Carmen Gloria Quintana

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Entrevista
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por Hugo Dimter.  Dibujo de Alonso Salazar “Loncho”. Fotos Vicaría de la Solidaridad.
Tres crímenes -dentro de miles- quedaron grabados en la memoria de todos los chilenos durante la dictadura: las osamentas aparecidas en los hornos de Lonquén, el caso Degollados, y el asesinato del joven fotógrafo Rodrigo Rojas De Negri, quien junto a Carmen Gloria Quintana fueron quemados vivos por una patrulla militar el 2 de julio de 1986. Rodrigo murió. Carmen Gloria corrió mejor suerte: pese a las heridas logró recuperarse y contar su verdad al mundo, e incluso al Papa Juan Pablo II, quien visitó Chile en 1987.
Posteriormente estudió psicología, se casó y formó una maravillosa familia asentándose en Canadá. Urbe quiso contactarla y -con la madurez de los años transcurridos- saber su opinión sobre el Chile actual y los cambios que pide parte de la sociedad. El escenario es el mismo; sólo los actores han cambiado.
¿En qué etapa de su vida está Carmen Gloria Quintana?
– Me encuentro radicada en Montréal, Canada. Estoy dedicada a mi doctorado que hago en la Universidad de Montréal y a mi familia.
¿Qué piensa del Chile actual como reflejo de la vida civil y política? ¿Ve muchas diferencias entre ellas? ¿Existe una dicotomía entre la gente y sus líderes?
– Al vivir lejos de su país, evidentemente la percepción cambia y no es la misma que uno tiene en el día a día, cuando se vive cotidianamente en su país. De lo que alcanzo a vislumbrar, veo felizmente un germen que ha brotado desde los estudiantes, de la sociedad civil, desde las comunas y regiones, que ha servido para hacer reflexionar al país sobre lo necesario que resulta un cambio de verdad y urgente sobre un sistema neoliberal que se encuentra agotado y que se hace imperioso modificar. El hecho que esta semilla se haga presente en los jóvenes y pobladores abre la posibilidad de un país que está vivo y que le esperan días mejores.
– Viendo como están las cosas hoy en Chile ¿cree que valió la pena tanto dolor y muertes para establecer este Chile postdictadura neoliberal, desigual y falto de justicia social? ¿Nos mintieron, nos engañaron, o simplemente transaron con los poderes fácticos?
– Uffff, que difícil. En primer lugar pienso que los chilenos no teníamos otra alternativa que entregar todo de si, teníamos que sacrificarnos para salir de la noche negra de la dictadura. Personalmente hubiese deseado que no ocurrieran los crímenes y atrocidades que debimos soportar. En segundo lugar, pienso que es claro que existe una deuda mayor del mundo político con la ciudadanía chilena. En tercer lugar, las instituciones  jurídicas y políticas del país no han estado a la altura que se demanda, solo han servido para preocuparse de las cosas menores, pues cuando se ha tratado de reflexionar, pensar y actuar sobre los grandes y verdaderos problemas, han callado y en el mejor de los casos han dado explicaciones muy poco satisfactorias.
– Usted es psicóloga ¿Cuales son las principales enfermedades que advierte en Chile desde la experiencia que le da su profesión?
– Son muchas. Veo cantidad de familias agotadas del individualismo y capitalismo salvaje que las obliga a trabajar muchas horas diarias, para mantener un estándar de vida mínimo abandonándose a si mismas, dejando sus prioridades de lado para producir, a un costo de dejar a sus hijos criarse casi solos, quienes desarrollan problemas emocionales, depresión, conductuales y otros. Somos un país con altas tasas de suicidios y depresión. Creo que en Chile la cultura  consumista y problemas sociales son unas de las grandes causas de las enfermedades mentales.
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¿Es muy doloroso ver que muchos de los admiradores y sostenedores de Pinochet están ahora en el gobierno de Piñera?
– Pienso que refleja un síntoma muy propio de nuestra sociedad, cual es la de negar los hechos, o cambiarles el significado a las cosas. Resulta muy difícil entender que quienes no solo negaron la democracia, sino que justificaron en algunos casos, y en otros actuaron como cómplices o encubridores de la dictadura -con todo lo que ello conlleva- hoy se crean demócratas, que nunca hayan reconocido su falta, ni pedir perdón a las víctimas, y sigan creyéndose los salvadores de Chile. Me asusta la compulsión a la repetición, cuando no se ha elaborado la responsabilidad histórica de la derecha chilena en todo el dolor causado.
– La Iglesia Católica tuvo un valor trascendental en los tiempos de la dictadura. De hecho al Obispo de Osorno de aquella época, Miguel Caviedes Medina, lo intentaron asesinar por pedir justicia para Rodrigo Rojas y para usted. ¿Cuál es su percepción de la actual iglesia católica?
– La labor que realizo la Iglesia y no solo católica, fue la defender al que se encontraba caído, perseguido, amenazado. Defendió los valores humanos tal cual lo enseña el evangelio y las sagradas escrituras. Sin lugar a dudas ha sido el momento más importante que ha tenido. Fue el momento que estuvo más cerca de lo que el desamparado necesita, defendió los valores que ninguna otra institución se atrevió.
Hoy la iglesia católica tiene una agenda diferente, y a mi entender le haría bien volver un poco a esa consecuencia que tuvo.
– Los niveles de violencia y falta de respeto por la vida se elevan a niveles insospechados, ya sea por parte de la delincuencia -generada por el modelo- como por quienes reprimen los movimientos sociales ¿No hemos aprendido la lección de años anteriores?
– Tengo la impresión de una falta de reflexión de la sociedad, entendida ella como las instituciones responsables de la vida cívica, después de la dictadura, yo al menos espere que la dura lección nos sirviera de algo, sin embargo hoy puedo constatar con pena que los institutos armados, la policía, las escuelas, los liceos, los colegios, no tienen un programa sistemático de DD.HH. ello produce que se vuelvan a repetir hechos que yo creía que eran patrimonio de la dictadura solamente. La clase política tiene una responsabilidad mayúscula al respecto, quizás por ello se encuentren tan desacreditados ante el país. Es evidente que su preocupación está en otros asuntos, descuidando absolutamente esta gran responsabilidad que tienen.
– Chile dividido. ¿Advierte un creciente distanciamiento, y odio, entre clases alta, media y baja?
– Desde la distancia y el hecho de vivir en una sociedad desarrollada y multicultural como lo es la canadiense, constato no solo la gran desigualdad entre las clases sociales de mi país, sino que además veo un creciente racismo injustificado por cierto, y una falta de respeto a la persona humana en sus valores y circunstancias que me asusta. Las personas podemos ser diferentes unas de otras, sea esta diferencia cultural, religiosa, sexual, económica, social, política, espiritual, etc., pero no entender que en esta diversidad hay una riqueza que nos permite entendernos y ayudarnos a vivir mejor, es un grave error, tratar de imponer las ideas de un solo punto de vista es retroceder y no entender que el mundo se encamina hacia otro lado.
¿Cuáles son los sentimientos que le provocan Clara Szaranski y el Consejo de Defensa del Estado?
– El CDE es una institución que demostró ser útil en un aspecto, el económico; pero no entiende que su labor debe ir mas allá de lo meramente económico. No se puede sostener que todo se reduce a un problema de números, pues para defender, según ellos, el bolsillo del Estado no escatiman esfuerzo alguno para sustentar las teorías mas siniestras que una dictadura puede inventar con tal de no satisfacer las legitimas demandas que personas vulneradas en sus derechos mas esenciales  realizan en contra del Estado chileno, Estado que cometió crímenes salvajes como los que solo una dictadura puede cometer. Moral y éticamente me parece impresentable. Me pregunto por los valores de mi país. ¿Qué defendía el consejo? ¿Los intereses del Estado son sólo económicos? ¿Dónde queda el mandato de reparación -en todos los sentidos- a las víctimas de los informes Rettig y Valech?
Clara Leonora Szaranski Cerda, tiene un ego que la hace sentirse por sobre el resto de las personas, lo que a mi manera de apreciar las cosas, demostró una falencia enorme para analizar de mejor manera los asuntos propios de su competencia. En definitiva es perjudicial no solo para la persona, sino que para la institución y para qué decir de los afectados.
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– Si tuviera frente suyo al entonces teniente de ejército – y hoy sostenedor de un colegio en La Reina- Pedro Fernández Dittus ¿Qué le diría?
– Es una posibilidad muy improbable. Imagino que él habrá leído o escuchado tanto mis declaraciones judiciales como reflexiones que he realizado en entrevistas que me han hecho. Por lo tanto él sabe perfectamente lo que pienso de de su persona.
¿Alguna vez le deseó mal a alguno de los pistoleros de Pinochet?
– Siempre los dictadores recurren al mas desvalido para cometer sus crímenes, muchos de ellos por no decir la mayoría, son personas con escasa instrucción, cuya capacidad de discernimiento es bastante reducida, son personas que entienden la vida como una consecuencia de causa-efecto, es decir reciben una orden y la cumplen. Por ello la importancia de incluir en la formación de todo el espectro formativo tanto civil como militar, la educación cívica de los DD.HH. que señale anteriormente.
¿Con todos sus estudios ha logrado entender la maldad humana para cometer actos tan viles, no sólo en Chile, sino en todo el mundo?
– Es una tremenda pregunta, pero creo que una sola disciplina es incapaz de responder a esa pregunta. Creo que nadie nace malo, son las circunstancias históricas, sociales, culturales que impactan directamente a las familias en lo cotidiano que hacen a las personas actuar de tal o tal manera. Por eso creo que cada sociedad tiene la obligación de educar a sus pueblos en lo intransable del respeto a los derechos humanos, en la tolerancia, el respeto, el amor y la no violencia como valores fundamentales. La obligación de entregar mínimos sociales como el acceso a la educación de calidad para todos, la salud de calidad y oportuna, la pensiones dignas de vejez, derechos a subvención de cesantía, en fin, tantos  derechos que deberíamos tener solo por el hecho de existir.
¿Qué es lo que más recuerda de su encuentro con el Papa Juan Pablo II cuando visitó nuestro país el 87?
– Conocí un aspecto de la iglesia católica que claramente no me gusto, ese fue el mundo de la alta jerarquía eclesiástica que no tiene nada que ver con la iglesia que las personas ven comúnmente, es un mundo lleno de acomodos políticos, de oportunismo, de figuración, de trascendidos, que incluso algunos a veces llegan a pedir disculpas por lo que hacen pues no tiene nada que ver con lo que debiera ser un poder espiritual. En realidad es un mundo muy poco espiritual.
¿Usted es católica? ¿Cuál es su posición frente al suicidio? ¿Puede el ser humano decidir hasta que día vivir?
– Nací en el lado occidental del mundo, por la historia de esta parte de América soy cristiana, alguna vez cuando fui chica concurrí de manera regular a la iglesia católica de mi población iglesia que es muy diferente a la que está en el centro de las ciudades y para qué decir de los sectores acomodados, posteriormente me aleje de la iglesia.
Como psicóloga puedo decir que las motivaciones para el suicido son muy diferentes, puede ser una depresión profunda donde no se ve otra alternativa para salir del sufrimiento. Puede ser un llamado de atención para pedir auxilio y que las cosas cambien, puede ser un intento de cambiar las cosas en fin , pero siempre es bueno tener un apoyo psicológico en esos estados de ideación, por que muchas veces el solo hablarlo hace que las personas vean las cosas desde otra perspectiva…
Sobre la posibilidad del ser humano para decidir hasta que día vivir, es un tema muy complejo, que se estudia acuciosamente. De hecho hay partes del mundo en que la eutanasia ha sido autorizada por los tribunales de justicia, la legislación debe avanzar rápidamente por la globalización de las conductas humanas, no es diferente la eutanasia de un continente a otro, como tampoco lo son los crímenes de lesa humanidad.
 
¿Cuál es su posición frente a la pena de muerte?
– Estoy en contra de ella, fuera del error judicial -que es materia de expertos- pienso que a quienes cometen crímenes, por graves que sean estos, no se les puede quitar la vida.
Para finalizar¿Ha leído la columna que le dedicó Pedro Lemebel? De ser así¿qué le pareció?
– A Pedro lo considero mi amigo, no sólo he leído sus comentarios periodísticos, sino que he leído su obra, y hemos compartido animadas charlas en alguna ocasión. La última que recuerdo fue hace algún tiempo cuando yo vivía en Viña del Mar, precisamente en la Feria del libro de Viña del Mar, que se hacía todos los veranos. Lo considero una gran persona, una gran escritor, lucido y muy valiente. Muchísimo más que muchos machotes que rasgan vestiduras, pero que a la primera se esconden detrás de las instituciones y son expertos en delegar responsabilidades.
– Carmen Gloria, muchas gracias por concedernos esta entrevista.
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  • Reblogueó esto en HIJXS . VOCESy comentado:
    Tres crímenes -dentro de miles- quedaron grabados en la memoria de todos los chilenos durante la dictadura: las osamentas aparecidas en los hornos de Lonquén, el caso Degollados, y el asesinato del joven fotógrafo Rodrigo Rojas De Negri, quien junto a Carmen Gloria Quintana fueron quemados vivos por una patrulla militar el 2 de julio de 1986. Rodrigo murió. Carmen Gloria corrió mejor suerte: pese a las heridas logró recuperarse y contar su verdad al mundo, e incluso al Papa Juan Pablo II, quien visitó Chile en 1987.

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