No se borra el mensaje del pueblo, ni con escobas ni con pintura

La gente no paró de marchar, ni de marcar las ollas que dieron ritmo al aviso de que Chile había despertado y ya no volvería a dar ni un paso atrás. Al paso de las marchas, las paredes, esa imprenta del pueblo diría Rodolfo Walsh, quedaban marcadas también con los mensajes que para la sordera e incapacidad del presidente, quedarían como recados, décadas de un sistema opresor, décadas de cuerpos privatizados. Sin embargo, el gobierno disfrazó de limpieza y cuidado de la ciudad lo que fue un borrado de las inscripciones que el pueblo fue dejando a su paso, como reclamo y como denuncia.