– Hay momentos y momentos. Me carga cuando las palabras no están y  les coloco un adjetivo para reemplazarla. Siempre tacho, para seguir el ritmo ¿cachai? Entonces no sé de qué estoy hablando.
Cuando quiero escribir algo que estoy pensando lo que me resulta no es lo que quería escribir. Pasa  porque ese cuerpo, ese espacio, toma  vida propia y parece que busca sus propias palabras y se transfieren desde el desconocimiento absoluto. Estoy pensando una cosa y me sale otra. Un caos. Es bien extraño, ese espacio es un cuerpo, la extensión del poeta. Lo que me está sucediendo por dentro, y el texto que vuelve para introducirse . No sé, debe ser la magia que tiene el lenguaje. No sé dónde calza porque me da un vuelco al texto, cuando invierto palabras y pasa un rato y olvídate, debe pasarte cuando escribí.
(Yo creo que algo de todas hay ahí. Se nos ha dicho así.)
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Un censo asesino
“Justo había pasado esto: el Instituto Nacional de Estadística nos había hecho un etnocidio estadístico. Dos veces poh hueón, y ahora con esta tercera quedó la cagada. Ahí nos mató a una fracción importante de la mapuchada, o fuimos los desaparecidos en democracia. Casualmente cuando se hizo el primer censo después de lo de Pinochet parece que fue en el 2002 , después del 2012, ahí.
El de Piñera fue un hueveo.
El 2012 nos mató, estaba mal formulada la pregunta: “Usted se considera mapuche, indígena?…” Preguntas huevonas o sea le podis preguntar a cualquiera si se considera indígena. La pregunta arrojó como resultado; para niños, parece que de 10 años para arriba,  casi un millón de mapuches. Reformularon la pregunta para el 2012,  y resultamos 200.000 mapuche menos.
(ríe).
Y después estos culiaos, después  de 200 años, preguntan quiénes somos y cuantos somos, los huevones caradura.
Bueno, a partir de eso hice este texto, I.N.E, que creo que es uno de los caballos de batalla del libro.
– Bueno, el chileno siempre ha tratado de hacer eso con ustedes: de matarlos a todos.
-Claro que sí, pues.
– Hasta en los Censos.
– De hecho, fue un etnocidio estadístico eso.
– ¿Crees que los muertos escucharán tus versos, tus poemas?
– Sabes que,  yo creo que sí. Porque igual es bien poético lo que te digo: yo tengo la convicción de que otro mundo es posible, en cuanto a dimensiones invisibles, desconocidas. Y no corresponde solo a los mapuches, sino que tenemos las fórmulas de dominar un poco las vidas pasadas. Cuando se les ruega  a la naturaleza para que se produzcan estos fenómenos metafísicos  ¿cachai? Son fenómenos de trance, que la naturaleza pueda tener algún gesto frente a una rogativa, de que hay ciertos seres invisibles que están paralelos a nuestras vidas. Es literatura pero, acaso no tiene sentido esto de que la naturaleza se esté manifestando con su volcanes? Acaso no es también iun lenguaje que la tierra se esté moviendo y lamentando por la mansa cagá que le estamos haciendo?  Y  creo que nuestros muertos también están involucrados en esto, nuestros antepasados. Cuando ruega la machi, la machi ruega por sanar o porque está pidiendo algo en una rogativa,  obviamente que le está hablando a la energía, a los nehuén, a los antepasados, a los muertos y estos se manifiestan en los sueños. Creo en eso y de alguna manera le voy a dar gracias a eso, a ellos y no me estoy auto convenciendo para nada. Yo lo siento así, que hay gente que habita en ciertos momentos, espacios,  en los sueños y nos conduce para que podamos hacer algo. Puede ser una convicción muy dislocada, ilógica, pero yo creo eso.
– Hablando de muertos ¿Qué tan importante fue Pedro Lemebel para ti como figura poética, transgresora y tipo honesto?
– A mí, su obra, me reconcilió un poco porque yo tenía un rechazo a la parte dolorosa de nuestra pobreza, no tenia comprensión de nuestra pobreza, que era extrema. Él me ayudo a reconciliarme y a entender un poco eso. El entendido de la lucha contra los poderosos y de  cómo encontrarles la fibra. Esa situación de pobreza,  de cómo  se puede reconstruir un sujeto y se puede armar una persona con reflexión y propuesta. Él me ayudó a como acercarme a esa ruptura social y tomar partido con mis herramientas, mi historia.. No ha  hacer una apología a la pobreza y puta que soy pobre; sino que a darle un valor significativo a quienes estamos en situaciones no muy auspiciosas. Y saber que dentro de esa clase puede haber un mundo interesante que está proponiendo, creando y activando cosas me ayudó a amarme más. Y bueno toda la figura poética y literaria de él me empapa constantemente, eso de su transgresión, de que pese a que le pasó lo mismo que a nosotros y mi madre. Una pobladora mujer y ser mapuche, ser viuda- Pobre, discriminado por su homosexualidad, me ayudo a reconciliarme con esa parte también, ya que harto machismo tenemos en nuestra cultura, a tolerar, respetar y tener conciencia de la diversidad.
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“Lo que me gusta del fútbol es esa conexión que hay, la energía, quizás un poco dislocada, es como esa pregunta que me hacías de Lemebel. Lo que veo en el futbol como cuerpo social  cuerpo que articulan las grandes autoridades y toda esa huea. Con su pasión, camaradería, esa lealtad. Pero esa violencia desatada, incontrolable, no me gusta. Se explica como respuesta al encontrar un ser humano hecho bestia, que tiene una historia de vida hecha mierda. Ese sujeto de las barras bravas y, suena morboso decirlo pero,  es la reproducción de lo que ha instalado un sistema, la verruga del capitalismo. Es lo que está pasando con los cabros de la avalancha en la tokata punx pero, o sea, podis ser huevón pero huevón y medio, no. Andar reproduciendo lo que pasó en el recital del Doom, la banda, y que al otro día los huevones hagan lo mismo. Es una película gore. Poder querer justificar? para nada. Ahí entiendo como ese cuerpo con patas, tiene patas pero  no hay cabeza.  No es que me guste y me haga aficionado al futbol por eso. Es que es como estar viendo un masoquismo de la Sociedad. No sé si me guste pero si me puedo dar cuenta  que me llega dar asco un poco de cómo esta maquinaria ha generado este tipo de personas y caemos en el ahue´onamiento. Ya, si quieren ir a matarse, mátense.  Una barra de militares pero, del bando de acá, generadores de bestias”. Y finaliza:
“Cuando te nombran poeta mapuche encasillan al poeta. Y es una sobrecarga porque el poeta es mapuche. Se produce como esa discriminación positiva o en la buena onda, y entonces supera la calidad que podría tener el poeta o su obra. No me gusta ser oportunista, creo que la calidad del creador habla por su obra; no porque sea aimara o japonés”, exclama David y mira por la ventana como buscando un paraíso perdido en el lugar y el momento equivocado. Pero aun así tratando de construirlo; no físicamente sino poéticamente.

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