Por Mauricio Valderrama A.
Nos reunimos a pocas cuadras del Estadio Nacional de Santiago. Me parece que era avenida Marathón, lo que para un rancagüino y un osornino que ha recorrido el mundo no parecen ser muy distintas. Pero aquel día se sentía una brisa especial que empujaba al abismo. La selección Nacional de futbol de Chile marchaba muy abajo en la tabla de posiciones y aquel partido con los charrúas era fundamental si queríamos volver a un Mundial de fútbol. Eso tras el fracaso de 1982 que recuerdo haber visto por televisión en blanco y negro junto a mi padre y abuelo. Siempre pensé que debió chutear el penal Miguel Ángel Neira, ídolo de O’Higgins en aquella selección de Santibáñez, y no el “Chino” Carlos Caszely, pero eso es otra historia.
Nos saludamos con mi gran amigo, periodista y escritor, Hugo Dimter. Era el martes 12 de noviembre de 1996. Y nos dispusimos a ver a Chile ante Uruguay. No sabía muy bien dónde íbamos a quedar ubicados entre los 66.237 espectadores, pero sin darme cuenta aparecimos en el codo sur oriente del estadio
Chile alineaba con: Tapia, Castañeda, Fuentes, Reyes y Margas, en el medio el “Chiqui” Chavarría, Luis Pérez, Fernando Cornejo y V.H. Castañeda; en delantera el Matador Salas junto a Rozenthal, pues Zamorano no estaba. Nunca lo he comentado con Hugo, pero creo que ambos íbamos a ver a Enzo Francescoli y a Recoba. Era un partidazo, en el papel, con dos estrategas defensivos y con monstruos en el ataque que podían definir en un pestañeo.
Pero en el medio Chavarría le daba a lo que fuera y cerca de los 30 minutos del primer tiempo le puso un patadón al Enzo del cual no se pudo recuperar. Fue tan feo que mereció irse del futbol un buen rato. Yo había ido a ver jugar al Enzo jugar. Si quería ver patadas me voy a la Gamboina al lado de Ursa mayor y veo al “Pescado” con “El Indio” darse de patadas en las tres series, con una cerveza en la mano. Pero esto es Futbol profesional y al Enzo era al que quería ver.
El partido fue duro, muchas amarillas y de mucha pierna fuerte. Yo sabía que bastaba que el central pensara en su mujer o en sus hijos, o que se acordara de un ingrato momento, frente al Enzo o “El Matador” y el partido se definía ahí mismo antes que aquel recuerdo desapareciera de su mente, con el grito del estadio llenando sus oídos.
Y así fue. Luego de un primer tiempo donde no veíamonos por dónde Chile podría hacerle daño a los charrúas y cuando “la celeste” se hacía más fuerte, yo rezaba porque no entrara Recoba en el segundo tiempo.
Fue una pelota en el medio que alguien le tocó a un inspirado Víctor Hugo Castañeda que de zurda le puso la pelota al “Matador” a un metro del punto penal. El ex “U” más pequeño que Gustavo Méndez número 6 de los charrúas, se elevó con su característico movimiento y cabeceó hacia mí, que estaba en aquella posición…por un segundo no vi que la pelota avanzara. Todo se detuvo por un instante hasta que el grito completo del Nacional me hizo incorporarme. Un gran gol y el más lindo recuerdo, junto a mi amigo Hugo.
¡Vamos Chile que hoy se puede ganar si se juega con la misma convicción de un estadio y de un país que no quiere quedar fuera del Mundial de Brasil!