EL ESTALLIDO SOCIAL
Por Rubén Schneider Weisser
Cuando caminas al trabajo y sientes todo oscuro siendo de día. Cuando vives día a día el despojo y atropello a tu dignidad como algo normal, habitual…comienzas a juntar rabia en la chauchera. Cuando no tienes a quien recurrir porque la sociedad entera está permeada por la sordera y la complicidad. Cuando el desamparo cae por callejones grises. Cuando reclamar tus derechos te convierte en problemático y delincuente. Cuando los que debieran representarte democrática y republicanamente, viven el mismo mundo de los usurpadores y despojadores que te marginan y violentan…. tú les resultas incómodo.
Cuando te quieres morir de impotencia, pero tienes que seguir… y estas solo …y nadie te escucha…hasta que un día rompes en un grito y dices ¡Basta!…… Y ese basta, es a la vez, un grito glorioso, liberador que se junta en la calle con otras soledades… “juntos en la calle, somos muchos más que dos” -dice la canción. Y comienzan a marchar y las calles se llenan de canto, emoción y de esperanza. Es un grito al aire que exige y devuelve la dignidad. Los muros de las calles se llenan de coloridos rayados y grafitis expresados como gritos visuales diciendo-contando penas, rabias contenidas, esperanzas. Para las personas que lo han tenido todo y viven en el Chile-isla, ven solo violencia en este acto reparatorio. Jamás comprenderán qué pasó. Tampoco sienten un mínimo de empatía con la desesperanza de un hermano, de un otro, porque la pobreza es asumida como ajena, enemiga y hay que aislarla. Pero para millones de chilenos fue un momento histórico innegable.El país dijo basta a la injusticia, al matonaje institucional político-económico con el empoderamiento de una nueva ciudadanía que puso en evidencia un modelo de sociedad deshumanizante y tirano. Tanto es así, que este poder omnipresente imperante, no dudó en usar toda su influencia corruptamente adquirida para “enfrentar al estado contra la gente en la calle como si fueran enemigos”, reprimiéndolos brutalmente para proteger y encubrir a los causantes de tanta injusticia social, actuando como cómplices de una masacre policial-militar.
La inutilidad de la clase política, unida a la inacción de la justicia y de los aparatos del estado amparando una economía vampira y codiciosa, desencadenaron un grado tal de descomposición de la sociedad que asfixió el alma del país, desencadenando el estallido social del 18 de octubre del 2019. Por ahora solo se ha recuperado la dignidad y están las paginas abiertas para decir el país que queremos…
Esperemos que en el proceso constituyente no nos enfrentemos de nuevo al mismo dilema de llegar a una democracia secuestrada. La concentración monopólica del poder económico en unas pocas personas y sus malas prácticas como la colusión y la corrupción hacia la clase política y los demás poder son un mal prontuario y representan nuevamente una sombra para la naciente democracia.De todos depende que no sea usurpado nuevamente nuestro destino por la ambición y seamos capaces de consensuar y que el futuro país sea una oportunidad republicana y generosa para recobrar la decencia, la confianza y la grandeza para dibujar y trazar un proyecto país amigable, sustentable centrado en el desarrollo humano y de futuro. Esperemos que la inteligencia y el amor ganen esta vez y tengamos un país sano próspero y alegre.