¿Delito o criminalización de los sujetos políticos mapuche?
Por Jorge Spíndola C.
Valdivia- Fütawillimapu
“Se cumple el objetivo, se condena a la vocería de la defensa del territorio mapuche”
Karina Riquelme, abogada defensora
Tribunal Oral de Valdivia, Avenida Francia y sus alrededores atestados de Carabineros. Eran las 10 de la mañana aproximadamente, cuando recibimos la noticia del fallo del juicio por el incendio al fundo Pisu Pisué en el que se incrimina a los defensores del Ngen Kintuante[1]: Alex Bahamondes, Fénix Delgado y el machi Tito Cañulef resultaron absueltos.
Sin embargo, más tarde, se nos informó que el tribunal declaró culpable de encubrimiento a la Machi Millaray Huichalaf, para quien se pidieron cuatro años de cárcel, con la paradoja de que aún no hay condenados por la autoría de los hechos.
Según se relató en un pequeño nütram -que se hizo en las puertas de ese Ministerio Público- un juez pidió la absolución de los cargos por nulidad de las pruebas presentadas, mientras que los otros dos jueces fallaron en su contra. Lo que resta ahora es esperar la lectura de la sentencia que fue fijada para el jueves 20 de noviembre y la apelación por parte de la Defensa, quien aseguró que pedirá la nulidad del juicio por lo impresentable de las “pruebas” que la fiscalía levantó a través de la Ley ANI tras un allanamiento ilegal de la casa de la Machi. Pruebas que, por otra parte, ya habían sido desestimadas por el Tribunal de Garantía.
En el caso de los otros dos peñi imputados, Francisco Jones Huala y Cristián García Quintul, ellos serán juzgados el 9 de marzo del próximo año.
La absolución de Alex Bahamondes, Fénix Delgado y del machi Tito Cañulef, significa un triunfo de la lucha de los defensores del Ngen Kintuante, de sus familiares, de las comunidades El Roble y Carimallín y los habitantes del territorio de la Fütawillimapu. También es un triunfo de la sociedad mapuche y no mapuche solidaria, frente al montaje policial y mediático que ha venido criminalizando a los peñi y lamngen desde que osaron alzar la voz y poner el cuerpo ante el avance del verdadero poder extractivista y oligárquico que está detrás de los perros de turno: Hidroeléctrica Pilmaikén, un brazo más de la transnacional de energía AES, que para Chile es AES- Gener, cuyo directorio lo integran figuras como Hernán Büchi y Bruno Phillipi Irarrázaval, ex ministro y funcionario de la dictadura de Pinochet; integrantes de ese selecto uno por ciento que, hasta el día de hoy, rige la economía chilena gobierne quien gobierne.
Aún nos queda analizar e intentar comprender el real significado de la condena a la Machi Millaray.
¿Delito o criminalización de los sujetos políticos mapuche?
En este sector del mundo, la Fütawillimapu, la etapa actual del capitalismo global sólo trajo nuevas formas de enajenación social, como mayor sometimiento de los territorios especialmente rurales, las personas, los bosques y ríos. Formas de explotación, quizás más atroces que el latifundio de viejo cuño, como el monocultivo forestal e intensivo, la megaminería a cielo abierto, las grandes hidroeléctricas o las salmoneras en corrales marítimos, entre otras formas de dominio trasnacional.
En este sentido la defensa del Ngen Kintuante, encabezada por la figura emblemática de la machi Millaray Huichalaf, encarna una política de supervivencia territorial y poblacional desde una perspectiva de salud y espiritualidad propias de la cultura mapuche-williche.
Su figura congregacional y espiritual está en íntima relación con la recuperación y reinvención de otras identidades sociales locales como las de pu lonko, apo ülmen, dungumachife, weichafe, llankan, ngenpin, werken, palife[2] y otras. Se trata de jóvenes y no tan jóvenes que regresan a las comunidades antiguas representando un proceso inverso a la aculturación forzosa sufrida por sus mayores en las ciudades. No ignoran otras matrices y experiencias emancipatorias, especialmente sudamericanas, pero eligen la historicidad de su cultura para crear nuevas imágenes de futuro para su comunidad.
Desde el plano de la subjetividad y de su agencia política, representan una racionalidad disidente de la imperante. Optan por una identidad colectiva que confronta la depredación y los modelos de desarrollo basados en la ontología del progreso capitalista. Realizan una verdadera inflexión emancipatoria desde atrás, vuelven a tomar decisiones en íntima relación con el Ad Mapu, la racionalidad espiritual territorializada y comunitaria, basada en el conocimiento mapuche antiguo.
Tanto el Ad Mapu como el Kuifi Rakizuam, el pensamiento de los antiguos, proveen y promueven principios axiológicos como el Feyentun, el respeto a todas las entidades de la naturaleza, o el Kishungenelan (no me mando solo o sola, soy parte de algo que me da sentido). Principios que se expresan claramente en la consigna “somos parte de la tierra”.
En síntesis, una mirada disidente que actualiza en el hoy los principios antiguos y se transforma en una ideología de tal plasticidad que pugna por quebrar las relaciones de sumisión y cuestiona la colonialidad del poder y del ser por estas latitudes.
Sujetos políticos, autoridades espirituales del pueblo williche, que son día a día representados, desde distintos dispositivos de poder comunicacional, como malformaciones que no cuajan en los modelos de sujeto que reclama la lógica del capital ni en los multiculturalismos aceptados. Personas que construyen comunidad desde la disidencia y reciben como respuesta brutal el libreto maestro de la Violencia de Estado, bien conocido por “los dueños” de Chile. Montajes policiales que tienen otros correlatos más sutiles y efectivos en los montajes simbólicos que ejerce a diario la prensa hegemónica sobre la población.
Esa es, a mi juicio, la cadena de incriminaciones que naturaliza y hoy hace posible la paradoja de la sentencia contra la Machi Millaray Huichalaf: condenada por encubrimiento de un delito que al día de hoy no tiene culpables. Un delito fantasma, vestido con sábanas que salieron de la propia fábrica de los montajes mediático y policial.
Quizás allí, en la represión a esta mezcla de antiguas y nueva formas de construcción de subjetividad política mapuche-williche, que encarna la Machi Millaray Huichalaf, encontremos las verdaderas razones de su condena, y no en las paradojas de la letra chica de los tribunales chilenos.
“No confiamos en la justicia de Chile… lleven esta palabra a sus casas: aquí están condenado nuestra forma de ser mapuche, de defender el territorio y nuestra espiritualidad frente a los poderosos de siempre… pero los Ngen están con nosotros, todos los Ngen del territorio están con nosotros. Marrichiwew!”, manifestó el padre de la machi, al termino del nütram, a la salida de los tribunales.
[1] Ser protector de la naturaleza junto al Ngen Kilenhuentru, según la cosmovisión williche. Rodrigo Moulian, antropólogo e investigador, explica en el ciudadno.cl el significado de los sitios: “Es un complejo sagrado donde hay distintos componentes: hay un cementerio que está en uso; un antiguo guillatuwe [lugar donde se realizan rituales]; dos renü, que son cuevas que presentan la capacidad abducir a las personas, espacios liminales a través de los cuales se puede pasar de una dimensión a otra del wallontumapu (universo mapuche); una antigua vertiente que va hacia el río; el propio río que es un espacio a través de cual viajan los espíritus, una especie de anfiteatro natural donde se mueven éstas entidades espirituales que son Kintuante y Kilenhuentru. Por lo tanto es un conjunto de elementos que constituyen un paisaje sagrado el que se ve amenazado”.
[2] Lonko, cabeza política de un lof o comunidad. Apo ülmen, cabeza política de un conjunto de lof o comunidades territoriales. Dungumachife, intermediario o lenguaraz de machi. Weichafe, traducido en la actualidad como combatiente, persona que está involucrada en recuperaciones y defensas territoriales. Llankán, ayudante, asistente de machi. Ngenpin, poseedor de la palabra y conocimientos ancestrales. Werken, mensajero, comunicador mapuche. Palife, jugador de palin, figura también presente en diversas ceremonias espirituales como el Nguillatún.