TV o no TV
¿Por qué Chile?
Manuel Calvelo Ríos, fundador de Televisión Nacional de Chile, rememora el origen de la televisión pública a mediados de los 60, y de paso derriba algunos mitos sobre los precursores.
Por Esteban Schneider Fernández
En 1966 a un español llamado Manuel Calvelo se le encarga la tarea de recorrer varios países de Latinoamérica para decidir en cuál era más factible implementar su proyecto de televisión educativa. Después de cumplir profesionalmente con el extenso recorrido Calvelo tuvo una respuesta: Chile.
¿Y Por qué Chile? La historia comenzó más o menos así.
Manuel Calvelo Ríos, español (1933), desde sus primeros días supo lo que significaba la palabra dictadura. Su padre fue fusilado y su madre estuvo 8 años encarcelada por el régimen de Franco. La persecución política lo obligó a salir de España con su familia, o lo que quedaba de ella, para radicarse en Buenos Aires, Argentina.
Las dictaduras militares han precipitado sus pasos, tanto, que según sus palabras su historia podría titularse “Los Generales y yo”, porque los cambios que debió enfrentar han tenido como detonante las ansias de poder de algunos generales y sus consabidos golpes de estado.
Estudió geología en la Universidad de Buenos Aires, pero a partir de los grandes avances científicos a comienzos de los 60, que generan un aumento en el interés de los estudiantes por las ciencias aplicadas, comienza a trabajar y a utilizar la televisión para transmitir contenido educativo a los estudiantes. Así crea un modelo de televisión educativa que hoy define más exactamente como pedagogía audiovisual.
Pero nuevamente aparecen los generales en su camino; el golpe militar del 66 en Argentina lo deja, de un día para otro, sin empleo, sin país, y para más remate sin esposa. Había que comenzar nuevamente.
Y aquí entra La fundación Ford. Se preguntarán ¿Qué tiene que ver está fundación ligada a los herederos de Henry Ford y los ejecutivos de la Ford Motor Company, con el nacimiento de TVN? Esta fundación había financiando la creación de la National Educational Television que luego dio paso a la Public Broadcasting Service en Estados Unidos, además había financiado parte del proyecto de televisión educativa que estaba desarrollando Calvelo en la Universidad de Buenos Aires antes del golpe militar. En esas circunstancias la fundación Ford le encarga a Calvelo que recorra Canadá, México, Venezuela, Colombia, Perú y Chile para ver en qué país se podía reproducir la experiencia de televisión educativa. Después de un largo viaje Calvelo les da una respuesta a los magnates de Ford: el país elegido era Chile.
Pero ¿por qué Chile? Y aquí viene la respuesta. “Porque aquí había una legislación que decía que sólo las universidades podían tener emisoras de televisión”, sentencia Calvelo.
¿Y luego qué pasó? Calvelo lo cuenta: “Me quedé unos meses antes de volver a Francia y ahí descubrí que la televisión llamada universitaria era televisión, sí; pero no universitaria. La televisión que encontré era una que había copiado fielmente los modelos productivos de la televisión privada estadounidense”.
A pesar de ese primer traspié pensó que de todas maneras se podía hacer algo y se instaló en el Centro de perfeccionamiento docente de Lo Barnechea perteneciente al Ministerio de Educación. A fines de 1967 Jorge Navarrete, que era funcionario del Ministerio de Educación en el gobierno de Frei, le preguntó: “¿Qué harías tú para poner en marcha una televisión chilena, digna, multicultural, integradora, que informe sin sesgos, que eduque bien, y que recree sin caer en lo chabacano?”
Calvelo le respondió que la gente que trabajaba en los otros canales no les servía porque ya están en la tesis de la televisión comercial estadounidense que había sido implementada en los canales “universitarios”. Y agregó textual: “Yo seleccionaría 15 hombres y 15 mujeres, de diversos orígenes, que vengan de la matemática hasta la medicina, de la economía a la agronomía, de la danza a la sociología, que fueran firmes pero no sectarios; solidarios pero no estúpidos; cultos pero no ratones de biblioteca, de mirada amplia pero no dispersa, capaces de trabajar en equipo pero no ser borregos. Y le pediría a Manuel Calvelo que les enseñara a hacer televisión”. La respuesta fue breve: “Muy bien, hagámoslo”.
Se puso un aviso en el diario en busca de postulantes para aprender televisión y formar parte del nuevo canal público. Llegaron 1300, de esos se fue seleccionando para llegar a 30 elegidos. “Jorge (Navarrete) no participó en el proceso de selección salvo en la última entrevista, y aquí hay una de la razones por las que se ganó mi respeto, quería medir el nivel de autoritarismo de los postulantes y les hizo una sola pregunta: ¿qué opina de la matanza de Puerto Montt?”. En esos días el gobierno de Frei era duramente cuestionado por una matanza de pobladores en Puerto Montt por parte de la fuerza pública ordenada por el ministro del interior Pérez Zujovic. “Todo aquel que decía que a veces hay que tener mano dura y poner orden, fuera. Todo aquel que decía que no se puede matar a la población, que hay que dialogar con los ciudadanos, ese podía entrar”, confidencia Calvelo.
El curso duraba 4 meses y estaba dividido en dos etapas: la imagen fija y la imagen en movimiento. Para la primera parte se contaba con un laboratorio muy rústico donde se ampliaban las fotografías, en esta etapa se intentaba dominar las variables ópticas y manejar los conceptos de plano y encuadre. Además se comenzaban a narrar pequeñas historias fotográficamente y desarrollar una secuencia. En la segunda parte, la imagen en movimiento, comenzamos a relacionarnos con la cinematografía: se avanzó en tipos de secuencias y se realizaron los primeros trabajos prácticos. “Al final de la ultima parte vimos la imagen simultanea, la televisión, porque en ese tiempo la única forma de registrar imágenes era sobre emulsión fotoquímica, recién habían aparecido los primeros magnetoscopios a nivel profesional. Por eso cuando se elegían editores se requería que tuvieran brazos largos para poner en marcha los dos magnetoscopios, uno reproduciendo y el otro grabando; y la inercia hacia que la edición se lanzara cinco segundos antes que comenzara la edición, no había edición inmediata. La gente ignora esto, pero en esos tiempos había que seguir uno de mis axiomas del trabajo audiovisual: hay que priorizar las neuronas por sobre los electrones. Cuando se confía en el equipo para que lo haga todo, es que no se está haciendo funcionar el único equipo que opera realmente, el cerebro”.
Erase una vez un hombre
Primera serie documental realizada en TVN que en cada capítulo se centraba en la vida y circunstancia de un personaje nacional o universal.
“Conformé un grupo de cinco personas para que completaran su formación en servicio haciendo un programa. Guillermo Blanco redactó la presentación de “Erase una vez un hombre”. Yo dirigía ese equipo y en principio no acepté aparecer como director, aparecíamos en orden alfabético, decía “Realización: Paulina Fernandez, Iris Fuentes, Máximo Gedda, René Schneider, María de la Luz Savagnac y yo”. Gradualmente les fui transfiriendo la conducción de cada programa, les enseñé a hacer un guión riguroso, planificación y desglose de producción para reducir costos y gradualmente les fui cediendo la dirección de cámaras. Eran realizadores integrales”.
“Erase una vez un hombre fueron 30 capítulos. El primero fue Neruda porque venía el cumpleaños 65 del poeta. Ahí conocí a Neruda, lo admiraba, fuimos a Isla Negra a grabarlo para su cumpleaños. Realmente un poeta maravilloso y una persona muy desagradable. Llegamos a las 10 de la mañana y le dije “Señor Neruda estamos haciendo un programa para mostrar el mundo visto por el poeta a través de su poesía, hemos tomado estos poemas pero hay un poema que usted tiene que decirnos para representar al Neruda político, y como es una situación delicada preferimos conocer su opinión”. “No me moleste en este momento, hablaremos más tarde” me respondió. A las 2 de la tarde le vuelvo a preguntar. “Estoy muy ocupado hablaremos más tarde”, seguía diciéndome. A las 4 de la tarde ya había dormido la siesta, tenía una corte versallesca de admiradores, si Neruda reía todo el mundo reía, si Neruda dormía todo el mundo andaba en punta de pie. Al las seis de la tarde le dije: “Señor Neruda me tengo que ir así es que en el Neruda político voy a poner la Oda a Stalin”. “¡No, no, me dijo, de ninguna manera!” Le propuse El pueblo, y aceptó. Ya se sabían las barbaridades de Stalin y fue la única manera de pincharlo para que diera una respuesta.
Para hacer la música del programa se invitó a participar del proyecto a Víctor Jara. Luego Víctor, junto a Inti Illimani crearían y entregarían a TVN “La Charagua”, composición que se transformaría en la música característica del canal hasta el día de hoy.
Un Hombre en la luna
Televisión Nacional estaba lista para salir al aire. A cargo de programación se nombró a Guillermo Blanco y así lo describe Calvelo: “era un intelectual de primera, un hombre personalmente grato, humanamente maravilloso y de una cultura superlativa. Manejaba todo un abanico de culturas, no sólo académica, de elite; sino también cultura popular. Profundo conocedor de Chile. Fue nombrado director de programación y yo quedé a sus órdenes como coordinador de programación. Yo era el encargado de otorgar equipos a los diversos grupos de trabajo”.
La primera transmisión sería la llegada del hombre a la luna. “Fue una coyuntura, el enlace de microondas estaba completado, pero no queríamos hacer una primera experiencia en Santiago queríamos probar en condiciones más controladas y de menor riesgo. Se decidió hacerlo en Talca. Entonces me fui a Talca para ver la percepción que tenía la gente y en todos los negocios que vendían televisores tenían uno en la vidriera y la gente se amontonaba viendo”, recuerda Calvelo.
“En ese tiempo la única estación de rastreo del satélite estaba en Longovilo, cerca del lago Rapel, y el sistema de recepción de señal debía ser refrigerada con hidrógeno líquido porque operaba a temperatura bajo cero. Esto debido a que la relación señal-ruido era tan desastrosa que si no se mantenía al equipo frío, solamente el ruido térmico impediría ver la imagen. Dicha estación de rastreo pertenecía al Ministerio de Telecomunicaciones y por eso se privilegió al Ministerio de Educación y a TVN para acceder a la transmisión”.
Calvelo continúa: “Pero no sólo se reprodujo la señal que venía de Estados Unidos. Se montaron dos grupos de comentaristas en dos estudios distintos. En un grupo había científicos que comentaban los aspectos técnicos y el avance espacial que había detrás de esta hazaña. Y en el otro estudio estaban los periodistas que entregaban los aspectos noticiosos del hecho. Llegaba la señal vía satélite y había que pasar por telecine, y luego de un estudio a otro, realmente era una especie de juego de malabar donde tenías cuatro pelotas en el aire”.
Algunos meses después se inician las transmisiones oficialmente en todo el territorio nacional. “Queríamos tener una buena cantidad de programas acumulados antes de salir al aire. Al principio transmitíamos inicialmente desde las 11 de la mañana hasta las 11 de la noche y luego gradualmente fue creciendo hasta transmitir de 6 am hasta las 12:30 de la noche. Había una programación matinal, fundamentalmente informativa y había programas para niños, a mediodía un nuevo informativo y luego comenzaba una programación mixta para jóvenes y para adultos más tarde”.
“Me acuerdo de un director, Rodrigo de Artiagoitía, que hacía un programa de entrevistas a personajes populares. Había hecho construir una especie de trono en caña de bambú, era un trono proletario, y ahí se sentaba el entrevistado que era un lustrador de zapatos, un vendedor de cuchuflies, así la gente de todos los días era entrevistada en televisión. Era formidable”.
Inicialmente el estado financió Televisión Nacional, pero en un determinado momento el Presidente Frei decidió que el estado no podía hacerse cargo y colocó a la televisión pública en el mercado.
“Yo planteé, además, que teníamos que tener otro modelo productivo y no el de las empresas televisoras existentes porque, dije, el sistema de división técnica del trabajo era de enorme costo y de una enorme ineficiencia. Un día Jorge (Navarrete) me planteó: ‘Manuel, tenemos que autofinanciarnos”. Le respondí: ‘Jorge, entonces se terminó el sueño de la televisión que tú me planteaste. Si tenemos que financiarnos la programación la van a definir los avisadores y ni tú, ni Guillermo Blanco, ni yo, vamos a definir la programación. Ellos nos van a decir qué quieren que hagamos y qué programas podemos transmitir. Pero te sugiero que mientras tengamos el monopolio de la red, los demás canales transmitían solamente en Santiago y Valparaíso. Hagamos una programación alternativa, una para la ciudad y otra para el resto del país, para educar a la gente y vacunarla, para cuando llegue la otra televisión ya tengan una capacidad de reflexión crítica y sepan qué televisión pedir’.
Fracasé, no hubo caso, era muy caro”.
Decisión 70
Rumbo a la elecciones presidenciales de 1970 TVN decidió la realización de un programa de entrevistas con los tres candidatos (Allende, Alessandri y Tomic) que se llamaba “Decisión 70”. Y para garantizar la imparcialidad se nombra a Calvelo como director.
“Estaba en mi oficina y me suena el teléfono, contesto y dicen: ‘Por favor con Manuel Calvelo’. ‘Sí con él’, contesté. ‘Habla el doctor Allende’. ‘Ah, sí?’, le dije “Dígame’. ‘Mire Calvelo, supe que usted va a dirigir el programa y yo sé que con la iluminación y el manejo de cámaras se puede hundir a cualquiera’. A lo que le respondí: ‘Doctor tenga la seguridad de que va a tener un trato igualitario, olvídese de eso porque va tener el mejor trato que un entrevistado pueda tener’. Al día siguiente esa conversación apareció publicada en La Segunda, entonces llamé a Allende y le dije: ‘Doctor, quiero decirle que yo no he dicho ni una palabra’ y me respondió: ‘No se preocupe Calvelo, el hijo de puta que está grabando esta conversación puede irse a la concha de su madre’. Así fue. Bueno, él sabía que los teléfonos estaban intervenidos”, finaliza Calvelo.
“Los tres candidatos iban a grabar al canal, se ocupaba una maquilladora del canal, estaba todo conversado, Jorge había fijado las normas con los comandos. Yo acompañaba a los candidatos, con Allende hablé mucho, también con Tomic, con él hablé bastante, debió ganar Tomic, hubiera hecho lo mismo sin los riesgos de la UP. Y Alessandri era un pobre viejo enfermo que tenía un grupo que lo mantenía a flote con tal de elegirlo y manejar el poder. Tenía Alzhéimer, Parkinson, le temblaba la mano y se la tenían que sujetar con cinta adhesiva a la mesa, le escribían las respuestas en unos papeles gigantescos para qué leyera.
Un día llaman del comando de Alessandri para preguntar si podíamos grabarlo en su casa, en la calle Phillips. Llamamos a los otros comandos, quienes no pusieron problemas, y fuimos a su casa. Bueno, se equivocaba, había que repetir muchas veces, como a la una de la mañana le dije al asesor ‘grabemos de una vez porque este hombre ya no aguanta más’. Lo hicimos y así quedó. Ese programa creo fue determinante”.
El triunfo de la UP
“La noche del triunfo de Allende, como a las una de la mañana, Jorge (Navarrete) reunió a todos los demócrata -cristianos del canal y me fue a buscar a mi. Yo le dije: ‘Pero si yo no soy DC’. ‘Si sé, pero quiero que vengas’, me respondió. Ahí planteó: ‘Hemos venidos trabajando en este canal todos estos años y creo que hemos entendido todos que el canal es del país, no del gobierno, ahora hay un cambio de gobierno y los democratacristianos tenemos que seguir trabajando para el país como lo hemos hecho. Y alguno de ustedes me miraron con extrañeza por venir con Manuel y lo traje como ejemplo de un hombre que no compartía nuestras ideas pero trabajó lealmente’.
Con esta anécdota Calvelo expresa su admiración y respeto por Jorge Navarrete que como director ejecutivo debía renunciar luego de asumida la nueva administración. Pero Allende se demoró en designar a alguien en TVN, lo que dejó a Calvelo a la cabeza del canal por un tiempo.
– ¿Cómo fue la relación con las nuevas autoridades de la Unidad Popular?
– Allende nombra a Augusto Olivares: una excelente persona, un mal periodista, y como hombre de televisión una porquería. Perdón si molesta, pero no sabía un rábano de televisión. Y éste nombra a un caballero que de televisión no tenía la más remota idea: Helvio Soto. La tesis de Helvio era que teníamos que “abrochar” sintonía y una vez que tenemos abrochada la sintonía empezamos a meter programas de contenido. Le dije: “Mira Helvio, para abrochar sintonía en los términos que tú dices, donde los de canal 13 ponen una violación nosotros ponemos dos, donde hay un crimen ponemos dos, donde hay un robo nosotros ponemos tres, así abrochamos sintonía y cuando cambiemos la gente se va a ir al 13. Eso no es abrochar sintonía. Tenemos que abrochar sintonía con programas que interesen a la gente”.
“Un día pido un grupo móvil y me dicen que Augusto Olivares tiene clausurada esa unidad, le pregunto y me dice: ‘La tengo ahí por si el Chicho llega a pedirla’. Al día siguiente Allende llegó al canal a grabar algo y le dije: ‘Doctor, tengo que plantearle algo muy doméstico. Tenemos dos unidades móviles y una de ellas Augusto la tiene reservada para usted’. Me respondió: ‘Este Perro, cómo se le ocurre. Use esa unidad, hay que trabajar'”.
Calvelo le hizo saber a Augusto que había hablado con Allende y que la unidad móvil la iba a pedir con suficiente antelación, cosa que no le cayó muy bien al Perro Olivares.
Con el objetivo de “abrochar” sintonía se ponen al aire programas como “Los titanes del ring” y “Música Libre”. Nuestro entrevistado cierra el capítulo de la UP agregando: “Contribuyeron a mal educar a la gente. Ahí yo decidí irme”.
Luego vino el golpe y Calvelo volvió a sentir como los generales alteraban su camino. Debió partir a Perú, esta vez acompañado de su esposa chilena Carmen, donde trabajó en pedagogía audiovisual para los campesinos durante el proceso de la reforma agraria en ese país. Y así siguió su camino que, 16 años después, lo trajo de vuelta a Chile hasta el día de hoy.
Mercado, televisión, televisión pública y televisión digital
“La disculpa que dan todos los canales es que hacemos lo que el público pide. Desde luego eso es una falsedad. Hacemos lo que le hemos enseñado al público a pedir, punto. Y si quisiéramos podríamos enseñarles a pedir otras cosas. Simplemente no tenemos el arrojo necesario y el compromiso con la sociedad necesario para hacer otra programación. Y hay demostraciones de esto. Otra falsedad -en la que se cree comúnmente- es que la televisión es gratis. No, la televisión la pagamos todos. La televisión la financia la publicidad y esto lo pagamos todos como incremento en los costos de los productos que compramos”.
“Hay ciertos elementos que no puedes introducir al mercado porque si lo haces aparece el conflicto de interés. Esos tres elementos son la educación, la salud y la cultura. Cuando se ponen esos elementos en el mercado, son esos elementos los que sufren. El modelo de televisión europeo es un modelo en que el Estado se hace cargo de los costos de la televisión. La BBC fue el primer ejemplo y fue la primera gran emisora que operó. Había un comité que supervisaba las actividades de la BBC para garantizar que la programación fuera equitativa y respondiera a todas las necesidades de la población británica. En España, en plena crisis económica, decidieron sacar la publicidad de la televisión pública española y que el estado la financie por completo. Desgraciadamente los últimos 20 años el modelo de televisión comercial estadounidense se impuso en muchas partes de Europa, con la disculpa de que la competencia mejora la calidad. En todos los países donde se impuso ese modelo la calidad bajó verticalmente”.
– ¿Por qué?
– Porque toda programación de todo canal busca convocar a la mayor cantidad de público, por lo tanto se busca el mínimo común denominador, y así se termina hablando para todos sin decirle nada a nadie. Esa es la programación actual.
Podría haber un gobierno que, si me disculpan la expresión machista, se ponga los pantalones y que decida que la televisión pública nacional sea una televisión pública nacional, y que la programación va a ser decidida por ciertos mecanismos, pero que no la van a decidir las empresas avisadoras. Y, si las empresas quieren aparecer, puede ser como auspicio para tal programa y nada más, y eso se paga. Yo creo que sería posible hacer una televisión que reflejara todas las culturas. Que les mostrara a los chilenos su propio país, sus propios valores, a todo nivel, desde Nicanor Parra hasta el último guitarrero de Calmapu, y hay valores por todos lados.
Otra idea: en la época de Allende vinieron a verme de la Universidad Técnica, la actual Usach, para preguntarme cómo podían hacer para tener una emisora y lo que les plantee fue esto: La única alternativa que tienen es minimizar la función estudio y optimizar la función unidad móvil. Tener 15 unidades móviles, 5 con enlaces de microondas para transmisiones directas y 10 grabando para después editar, y tener esas unidades repartidas en la población, en los cordones industriales, a nivel de la dueña de casa, en los eventos culturales locales. Y con eso hacer una programación que refleje a la gente y que la gente va a ver. Si tú me dices qué podría hacer TVN hoy, bueno podrían usar una señal digital para hacer la otra televisión, una TV digna, una TV cultural, que a lo mejor inicialmente tenga poca audiencia pero a la larga puede llegar a captar una gran cantidad de audiencia; pero además y por último mi reflexión: es que la televisión se ha muerto, lo que pasa es que la gente de televisión no se ha dado cuenta.
Excelente columna. Felicitaciones!