Por Persus Nibaes
La más grande mente ajedrecística de la historia, no sólo derrotó a los grandes maestros de su época como Spassky y Reshevsky, también pensó profundamente en la ideología del juego, y no en términos ideológicos políticos contemporáneos, sino en la lógica de la ideología de la repetición y memorización acumulativa de variables de aperturas, desarrollos y finales.
Fischer en su razonamiento ajedrecístico profundizó respecto de la acumulación de conocimientos sobre estas variables, en las cuales los memoriosos grandes maestros han dado cátedra a través del tiempo, por ejemplo jugando a la ciega contra más de veinte rivales simultáneamente en el caso de Capablanca e incluso con más rivales.
Lo que Bobby Fischer propuso en su ajedrez aleatorio, en la firme convicción ideológicamente incorrecta para su época, que el verdadero buen ajedrecista, no es aquel que acumula gran capacidad de conocimiento o memoria de jugadas y variables, sino aquel que es capaz de calcular la mayor cantidad de jugadas en el futuro, tirando la historia del juego y las estadísticas a la basura.
Para evitar la acumulación de conocimiento, que era propiedad histórica de la maquinaria ajedrecista soviética, propuso que el ajedrez se juegue utilizando un posicionamiento aleatorio de las piezas del fondo, en la que cualquier partida podía estar ordenada de cualquier manera las piezas en otro lugar, solamente manteniendo los reyes en su lugar.
Cuando no pudo imponer esta modalidad, se las arregló para que en la mítica final del mundo con Spassky, se introduzcan cambios en las reglas del ajedrez, modificando la regla que permitía que los grandes maestros soliciten al juez, detener una partida en una jugada específica, y continuar la partida al otro día.
Esto permitía que los equipos más fuertes se impongan a jugadores fuertes pero de equipos débiles. Pues entre los grandes maestros rusos estudiaban las posibilidades y así ganaba siempre alguien de su equipo. Por esto, durante muchos años los soviéticos dominaron el ajedrez mundial y siempre un gran maestro soviético estuvo presente en la final del mundo, pues el ajedrez era deporte de Estado y al Estado soviético no había que hacerlo enojar.
Ahora en el siglo XXI, época de las computadoras cuánticas, el ajedrez aleatorio de Bobby Fischer sería dominado exclusivamente por la inteligencia artificial pues al no haber acumulación de conocimientos y estar basado exclusivamente a la capacidad de cálculo, las máquinas derrotan por lejos a los grandes maestros, debido a su súper capacidad de cálculo en un tiempo infinitamente pequeño.
Las máquinas serían las campeonas mundiales del ajedrez aleatorio de Bobby Fischer, un ajedrez que nunca se impuso, pues en todo el mundo se sigue jugando un ajedrez prusiano que lejos de estancarse en sus infinitas variables, permite a los grandes ajedrecistas cómo Kasparov o Carlsen, entretenerse calculando nuevas jugadas y valorando la historia propia del deporte ciencia, que lejos de ser aburrido, es fascinante jugarlo aunque uno no sea capaz de ver más allá de dos jugadas.
El ajedrez es el único juego que me gusta.
Pero a pesar de haberlo estudiado soy un jugador mediocre.
Un abrazo.
El ajedrez es el único juego que me gusta.
Pero siempre fui un jugador mediocre a pesar de haberlo estudiado.
Un abrazo.