Por Gonzalo Figueroa Cea
River-Vélez está esperando en la sala de conferencias del estadio el arribo de Próspero Genovés, el entrenador del equipo ganador, Leones Indomables, a fin de escuchar las impresiones de aquél tras el reciente partido ante el clásico rival, Tigres Sueltos, y conversar al respecto con los periodistas. No es que haya gran expectación por lo que sucederá dentro de algunos minutos más. Será lo de siempre: el instante en que un protagonista del fútbol contrasta su punto de vista ante los especialistas, quienes durante un buen rato no cesan de hacerle preguntas. Al menos, tan sólo eso es lo que se espera.
Y aparece Genovés, anunciado por el jefe de prensa de su club. Tras los mutuos deseos de “buenas noches” se inicia el “pimponeo retórico”.
-Su equipo tuvo la iniciativa durante gran parte del duelo y el rival se vio adormecido. ¿Cree que el triunfo de su escuadra pasó por un tema anímico o fue netamente estratégico? -consulta el reportero de una radio.
-Yo creo que usted ha respondido un poco su propia pregunta. Pero englobaría todo en un puro concepto: mi equipo tuvo jerarquía -responde escuetamente Genovés, agachando un poco la cabeza y mirando serio, como esperando que lo retruquen.
-Pero, Próspero, ¿eso que usted dice es psicológico o pasa por cumplir un libreto dentro de la cancha? -consulta el periodista de un canal de televisión.
-Es un poco lo que ya dije y usted ya escuchó: es un concepto integral. Un equipo es un todo. Como dijo una vez Óscar Malbernat: uno no puede lograr cosas importantes con puros giles. En otras palabras es importante el aspecto psicológico y también el estratégico, pero por sobre todo que mis jugadores sean desequilibrantes.
-Durante la semana se especuló que Sebastiano Valderrama no tendría la jineta de capitán porque habría manifestado su molestia con algunas decisiones suyas. Sin embargo jugó y estuvo al mando del equipo. ¿Cuál es su versión al respecto? -pregunta un afamado columnista y editor de un diario de circulación nacional. -Tal como dice usted, se especuló. Nada más -responde Próspero antes de exhibir una sonrisa de oreja a oreja (estilo Denver de “La casa de papel”) que generó risas espontáneamente. Tras un pequeño alboroto en la sala, cuya intensidad disminuyó notoriamente con la intervención del jefe de prensa del team de casaquilla amarilla, el entrenador de la escuadra complementa sobre lo último que había señalado.
-Hablando en serio, muchachos, ¿creen ustedes que un entrenador sensato va a dejar afuera a su mejor jugador y, además, referente del equipo? -sostiene el coach rosarino, profundo admirador de sus compatriotas Menotti, Bielsa, Sampaoli y Berizzo. Tras un silencio de unos cinco segundos (bastante para los medios de comunicación; un lapso así dice harto), irrumpe otra pregunta para apretar.
-Usted puso a Valderrama en la cancha. No hay duda que es y fue figura, pero indirectamente no ha formulado un desmentido acerca de la controversia que se generó en la semana en torno a usted y él -puntualiza otro reportero radial sobre la supuesta polémica entre Genovés y el futbolista colombiano.
-No sé de qué controversia me hablan. Lo digo con todo respeto, ¿eh? -señala un molesto Genovés, gesto facial que no lo favorece. Da la casualidad que es un hombre, como se dice en jerga popular, bien parecido: tiene unos 40 años, mide uno 1.75 y es de complexión atlética. Adquirió cierta popularidad como seleccionado juvenil a principios de los años 90. El tono del entrenador es tan demoledor que es suficiente como para que se produzca un giro radical inmediato en la conversación con los periodistas.
-En síntesis, ¿cómo resume la victoria de Leones? -interroga escueto el periodista de un portal web de deportes.
-Creo que fuimos superiores. Tigres no propusieron -responde un igualmente escueto Próspero Genovés.
-Pero, ¿en qué traduce usted esa superioridad y falta de proposición de Tigres que señala? -consulta el mismo editor y columnista de la primera “pregunta controvertida” (expresión ya consensuada entre los colegas).
-Creo que mis jugadores interpretaron muy bien lo que les señalé. Se nota que hay una gran comunicación. Estoy muy orgulloso de ellos -retruca Genovés. Tras unos segundos en que detecta que no estuvo muy profundo en el análisis, el técnico prosigue su testimonio con mucha convicción (afortunadamente para él en la secuencia nadie se atrevió a contrapreguntar). Además, sin que le hayan consultado, destaca muy entusiastamente a sus jugadores.
-Pienso que estuvimos muy atinados en todas las líneas. No dejamos elaborar a Tigres. Creo que no hubo figuras que pesaran sobre el resto. Pero si se trata de elegir una, creo que Román Villagrán, nuestro Caszely moderno, estuvo formidable, sobre todo en el gol; Zarricueta, “Littbarski” para los amigos del club -sonríe-, jugó a gran nivel; Ubilla deslumbró en el ida y vuelta; Márquez, el flaco querido, estuvo impasable por atrás…
-¿Y “Gorosito” Valderrama?. Existe consenso entre los periodistas que fuimos testigos en que fue la gran figura, al margen de que el gol lo anotara Villagrán -manifiesta el mismo reportero de la segunda “pregunta controvertida”. Genovés se pone rojo, frunce el ceño (la frente parece incluso más furiosa que él), aparentemente va a contestar una pesadez, pero se contiene.
-Coincido plenamente con ustedes: ¡fue una gran figura!…¡Igual que el resto del equipo!. No podemos olvidar que Brown, aunque fue un espectador, estuvo siempre muy atento. Y que Galindo, que entró en el segundo tiempo por Ubilla, hizo un partido de gran vuelo. ¡Todos tuvieron un correcto desempeño!…Y me quedo, incluso, corto en el adjetivo: muy correcto -responde Genovés, quien ya se ve algo descompuesto y haciendo gestos de incomodidad dirigidos al jefe de prensa.
De pronto un asistente le deja un papelito en la mesa. Se entera de que el presidente del club va a llegar luego a la sala de conferencia. Aparentemente, salvo él, el asistente y el jefe de prensa, nadie más sabe. Su cara de incomodidad ya es muy evidente. Y además se avecinan tres “golpes letales” de los “apóstoles” del periodismo.
-Usted señala que Brown fue un espectador y que sus jugadores estuvieron atinados en todas las líneas, pero en el minuto 42 del segundo tiempo Márquez cometió un error en una cobertura, que dejó solo al “chino” Campos, de Tigres, en la mitad del área y con pelota dominada. Campos sólo tenía la oposición de Brown, quien además no salió a achicar oportunamente. Más encima resbaló y, si el balón no hubiese chocado con un vertical y luego ido afuera, se habría concretado el empate -. Dicha intervención la realiza el profesional que había formulado al inicio de la conferencia la segunda “pregunta controvertida”.
El deté de Leones queda con un rictus bastante lejano a lo que entiende por placer.
-Fue un detalle -retruca Genovés con una cara de fastidio mezcla entre personajes cinematográficos de Clint Eastwood y de Marlon Brando en actitud de busca pleitos.
-Acá le tengo anotados cuatro detalles más: un penal a favor de Tigres que se comió groseramente Solano Salvatierra y que, de haberlo cobrado, quizás habría cambiado la historia del partido. El mismo Márquez, que según usted estuvo impasable por atrás, derribó dentro del área a “Candonga” Guardia. Ni Solano Salvatierra ni su guardalínea lo vio. Fue a los 14 minutos, uno antes del gol de Villagrán…
-Bueno…-no alcanza a responder Genovés cuando el mismo periodista que hizo la observación le solicita amablemente que respete la continuación de su testimonio. El rostro del entrenador sigue revelando incomodidad y a la vez mucha molestia.
-A los 30 del mismo lapso Contador le gana un mano a mano a Márquez y, sólo frente al ‘espectador’ Brown, eleva. A los 8 del segundo tiempo Campos le gana un balón aéreo a Huenchullán y, tras el cabezazo, Brown se queda clavado en el arco mirando como la pelota muerde el horizontal y se va afuera. Y a los 27 Contador arranca destapado por la derecha, Brown sale al achique pero sin mucha convicción, y si no fuera por la falta de puntería de Contador, habría sido el 1 a 1…Convengamos, señor Genovés, que la superioridad de Leones no fue tan evidente -complemente el periodista de apellido Montuori, cuyo estilo frontal de decir las cosas es muy similar al de Juan Cristóbal Guarello (Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2011).
-…Fueron jugadas puntuales…Algunas desinteligencias…Pero eso no aminora el absoluto el gran trabajo que hicimos. ¡Fuimos justos vencedores! -responde muy serio el técnico rosarino, pero sin ánimo de profundizar. -Hay una inquietud, Próspero, que no podemos dejar pasar: se especula -la forma verbal genera inevitables risotadas de todos, salvo de Genovés, quien se ve muy tenso- que el presidente del club, Eugenio Ituño, estaría condicionando la continuidad de su contrato hasta final de temporada por los resultados deportivos que, todos sabemos y usted lo asume, han sido de dulce y de agraz. En el plano internacional la campaña ha sido relativamente buena…hasta ahora. Pero en la competencia interna, aunque quedan ocho fechas, Leones está a 12 puntos del líder. ¿Cuál es su postura al respecto? -detalla e interroga en el remate el mismo columnista y editor de la primera “pregunta controvertida”.
-¿Que mi puesto está pendiendo de un hilo?. ¡Por favor!, yo estoy cumpliendo un contrato y eso se verá a final. Me gustaría saber de dónde sacó usted eso. Además hay confianza en mi trabajo -señala el entrenador, ya muy irritado.
Segundos después le llega un segundo pepelito, donde lee que Ituño no llegará a la conferencia de prensa, que tuvo un contratiempo y que volvió a su casa. El rostro de descomposición del deté es demasiado evidente. Piensa que la presencia del presidente del club hubiese sido un salvavidas para que “los comunicadores no siguiesen preguntando estupideces”. Pero también piensa en un complot y mira fijo al jefe de prensa. Éste se ríe. Genovés “reflexiona” nuevamente: “a este hijo de puta le paga Ituño. No me vengan con el cuento de que Ituño tuvo un contratiempo. Este pendejo quiere salvarle el pellejo y quiso que no viniera acá para que los periodistas me dieran como caja a mí sólo…Claro: ¿para qué dos mártires sacrificados en lugar de uno?”.
El jefe de prensa vuelve a sonreírle, como diciendo “tranquilo, está todo bajo control”, pero de pronto el profesional de las comunicaciones se da cuenta que el técnico de Leones se siente acorralado y considera que es el momento oportuno para terminar la conferencia de prensa y arrancar.
-Colegas, agradecemos vuestra presencia. Creo que tienen suficiente material -sonríe-. Agradecemos a su vez la presencia del profesor. Don Próspero: sus puntos de vista han sido muy valorados por mis colegas -se sienten algunas toses forzadas en la sala-. Estamos con el tiempo justo, nos indican nuestros asistentes y gerente técnico. ¡Muchas gracias, colegas! -finaliza el jefe de Prensa.
Curiosamente Genovés se mantiene sentado, como esperando seguir, muy serio y con algo de saliva en los contornos de la boca y labios. El jefe de prensa le sonríe nuevamente para distender más la situación pero sin resultados satisfactorios. Mientas los periodistas, camarógrafos y asistentes abandonan la sala, de pronto y sin mediar explicación ni advertencia algunas, el entrenador se para como resorte y le planta en la cara un feroz golpe de nocaut al muchacho encargado de las comunicaciones del club, quien por su juventud se repone de inmediato y le responde de igual manera, con la sola diferencia que al cuarentón le cuesta un poco más pararse. Evidentemente el personal de club presente en el lugar no tarda en hacer todos los intentos posibles por calmar los ánimos y, alguno muy vano, de bajarle el perfil a lo ocurrido recién. Lo logran parcialmente, porque el grueso de los profesionales de los medios informativos ya detectó el hecho y regresa al lugar. Los primeros en encender las luces y sus equipos sin titubear, en medio del caos, son naturalmente los de televisión. Los codazos, manotazos e incluso puntapiés no sólo vuelven a surgir sino que se incrementan. Y River Vélez no alcanzó a formularle a Genovés su mayor inquietud en torno al reciente duelo: ¿por qué Valderrama jugó todo el partido con una máscara protectora si supuestamente no estaba lesionado?…Menos mal que no lo hizo.