Pinto señor oscuro

¡Compártelo!

 
-Anoche soñé con tu madre.
-¿Y como era el sueño?-preguntó el muchacho.
-Yo iba de visita donde tu abuela y me ponía a conversar de muchas cosas triviales, sin importancia y de pronto tu madre salía de la habitación contigua y yo la llamaba y ella entraba a la habitación y yo me ponía muy feliz de verla y ambos sonreíamos de alegría. Uno sabe cuando la otra persona está feliz de verte y ese sentimiento era mutuo. Nos abrazábamos fuerte porque ambos nos amábamos. Y luego se escuchaba una música extraña. Ambos salíamos y en la calle había mucha gente que observaban unas carrozas blancas tiradas por caballos blancos, y perros -también blancos- al extremo de las últimas tres carrozas. Era hermoso. Vaya que lo era. Entonces yo caminaba y ella quedaba ahí y luego a la distancia yo la veía y corría hacia ella veloz y nos abrazábamos y besábamos como dos adolescentes mientras las carrozas blancas doblaban en una esquina y se perdían entre la multitud. Ese fue el sueño- dijo Klaus con los ojos llorosos mientras su hijo trataba de interpretar el sueño de su padre sin decir nada, también con los ojos llorosos.
Al día siguiente, mientras comíamos una cazuela de gallina, amarilla en la superficie, Klaus se puso serio y narró con lujo de detalles como Niki Lauda sufrió un grave accidente, donde casi muere, quemándose el rostro en el circuito de Nurburgring el 1 de agosto de 1976 al mando de un Ferrari. Nos dijo que un sacerdote horas más tarde del accidente le dio la extremaunción. El accidente fue visto en la televisión por millones de personas. “Algunos nunca pudieron olvidar el Ferrari derrapando hacia la izquierda y la derecha -casi en cámara lenta- para luego ser chocado por otro auto al mismo tiempo que el vehículo se iluminaba por las llamas y aquel hombre se sumía en la lucha por acceder a la vida y vencer la muerte y las tinieblas”, nos señaló Klaus mientras nosotros apartábamos el choclo y lo dejábamos en el platillo imaginando el dolor de aquel piloto austriaco.
Una luna mapuche siempre anticipa los sucesos a ocurrir. Antes de narrar los hechos debo asegurarles que el tiempo fue corriendo presuroso hasta que la batalla terminó. Los soldados perdieron y la alegría fue amplia, vasta e interminable entre quienes vieron con buenos ojos la democracia y lo que conllevaba. Así las cosas el país y las ciudades se iluminaron. Se escuchó la música de las orquestas en las plazas, y los niños corrían tras un balón felices. Lo único desagradable para las autoridades era buscar culpables. El trámite se hizo lento y engorroso. Duró varios años. El país en el 95 daba pasos seguros; económicamente estaba bien. En el intertanto llegó una gran cantidad de extranjeros… Algunos manejaban sus automóviles a 60 kilómetros por hora temerosos de la velocidad y de lo que le pasó a Lauda el 76. Uno de ellos era Klaus.
Venían de una ciudad distante y conflictiva. De un país lejano. Klaus y su hijo se mudaron al sur en busca de nuevos horizontes. Un día cualquiera iban caminando y de pronto salió una señora de una casa de dos pisos construida con cemento y ladrillos rojos. Iba en bata y debía tener unos 60 años, estaba despeinada, como si recién hubiese despertado y, sorprendida, nos dijo:
-Lo siento, es que debía mirar las carrozas.
Y entonces, de forma inesperada, aparecían tres carrozas tiradas por unos caballos blancos pero también por perros. Fue muy extraño. Extrañísimo. Nos quedamos paralizados mirando aquello. Al día siguiente Klaus fundó la Iglesia del Futuro.
Conocí a Klaus en una cafetería del centro de Osorno. Era extraño Klaus. Un fanático de la Fórmula 1 que de manera bastante singular mezclaba las carreras de autos con la religión. Una filosofía única, mezcla de hindú, budista y cristiana.
Recorría la zona con su hijo Gustavo en un remolque, lo que nosotros llamábamos una “casa rodante”. En aquellos años ya no se veían usualmente casas rodantes así que el progenitor y su heredero eran famosos por utilizar ese vehículo pintado de amarillo con una enorme cruz en el techo.
Padre e hijo venían cantando los éxitos de Falco mientras predicaban a intervalos en dirección a la costa, surcando el camino al mar. Eso decían ellos que hacían. Predicar. La mayoría los tildaba de simples estafadores. Pero existían quienes los veían como profetas o algo similar. Klaus se parecía a Robert Redford. Según él era descendiente de ingleses, pero la gente no creía esa historia. Entonces Klaus ponía cara de santo y exclamaba:
-Les voy a decir la verdad: soy canadiense.
Luego de la confesión, entre risas y amplia desconfianza, le creían.
Estuvieron como dos años en eso. Cuando iban a Maicolpué, por la ruta del mar, siempre me pasaban a visitar. El camino estaba recién asfaltado, pero aún así el viejo remolque tardaba largas horas en recorrer los 62 kilómetros.
Klaus era un tío de pocas palabras. No así, Gustavo, su hijo. Un muchacho adorable.
La Iglesia del futuro se hizo muy conocida por aquella zona costera. Muchos no entendían a Klaus. Las mujeres cuchicheaban que era igual a Robert Redford, pero con una personalidad agria. En las inmediaciones del remolque los esposos de las feligresas hacían críticas porque no les agradaba que Klaus fuera apuesto. Y menos que dijera cosas extrañas en predicas inentendibles sobre, por ejemplo, mayo como el mes donde la muerte se cierne sobre los arriesgados y temerarios. Klaus estaba seguro que mayo era un mes donde la muerte salía a buscar a aquellos que arriesgaban algo tan valioso como sus vidas. Los fieles comenzaron a tildar a Klaus como un “señor oscuro”. A lo que el hombre contratacaba con un:
“Nada puede separarme del amor de Dios”, que retumbaba una y otra vez por sobre los montes y las quebradas que serpentean el ancho terreno por donde el Hombre transita.
“Senna murió el 1 de mayo del 94 en Imola”, dijo una vez, agregando:
“Gilles Villeneuve murió en Zolder, Bélgica el 8 de mayo de 1982 conduciendo a 240 kilómetros por hora. Ambos de Mc Laren”.
Las personas en la parroquia se preguntaban qué era McLaren.
“La Iglesia del futuro es la Iglesia de la gente que se cuida.
La velocidad te hace perder la noción del tiempo y del espacio. Es maligna. Te aleja de la realidad de Dios”, lanzaba de improviso en el sermón. Y de forma disparatada y profunda leía lo que dijo Senna antes de morir:
“En muchos sentidos, para la gente no somos una realidad, sino un sueño. Es algo que se queda grabado en tu mente. Te muestra hasta qué punto puedes tener un impacto en todos ellos. Y, por mucho que intentes darles algo, nunca será nada en comparación con lo que ellos experimentan en su mente, en sus sueños sobre ti. Y esto es algo muy, muy, muy especial para mí».
Los feligreses quedaban en silencio reflexionando sobre esas palabras del piloto brasileño y cómo asimilarlas a sus vidas en el sur del mundo.
Gustavo, el hijo, tenía una visión distinta de la velocidad. El joven creía que la velocidad era una fusión con el cosmos. “Ir rápido es una experiencia que se aproxima a la mística”, decía mientras el rostro de su padre enrojecía de rabia y tristeza.
-Tú no comprendes nada- lanzaba Klaus.
-Tenemos distintas miradas- respondía el muchacho.
 
Una tarde de febrero, del verano del 95, un muchacho fue asesinado en Bahía Mansa. En un curva del camino que daba al muelle fue acuchillado durante una noche de luna llena mapuche. El joven vivía con su abuelo, quien, al enterarse, vio que el mundo se le caía a pedazos, desconsolado, ante la pérdida de su nieto más querido. Klaus tenía su casa rodante amarilla a un kilómetro del lugar de los hechos. Al día siguiente se enteró del asesinato del joven y acudió a darle palabras de aliento y consuelo al anciano.
-Usted no me conoce pero represento a la Iglesia del futuro- le dijo al abuelo, lanzando salivazos de polvo., con el corazón como un arrecife bajo la sangre.
-Estoy sorprendido ¿Quién es usted? -preguntó el anciano.
Entonces Klaus lo miró fijamente como tratando de adivinar si era confiable y le narró que era brasileña, que había nacido en Porto Alegre, que era descendiente de austriacos, que había hecho muchas cosas malas entre el 64 y el 85, y que ahora estaba reformado siguiendo los pasos y las enseñanzas de Jesús.
-Yo soy Pinto- respondió el anciano.
-¿Pinto de los buenos o de los malos?- preguntó Klaus a modo de broma.
-De los oscuros- sentenció Pinto. Entonces ambos se hicieron cercanos. O más que conocidos. Personas que sentían afecto el uno por el otro. A su manera.
El sol arrojaba cañonazos de sequedad que se impregnaban en el rostro. Alguien vestido de verde apareció de improviso en la escena del crimen. Un carabinero necesitaba que el anciano firmara unos papeles y se quedó mirando a Klaus, como quien mira a un condenado a muerte. Una mirada fría, desalmada y distante, impregnada de desconfianza.
-Usted no es de este lugar- le dijo a Klaus con tono prepotente.
-No- respondió Klaus-. Aunque todos son los dominios del Señor.
El carabinero hizo como que no escuchó o entendió lo que decía.
-¿Me puede decir a lo que se dedica?- volvió a preguntar el uniformado.
-Comparto la palabra del Señor en la Iglesia del futuro- respondió Klaus.
-Es predicador.
-Lo soy.
Luego nadie dijo nada y el viento cesó en aquel pedazo de tierra que se internaba en el mar, como un niño que desconoce el peligro.
Una decena de jotes descansaban en un pilote arrumbado en una esquina de la antigua cancha vecina al muelle.
-Una vez le quité los zapatos a un muerto. Estábamos en una situación difícil. Pero se los quité. ¿Puede creerlo?- preguntó Klaus con una mueca extraña.
Pinto no sonrió ni nada parecido. Pero creyó lo que le decía Klaus.
Luego Klaus le dio un sermón donde mezcló ideas sobre la pérdida de un ser querido y la velocidad y como esta última nubla las vidas y objetivos.
-Dios tiene en su santo gracia a su nieto- le susurró Klaus.
-No creo en Dios- respondió el anciano.
-Pues debería creer. Seguramente la culpa la tiene la velocidad infernal a la que vive.
-Voy lento, pero seguro.
-Eso cree usted. Pero va más rápido de lo que cree. Quiere llegar más rápido donde va.
-No sé dónde voy. Pero no voy rápido. Creo que cada vez voy más lento. Ahora creo que me detendré.
-Sabía decisión.
-Las circunstancias así lo quieren.
-Dios así lo quiere.
-No creo en Dios. Y si existe es injusto.
-No blasfeme.
-Usted tiene a su hijo. Yo he perdido a mi nieto.
-Esta conversación se está tornando muy densa- recriminó Klaus.
-Así es.
-Que la paz sea con usted-se despidió Klaus.
-Que la paz albergue a mi nieto- le respondió el anciano, se dio media vuelta y se marchó hacia el camino junto al muelle donde luego de unos segundos llegó a su camioneta.
Estaba con mucha rabia y pena. Su nieto yacía en una losa de la morgue y nada lo volvería a la vida. Puso primera y enfiló por entre la arboleda y a medida que avanzaba una impotencia comenzó a apoderarse de su alma.
-Maldita sea!- gritó. Y metió el cambio a segunda y la camioneta cortó el viento y adquirió más velocidad por el camino asfaltado. Avanzó un kilómetro y de pronto el anciano comenzó a ver signos y flechas en el camino, muy diminutas pero visibles. Unas flechas aparecían indicando la derecha y la izquierda, adelante y atrás, derecha, izquierda y así sucesivamente, alternándose de forma continua. Pinto sintió que alucinaba pero las flechas aparecían y quedaban atrás debido a la gran velocidad que llevaba, mientras la brisa entraba a borbotones por la ventana semiabierta. Las curvas iban y venían y luego una recta que se elevaba por lo orilla de los coihues y del interior del cerco por donde pastaban las yeguas. Entonces el abuelo pareció ver la luna allá arriba apareciendo de improviso. Una luna mapuche que anticipaba lo que iba a ocurrir. Siguió la marcha más rápido aún como si deseara huir de aquellas visiones y signos y volver a la normalidad y entonces a una orilla del camino vio a un joven. Era su nieto. El muchacho indicaba hacia arriba con las manos. Indicaba hacia la luna. Una luna mapuche. Era él. Trató de detenerse pero iba muy rápido y al mirar por el espejo retrovisor el muchacho ya había desaparecido. Fue entonces que vio el camión de frente repleto de madera y solo cerró los ojos.
Premios Pulitzer
Fundado hace más de siglo y medio, The New York...
Bienes públicos comunes: El esencial debate que la Comisión de Medio Ambiente llevará al pleno
·        El rechazo en general del 2˚ Informe de la Comisión...
El futuro del fútbol femenino
 Santiago Morning, Universidad de Chile y Colo Colo son los...

Leave Your Comment