Ser ciclotímico: Al final uno opta por luchar o sucumbir

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Salvo excepciones (Willian Styron, quizá otr@), los ciclotímicos, o bipolares, o maníaco-depresivos, o quienes sufren la llamada “enfermedad del ánimo”, no han hablado por sí mismos.
Los psiquiatras convencionales, los psicoanalistas sí (Freud y/o Lacan bajo el ala), son unas urracas parlanchinas, ellos se permiten hablar por “el subalterno”, como muchos intelectuales en otros ámbitos a los que Gayatri Spivak hizo mierda hace un buen tiempo.
¿Qué saben lo que sentimos? ¿Lo que vivimos los bipolares? Entrar en el estado de manía o depresión es, literal, visitar el cielo o el infierno, y eventualmente regresar a la tierra. ¿Quién ha  tenido ese privilegio o esa condena?  Más allá de la basura de todas las religiones. El más allá, reencarnaciones, regresiones.
Nosotros l@s bipolares, somos la metáfora, la sinécdoque de la realidad. Hablamos por tod@s, sus excesos, sus restos, l@s que sobramos, l@s desechables, l@s caídos, l@s parias.
Ojo, tú no sabes lo que es pasarse noches y noches sin dormir. Yo no soy un insomne. Créeme.  Solo soy un chico de 62 años que piensa qué hacer.
Mi encrucijada como ciclotímico fue morir o vivir.
Opté por vivir y luchar.
 
Jorge Scherman Filer
Economista y escritor

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